Capítulo 9- Quiero ser el único.

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Empezamos a preparar los colchones en el salón mientras que los demás iban a su casa a buscar la maleta y ropa de recambio. La cocina seguía sin estar limpia, pero yo sabía que no la iba a recoger yo sola. Ni de coña. Nathan fue el primero en llegar el cual me hecho una mano a hinchar los colchones que faltaban y a sacar el mío de la cama. Mi salón parecía la selva, por suerte si apartabas el sofá y un poco la mesa quedaba un espacio bastante grande como para caber 5 colchones. Buscamos sabanas y mantas ya que aún hacia bastante frio para dormir sin nada que cubrir.

–Sabes, te vi antes. – Abrí los ojos de par en par y me giré para mirarle – Os vi.

–Se más claro Nath, no te entiendo – Dije haciéndome la loca.

–Vi tus miradas con Lía – Uff exclamó mi subconsciente – me dices que tramáis o ¿te lo sonsaco a la fuerza? – negué con la cabeza y le saqué la lengua.

Acto seguido me empezó a perseguir y yo saltaba por todo el salón porque sabía perfectamente que si me pillaba me haría cosquillas hasta que llorase. Justo cuando me atrapó y me empezó a hacer cosquillas picaron a la puerta.

–Salvada por la campana preciosa – Dijo y le lancé un beso picándole.

Abrí la puerta y encontré a mi hermano y a Lía besándose.

–Ops – Volví a cerrar la puerta.

–Ayleen Megan Hayes – Dijo mi hermano, solo usábamos el nombre completo cuando uno de los dos no hacía caso – Ábreme la puerta ahora mismo – Y eso hice, les abrí la puerta. Lía estaba sonrojada y evitaba mirarme a la cara. Creo que tiene que contarme un par de cosas. Detrás de ellos apareció Alleck con su maleta y una bolsa de esas reutilizables del Súper llena de comida hasta arriba, pero claro, comida basura.

–¿Me he perdido algo? – Dijo Alleck con cara de sorprendido a lo que todos dijimos ''nada'' a la vez.

Los siguientes veinte minutos fueron un tanto raros, los chicos iban de un lado a otro limpiando, pero sin limpiar. Vamos, que hacían que limpiaban, pero lo único que hacían era mover de sitio las cosas. Lía me evitaba a toda costa y yo fregaba los platos.

–Vale, aquí hay demasiada tensión. – Dijo Nathan – Vamos a ponernos de acuerdo, Alleck limpia la mesa, Jared tú el suelo, Lía la encimera, Leen ya está limpiando los platos y yo limpiare las puertas de los armarios y las paredes. – Todos aceptamos sin rechistar, cuando acabamos nos estiramos en los colchones y pusimos la televisión.

–Leen, ¿podemos hablar un momento? – Dijo Lía camino a mi habitación y la seguí. – Lo siento, debí contarte, pero no sé cómo.

–¿Qué tal si empezamos por el principio?

–En la fiesta, el viernes – Asentí – Tu hermano me pidió para bailar y eso hicimos un rato. A causa del alcohol pues empezamos a bailar... como decirlo... pegados – Se notaba que se moría de vergüenza – Pues eso, pegados. La cosa es que acabamos besándonos y me llevó a su habitación, allí seguimos besándonos y la cosa se puso más seria. Vamos que casi lo hacemos.

–Relájate por favor me estas poniendo nerviosa – Dije poniéndole una mano en cada hombro - ¿Cómo que casi?

–Sí, no pude. No quise hacerlo. Vamos no soy una cualquiera y por mucho que me guste no soy una fresca tipo Steisy – Reí – quiero antes empezar una relación o algo. Al principio creía que me iba a dar puerta, pero no, lo aceptó, me acarició y se quedó a dormir conmigo. ¡Y al día siguiente me hizo el desayuno! – Se le veía muy emocionada lo que me alegró – Hoy me pidió salir, justo cuando me acompañó a casa para buscar las cosas y he aceptado. Sé que es un poco raro porque es tu hermano, pero ¿hice bien? ¿o me precipité?

Negué con la cabeza – No creo que hayas hecho mal. Si le quieres y él te quiere, eso sí, no sé a quién de los dos romperle las piernas si os hacéis daño mutuo, a él por ser mi mejor amigo o a ti por ser mi hermano. – Reímos y luego me abrazó – Pero como tenga que enterarme de algo así porque te pille in fraganti te mato, ¿entiendes? – Asintió y volvimos a nuestros colchones.

Estuvimos media hora discutiendo qué poner en la televisión hasta que nos decantamos por una película. Mientras veíamos la película un teléfono empezó a sonar.

–El dueño del maldito teléfono, que por favor lo coja. – Entre todos nos miramos y no era de nadie. – Ops, mierda. Que es el mío – Dijo rascándose la nuca mientras se levantaba. Todos estallamos en carcajadas, pero nos mandó a callar ya que contestó - ¿Diga? Ajá, vale sí. Ya voy. Que si, no me agobies. Mi madre, me tengo que ir. ¿Mañana paso a por ti Leen?

–La llevaré yo si no le parece mal – Dijo Alleck mirándome.

–Vale, pues Nath mañana nos vemos en Sociología – Se despidió de todos y al llegar a mí me dio un beso en la cabeza, seguido de un buenas noches enana. – Buenas noches pelele.

Nathan se fue y seguimos con la película. Yo estaba muy cansada debido a que era lunes y el día anterior me fui pasadas las dos de la mañana. Poco a poco mis ojos se fueron cerrando y noté un brazo debajo de mi cabeza y otra en mi espalda que me acercaban a un cuerpo. Era Alleck. Abrí los ojos y le miré.

–¿Te desperté? – Negué con la cabeza – Va duerme, buenas noches pequeña – Y me besó. Dios. Era tan adicta a sus labios, a su olor, creo que es el mejor cojín que podré tener jamás.

Me desperté por un olor riquísimo. Mis tripas rujían, miré el reloj y aún faltaba más de una hora y media para ir a la universidad por lo cual me levanté y fui a buscar de dónde provenía ese olor.

–Buenos días Ayleen – Ahí estaba Jared haciendo tortitas y gofres. – Alleck ha preparado zumo de naranja y café – Alleck, verdad se había quedado a dormir, pero no le había visto aún. – Tranquila, se está duchando.

Cuando éste salió Jared fue a despertar a Lía. Me quedé embobada cuando Alleck salió del lavabo y fue a mi habitación. El trayecto es corto y la cocina era el único lugar donde ese podía ver el pequeño pasillo. Tenía la espalda bien formada, la justa musculatura, un tatuaje en cada brazo, la piel ligeramente moldeada. Por favor, me iba a dar un mini infarto como siguiese juntándole las pecas que tiene por el cuerpo.

–¿Quieres un cubo cielo? – Uh? Pero si está de espaldas ¿cómo puede saber que le estoy mirando? – Me dejé los pantalones en tu habitación, pero ahora no los encuentro. ¿Me echas una mano? – Me sonrojé y fui.

Al entrar en la habitación vi los pantalones de seguida. Estaban a simple vista, fui a por ellos, pero algo me paro. Alleck me cogió del brazo, empezó a besarme y me acorraló en la pared. Mi temperatura corporal subió a mil tropecientos grados y me sonrojé aún más. Afirmado, soy adicta a él. Al poco nos separamos seguido de un beso en la cabeza.

–Quiero ser el único que te de estos besos – Volvió a besarme – El que te acaricie así – Me acarició el brazo lentamente y yo cerré los ojos. – El que te erice la piel así – Lo dijo con un susurro que me hizo estremecer y acto seguido que se me pusiera la piel de gallina – Quiero ser el único al que uses de cojín por las noches – volvió a besarme lentamente – Quiero ser el único en tu vida.




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Hooooliiiiinkiii

La pesada de turno volvió. Nada. Que no me voy. Sé que es más corto que los demás, pero tenía muchas ganas de acabar este capítulo así. Y bueno, ¿Qué le responderá Ayleen?

Como siempre, muchas gracias por leerme. Me gustaría que comentarais porque eso me da ánimos. Estrellita si os gusto y hasta la prooxima.

Beesis de fresiiis.

Hasta que mis alas desaparezcanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora