Las horas pasaban y yo seguía pensando en porque no le hablé.
–¿Ayleen porque no le hablaste? No sé, tampoco es tan difícil niña. – Pensé. Fui una completa idiota, un ¿Qué tal? Con eso bastaba para que no pensara que soy un bicho raro, y quizá te habrías hecho amiga suya...
Al acabar Derecho de la publicidad cogí mis libros y fui hacia la taquilla. Al llegar a ésta, le vi. Su taquilla estaba a tres de las mías y podía verle sus musculosos brazos cogiendo sus cosas.
–Eh, embobada. – Chilló alguien detrás de mí. Pegué un bote y me giré. – ¿Quieres un cubo?
–Oh venga, no seas idiota.
–Pero en el fondo me quieres. – Negué con la cabeza. – Vamos va, te invito a un helado. – Me reí, soy amante de la comida.
–Con comida no se compra mi perdón por haberme asustado Nathan – Pasó un brazo por mi cuello. Él es bastante más alto que yo, lo que es normal, mido 1,61 así que ser bastante más alta que yo no es algo del otro mundo.
–Sabes perfectamente que sí.
Sorprendentemente cuando pasamos por al lado de Alleck me miró sonriente. Oh siento que me muero. Me siguió con la mirada y yo le miré de reojo. ¿Estoy soñando verdad? Nathan se dió cuenta de que le miraba, me besó la cabeza y Alleck apartó la mirada.
–¿Qué haces idiota? – Le susurré.
–Oye, tienes mucha agresividad contra mi eh. – Me apretó un dedo contra la costilla izquierda haciendo que estallase en carcajadas. Punto débil número uno; cosquillas. – Shht, relájate que aún pensaran mal.
Caminamos hasta el coche y nos subimos. Arrancó y nos dirigimos a casa.
– Se te cae el mundo cuando estas cerca de él. – Noté un cierto... ¿enfado?
Claro que se me cae el mundo, se me cae todo. Él es lo mejor que podría tener nunca, pero en cambio es demasiado imposible. Alleck es de los guapos y cuando digo guapo digo que cualquiera, hasta las profesoras, se mueren por él. Lleva el pelo corto moreno y unos tatuajes que le hacen tan increíblemente sexy. Un chico como él nunca se fijaría en una como yo si no fuera para pedir apuntes o para pedir un sitio cuando no había ninguno más libre.
– No me pasa nada cuando le veo. – Bajé la mirada y me sonrojé. Él pasó su mano por el pelo haciendo que le quedas despeinado pero muy bien. – ¿Hoy trabajas?
– No, este fin de semana tengo una sesión pero nada más. – Nathan era modelo, el último trabajo que tuvo fue con Lacoste así que ya digo el nivel de guapura tiene.
Llegamos a mi casa y dejé la maleta, cogí un bolso y me cambié de pantalones. – Lista.
– Perfecto. – dijo sin levantar la vista del móvil. – Oye Leen, ¿Qué tal si invitamos a Lía a venir con nosotros? – Lo que me faltaba, aguanta velas encima.
– De acuerdo, pero vámonos ya que si no me tumbaré en el sofá y ya sabes lo que pasa. – Me agarró de la mano y salimos prácticamente corriendo.
Nathan era un poco mujeriego por no decir bastante, durante el año pasado me lo pase llamándole Putita ya que cada fin de semana estaba con una diferente. Este año se había relajado y tan solo veía a un cada cierto tiempo y estaba segura que Lía era su próximo objetivo.
Subí a su coche y arrancó. Sonó su teléfono y lo cogí.
–¿Diga?
– Hola Nathan soy Steisy. – Oh mierda. Colgué.
ESTÁS LEYENDO
Hasta que mis alas desaparezcan
Novela Juvenil-¿Te has vuelto a dormir Ayleen?- dice riéndose- hoy hay que triunfar, espero conocer a tías sexys. -Cállate, pareces un salido. - ¿Sabías? Eres míster alegría por las mañanas. Nathan era mi mejor amigo desde que tenía conciencia, nuestros padres er...