No son cuentos de princesas,
son cuentos de una solista,
no era chica de revista
sino de poeta traviesa.
Bolígrafo, espada gruesa,
listo para la conquista,
se encontró con tu sonrisa
y ojos de tigresa.
En un asalto caía,
el brillantor de tus ojos
la inspiración vencía.
Se enfrentaba a sus cerrojos,
ya por fin lo conseguía,
ella amaba todos sus despojos.