Te imagino en cada Luna mirando más allá,
donde solo las estrellas más brillantes pueden ver.
Sé a cuantos cielos puedes iluminar con un gesto,
y me veo, tan orgullosa, que se me escapa la sonrisa.
Echaba de menos la delicadeza de tus palabras,
la calidez de los versos que gritas al viento
y la manera en que tu psique musita a cuentagotas
a este ser de Enero que aún no sabe encontrarse.
Te espero en cada rincón aunque tú no me veas,
algún día tenía que aprender a ser más sigilosa.
Te espero, Luna llena, en cada temblor de invierno
para encender la luz de cada oscura noche.
Te espero en cada acorde de nuestro piano roto
para tocar aquellas melodías una y otra vez.
Estás aquí. Volviste al lugar de donde nunca supiste irte.