xviii. Inesperado milagro.

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CAPÍTULO DIECIOCHO

INESPERADO MILAGRO

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Mientras tanto en el mundo de los vivos, Fred Weasley acababa de contarle a su familia y a sus amigos todo lo que había pasado después de haber muerto, pero tratando de mencionar lo mínimo posible a Zaira; pues sólo el hacerlo, era una gran tortura para él.

Nadie se podía creer lo que decía. Lo cual era bastante comprensible, pues era difícil de creer que había estado viviendo en un reino, donde también se encontraban James, Lily, Tonks, Lupin y Sirius, entre muchos otros. El primero en creerle –¿cómo no?– había sido George, su gemelo, al cual se lo había agradecido. Pero, ¿cómo iba a desconfiar George de su otra mitad? Eso era imposible. Por muy extraña e ilógica que sonase la historia de Fred, sabía que él no se inventaría algo tan enrevesado como aquello. No después de haberles hecho pasar por tal calvario y sufrimiento con su muerte.

Poco después, el pelirrojo se había marchado a su habitación un rato, para estar solo y aclarar sus pensamientos. Lo lógico sería pensar que quería pasar tiempo con su familia, pero lo único en que pensaba era en Zaira y en qué iba a hacer ahora que jamás podría volver a tenerla a su lado. Ahora que jamás volvería a besar sus labios o acariciar su cuerpo. Ahora que jamás volvería a ver su brillante sonrisa o perderse en su dorada mirada. Ahora que jamás podría decirle lo idiota que había sido al no escucharla o lo mucho que realmente la amaba. Pues ella era todo lo que él siempre había querido.

Unos diez minutos después, su gemelo entró en la habitación y se sentó a su lado en la cama. Sin decir palabra, le robó la carta que sostenía entre sus manos y comenzó a leerla con detenimiento. Nada más hacerlo, las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos. Cada palabra en aquella carta, hacía que el corazón del gemelo menor se encogiese. Y si eso le sucedía a él, no sabía como debía haber reaccionado su otra mitad al leerla.

Lo miró, una vez terminó la lectura, sin saber que decir y vio como Fred también lloraba. Estaba desconsolado, roto. Al final, George simplemente lo abrazó, sabía perfectamente que su gemelo necesitaba apoyo y cariño para superar aquello, incluso si imaginaba que eso iba a costar. No podía imaginarse cuan profundo podía ser el dolor de su gemelo. Debía ser igual o peor que el dolor que él había sentido al perder a Fred durante ese tiempo.


Una hora más tarde desde que George había empezado a consolarlo, cuando las lágrimas de ambos se habían acabado, bajaron de nuevo al salón donde los demás los estaban esperando. Nadie dijo nada, se notaba la tensión en el ambiente.

De pronto, una voz que nadie pensó que escucharían de nuevo, resonó por toda la estancia.

—¡Fred! ¿Fred, puedes oírme? —preguntaba la voz de una mujer, una voz que todos supieron que pertenecía a Nymphadora Tonks.

¿Quieres mi ayuda? ➳ Fred WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora