Tiempo al tiempo

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La silueta que danza al compás de su animal me deja atrás, muy atrás; perdido sin la luz de aquella sonrisa brillante y esos ojos oscuros pero cargados emociones.

El pelo recogido sobre su oreja derecha se funde con el cielo oscuro y con escasos faroles que presagian un futuro poco agraciado.

Su fuerza resalta entre la multitud que monta los corceles obligados (incluyéndome a mí, que, si no hubiese sido por Séfora, no estaría cabalgando detrás suya). Aquella fortaleza la ha terminado de conducir por senderos de héroes de Gondor (e incluso superiores), demostrando su constante superioridad; sin tener nunca en cuenta las múltiples batallas que ha tenido que guerrear sin ayuda (salvo, tal vez, la mía...).

Más de un prejuicio por su género ha ocasionado la menospreciación de sus habilidades, el rechazo e incluso el odio en algunos casos remotos. Más ella ha salido victoriosa, llegando a superar, según mi parecer, a mi hermano mayor Boromir.

Me acerco, con el alma sobrecogida y con la voz temblorosa intento hablar con ella.

— Séfora... tú sabes mejor que nadie que creo en los sueños proféticos y que soy consciente de que tú no eres nadie inferior a aquellos que han podido tener esos dones... Pero lo que has dicho ha sido demasiado fuerte y ha terminado de enloquecer a padre —ella se gira, intentado reprocharme mi debilidad con el senescal—; no sabes dónde te estás metiendo Séfora... No lo sabes... él me ha dado unas indicaciones que debías cumplir si querías regresar a Gondor...

Puedo notar un cierto temor en sus ojos, porque aunque ella sea una de las escasas personas que ha logrado plantarle cara también es prudente y conoce la pesadez de mis palabras. Sin embargo, no me deja deleitarme con sus sentimientos contradictorios y, después de sacudir levemente la cabeza, me sonríe de la misma forma traviesa que hace que me enamore cada día más de ella.

— ¿Dónde está mi valiente guerrero que me defenderá incluso de uno de los peores trolls que existen?

La miro a la cara con una sonrisa melancólica, permitiendo que su temor no termine de conocerse por el resto de los pocos que nos acompañan. Se ha labrado su reputación y no se la voy a destrozar de manera indebida.

— En ese caso, no nos queda más que continuar hasta la catarata de Henneth Annûn, nos quedan unas horas —me dirijo a los soldados que asienten y aumentan el ritmo de las monturas. Busco de nuevo los labios finos de mi compañera y los beso mientras que le susurro al oído—... Ésta noche tenemos nuestra sorpresa de aniversario, y te va a encantar.

Henneth Annûn se ubica al sur de Cair Andros y esta oculta por las aguas de un río, que ha sido desviado y que cae en una cascada, de lo alto del refugio a un lago formado por sus aguas.

La gruta solo tiene dos entradas, una por delante (al oeste) a la que se llega atravesando la cascada, y la otra (también al oeste) llamada la «cortina de la ventana», ésta es una delgada cortina de agua que tapa una tosca puerta tallada en la piedra.

El interior es una gran gruta con techo abovedado y paredes lisas.

Nuestro río nace en las Ephel Dúath, a poca distancia de una de las Torres de los Dientes, y su cauce toma dirección suroeste hasta desembocar en el Anduin muy cerca de la isla de Cair Andros.

Apenas cruza el camino del Harad y todavía arroyo, se encuentra embalsado por una antigua represa construida por los hombres de Gondor formando una laguna «de aguas transparentes en una cuenca poco profunda».

El río continua su cauce, ya más rápido y caudaloso, hacia el suroeste y a unas diez millas de ese lugar; los hombres de Gondor lo desviaron para hacerlo pasar por encima de la gruta que constituye la «ventana del sol poniente» de Henneth Annûn, cayendo en un hermosa cascada.

En la sombra de mi hermano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora