—Maddie, levántate, hay que ir a desayunar y Allison tiene hambre. No me haré cargo de tu gato —dijo la niña mientras acariciaba al gatito que ronroneaba sobre su falda mientras estaba sentada en la cama, intentando despertar a su hermana.
—¡Déjame dormir, Noa!—¡Mamá, Madison no quiere levantarse!
—Pues ven a desayunar tú, es problema de ella si se queda sin desayuno —respondió su madre severamente, destacando la última frase.
Al oír esto, Maddie se levantó de un salto.
—Te veo en la cocina —murmuró Noa para luego bajar a desayunar.
Noa bajaba muy tranquilamente las escaleras, pero al llegar al último escalón, cayó al suelo.
Madison había bajado corriendo detrás de ella, y la había empujado.—He ganado la carrera —rió Maddie.
—¿Qué carrera, tonta? —dijo Noa, aguantando el enojo que sentía, y juntas se dispusieron a desayunar.
—¿Qué se siente el primer día de vacaciones, hijas? —preguntó su madre. "Increíble." respondieron las niñas al unísono—. Pues comiencen a preocuparse, porque cumplen once años y, como cualquier niño, se cambiarán a una escuela secundaria. Y eso nos dedicaremos a buscar en este verano —dijo su madre, tranquilamente.
Las niñas de miraron con desilusión: de acuerdo con sus aptitudes, tal vez tendrían que separarse.
Terminaron de desayunar y alimentaron a Allison, una gata de unos cuantos años, que Maddie había encontrado en la calle cuando apenas tenía meses de vida. Desde entonces, no había prenda de Maddie que no estuviese impregnada de una cantidad importante de pelos de gato, pues la unión entre Madison y Ally era fuerte y pasaban todo el día juntas.
Luego de ordenar su cuarto, llegó la hora del almuerzo, con su padre ausente, como era frecuente. Se trataba de un hombre de negocios muy trabajador que pasaba el día entero ganándole el pan a su familia.
Maddie fue a la casa de su vecinita con Allison, ya que disfrutaban de jugar con sus mascotas juntas. Por otra parte, Noa amaba probar cosas nuevas: le gustaba investigar, hacer deporte y amaba la música; no era como Maddie, a Maddie le encantaba estar con sus seres queridos, en especial con los animales y amigos, era relativamente extrovertida, no como Noa.
Noa pidió permiso a su madre para ir a jugar a la plaza, sola, como siempre, y su madre aceptó. Sabía que no se metería en problemas.
Caminó hasta llegar a la plaza, subió a la resbaladilla y se dispuso a observar el vecindario. Cada día se aburría más de su propia vida. Era muy mala haciendo amigos, y su vecindario era muy poco interesante.
Estuvo jugando en solitario por minutos, horas, quién sabe, cuando vio a un niño correr siendo perseguido por otros tres niños, algo regordetes.
El niño corrió por delante de la resbaladilla, se detuvo, miró a Noa por unos segundos y, al ver que los chicos venían por él, siguió corriendo; en ningún momento perdió la palidez de su rostro asustado.
Noa notó que sus anteojos redondos estaban rotos, y que, en su frente, tenía una extraña marca.
Ni siquiera se había dado cuenta de cuanto tiempo había estado allí, jugando, porque enseguida su madre la llamó a cenar. Bueno, no su madre, exactamente.
Maddie y Noa fueron adoptadas cuando apenas eran unos bebés, y a pesar de no saber nada sobre su pasado, siempre supieron que sus tutores no eran sus verdaderos padres. Sin embargo, vivieron una infancia bastante normal, llena de alegrías y experiencias promedio.
Las niñas se fueron a dormir; y Noa seguía pensando en el niño de los anteojos rotos.
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Pequeñas Black Y La Piedra Filosofal (TERMINADA)
Fiksi PenggemarLa historia paralela a la vida de Harry Potter, el niño que vivió. Un par de mellizas cuyas vidas iban a cambiar. Los destinos de ambos se cruzarían. Y por primera vez, vivirían aventuras con el famoso Harry Potter. Y no sería la última vez.