Habían dos cosas que estaba segura. La primera era que a Nathan le pasaba algo y la segunda era que debía de hacer la compra. Por no tener, no me quedaba ni jabón para las manos e iba a base de jabón para lavar los platos.
-Leen, ¿Quieres seguir viendo la peli o pasamos? - Ese era Alleck, estabamos en mi casa como de costumbre viendo una película de miedo. No pasaría si no fuese porque estoy cagada de miedo y no puedo con mi alma y voy buscando cosas por hacer. -Pero contestame ya mujer que sino tendré que dormirme.
-Pues duermete, mira tu que problema. -En efecto, eso iba con segundas intenciones.
Las cosas con Nathan no habían mejorado en absoluto. Nuestra relación se basaba en huir el uno del otro, yo seguía profundamente enfadada y a él no sabía exactamente que le pasaba.
Con Alleck las cosas no podían ir mejor, se pasaba las tardes en mi casa, yo era su confidente y viceversa. Nos habíamos visto todas las temporadas de Juego de Tronos (incluyendo la que estaba en emisión), How Meet your Mother y Breaking Bad. Las películas de miedo eran nuestras favoritas y yo así tenía la oportunidad de abrazarle. No podía estar más contenta. Pero, no había pasado nada que se sobresaliese de la zona amigos y mis esperanzas se empezaban a ir al garete.
-Mujeeeeeer- Dijo Alleck yendo hacia la cocina - Me voy a quedar a cenar, ¿Vale? -Puse los ojos en blanco. - Ya lo se, no necesito invitación, me autoinvito solo. -Hice una mueca de enfado fingida -Va melona -Me tocó con el dedo en la mejilla y presionó - Vamos a ver la película, no seas cagada. -Y me abrazó. ¡ME ABRAZÓ! Sus brazos eran cálidos, su olor era una mezcla entre masculinidad y una colonia que me volvia loca. Cerré los ojos inhalando y asentí.
Me llevó abrazada hasta el sofá mientras que yo intentaba no caerme al suelo ya que andaba hacia atrás. Nos sentamos y volvio a poner la película. Tenía miedo, mejor dicho estaba cagadisima y no habían pasado ni dos segundos desde que le dió al play.
Cuando quedaba cerca de media hora para que acabase la película alguien tocó a la puerta.
-¡Voooy! -Dije mientras levantaba mi enorme culo y me salía de entre los brazos de Alleck. Ya puede ser importante. Pensé. Al abrir la puerta volví a quedarme boquiabierta. Era Nathan.
-Esto...hola. -No paraba de tocarse el pelo de forma nerviosa -¿Podemos hablar?
-¿Tiene que ser ahora? - La voz no salió de mí, sino fue Alleck. -Estamos en medio de una película -Le miró con cara de asco y se dirigió a cerrar la puerta.
Puse la mano y paré la puerta. -No le cierres la puerta en los morros, gracias. -Mi voz sonó muy borde - Nathan, creo que deberíamos quedar una tarde para aclarar las cosas. Tu tienes que aclarar tus acciones mejor dicho.
-De acuerdo -Estaba sonriendo- ¿Paso a buscarte mañana despues de currar? - Asentí y besó mi mejilla - Hasta mañana enana. - Y se fue.
-Creo que yo también debería irme. Es tarde y tengo cosas que hacer. -Parpadee y le miré a los ojos con cara de preocupada. -Esta todo bien tranquila.
-Vale, ¿cuando nos vemos? -Le pregunté.
-Yo te llamo. Hasta mañana pedorra. -Me despedí y se fue cerrando la puerta detras de él.
-Mierda.
Dos segundos despues volvieron a tocar al timbre. -Vooy - Chillé. Al abrir la puerta vi a Alleck al otro lado. - ¿Que te dejaste esta vez melón?
-Esto. - Acto seguido se abalanzó hacia mí, juntando sus labios contra mi mejilla. Fue un beso lento, pero muy significativo. Se quedó un instante pegado a mi, muy cerca de la comisura de mis labios.
Deseaba que me besara. Mi subconciente me chillaba para que le pusiese coraje, le agarrase del pelo y le besara. Pero ahí me quedé. Atonita. Mirando un punto fijo de la puerta mientras mis mejillas iban adquiriendo un color rojizo.
- Ahora si, nos vemos pedorra. - No recibió respuesta por mi parte, cerré la puerta a la vez que los ojos y suspiré.
Este chico estaba acabando conmigo.
Infinidad verde. Otra vez. El misterioso personaje se volvía a acercar a mí. Pero esta vez algo ha cambiado, sus labios están demasiado cerca de los míos y no consigo despertarme. Levanta la mirada hacia mí y veo sus enormes ojos color gris.
-No te quiero - Susurraba cerca de mis labios. - Nadie te ha querido nunca.
Lagrimas salían de mis ojos como una cascada, pero no me sorprendía. No era la primera vez que escuchaba esas palabras de su boca, me parecían incluso familiares. Duelen, pero no sorprenden. Cogí fuerzas para contestarle y al pronunciar el primer sonido desperté.
Corriendo me levanté, la alarma sonaba. Las siete de la mañana, tenía que irme a trabajar. Cogí el uniforme, se basaba en una camiseta azul y unos leggins negros. Me maquillé un poco y salí a esperar el autobús.
En la parada de bus me senté junto a dos señoras mayores que hablaban de lo enfermas que estaban. Su conversación parecía más una competición por cual estaba más fastidiada de la espalda o de las piernas.
El bus llegó, pagué y me senté en la parte de arriba a la derecha, mi sitio. Al otro lado había sentado un chico con capucha escuchando música. Al sentarme levanto la mirada y me examinó.Ojos grises.
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Hooooooooooooooooooooooooola!
Se que a estas alturas mucha gente habrá dejado de leerme pero bueno, yo con mucho amor vengo a reconquistar vuestros corazones.
Es quizá un poquillo flojillo pero vengo con muchas ideas nuevas y ganas.
Me alegro de volver a escribir para vosotros.
Besos y abrazos.
Liitze
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Hasta que mis alas desaparezcan
Teen Fiction-¿Te has vuelto a dormir Ayleen?- dice riéndose- hoy hay que triunfar, espero conocer a tías sexys. -Cállate, pareces un salido. - ¿Sabías? Eres míster alegría por las mañanas. Nathan era mi mejor amigo desde que tenía conciencia, nuestros padres er...