17, Horror

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   Volvimos al Área con la respiración entrecortada. Los Habitantes corrieron hasta nosotros, encontrándonos con Newt más allá.

   Estábamos agitados, emocionados. Habíamos encontrado una posible salida, sin embargo,  Gally no estaba de acuerdo.

        —Todo esto es extraño. ¡No deberían creerle! Es uno de ellos.

        —Pero estoy aquí con ustedes Gally. ¿Cuánto tiempo has estado aquí sin encontrar una salida? ¿Y estas tranquilo? ¿No has pensado en que existe la posibilidad de salir de aquí?

        —¡Llevo aquí tres años! ¿Y llegas tu y las cosas cambian? No hay salida, amigos. Si la hubiese ya la habríamos encontrado.

        —¡Tres años, Gally! ¿Y no has pensado en querer salir de aquí? Hay una salida Gally, podemos largarnos de aquí.

        —No deben creerle. Es uno de ellos.

        —He tratado de ayudarlos a salir de aquí. Tres años, Gally. Es tiempo de que empieces a hacer algo.

        —¡Silencio!— gritó una voz femenina a nuestro costado —Es Alby. Está despierto.

   De inmediato corrimos hasta la Finca. Ahí estaba él, sentado con lágrimas cayendo de sus ojos. Una venda rodeaba su cabeza en ese momento, no lo había visto desde aquel día en el que fue pinchado. Era un desastre.

        —Tuve recuerdos— decía él soltando lágrimas —Tu estabas en ellos, Thomas.

   Habíamos quedado en silencio. Thomas respiraba profundamente intentando controlar esta situación.

        —¿Y aún van a creerle?— comentó Gally.

   El chico salió de la Finca a paso firme. Yo iba tras de él, necesitaba calmarlo y convencerlo de que finalmente podríamos salir de aquí y que todo estaría bien. Thomas no importaba, sólo la salida.

        —No, no quiero tus palabras. Me traicionaste— dijo él zafando el agarre.

—¡No te he traicionado y no voy a traicionarte!— le grité parándole el paso. —Pero tienes que entender que si existe una salida y logramos salir de aquí, no importa quién haya sido el que la haya encontrado, importará que salimos de una Miertera vez. Eso es lo que importa.

—Hablas como él ahora, ¿Te has escuchado?

—No me vengas con eso ahora, Gally.

De repente, oímos como una alarma estruendosa. Los habitantes corrieron hacia la puerta del Oeste de inmediato. Gally y yo nos miramos y corrimos hasta ellos.

—¿Qué es eso?— pregunté.

—Las puertas, no han cerrado— sentí miedo. Lo único que nos protegía por las noches eran esos muros y hoy, habían quedado abiertos. Newt y el grupo de chicos llegaron segundos más tarde. Todos los Habitantes no reunimos frente a las puertas. Algunos gritos se hicieron presentes, luego, como un chirrido ensordecedor, las puertas adicionales se arrastraron por el piso abriéndose por completo.

—No puede ser— susurro. Los habitantes se separaron y comenzaron a correr asustados

—¡Los Penitentes! ¡Las puertas están abiertas!— grité asustada

—Shhh, tranquila— dijo Thomas —Minho, junten todas sus armas y repartanlas a los Habitantes, Newt, levanten barricadas antes de que lleguen los Penitentes. Tendremos que pelear si es necesario

—Bien.

—¡Vamos, Chuck, Teresa! ¡Vienen conmigo!

En ese instante la entrada de los Penitentes había comenzado. Corrí junto a Minho por las armas. Di la vuelta mirando a Teresa, estaba paralizada frente a un Penitente que venía en su búsqueda.

   Logré tomar la mano de Minho, para finalmente, llegar al cuarto de Armas.
Me armé con un cuchillo en la pierna derecha. Tomé una lanza y salí del cuarto. Otros corredores estaban aún con Minho, tomando Armas para los otros Habitantes.

        —¡Vay, vayan— exclamó el asiático. Se paró a mi lado y, tomándome de ambos hombros dijo —______, hicimos una promesa. Yo espero que tú la cumplas.

        —Sácanos de aquí. Vamos a cruzar esa salida juntos, ¿Está bien?

        —Vamos— corrimos de vuelta al  Área.

   Era un caos. Gritos provenientes de todos los sectores del Área. Me había paralizado sintiendo el calor de las barricadas rozando mi piel y el olor a destrucción entrando por mi nariz.
Un penitente se acercaba a mi, con notable velocidad, entonces volví a tierra.

        —¡______!— gritó Eric a un costado. Pude reconocer su voz. No alcancé a divisar a ninguno de mis amigos cerca. Corrí hacia un costado, en dirección a la puerta Oeste. El constante repiqueteo del Penitente era como un escalofrío a lo largo de mi columna vertebral. Volteé sin dejar la corrida, aquel rostro tan mal estructurado fue cllo un ataque adrenalínico para salvar mi vida de ese horrendo rostro. Frente a mi se acercaba otro. Con facilidad logré deslizarme por el césped pasando bajo el otro Penitente.

   Un grito, como aquellos que se escuchaban por las noches en Laberinto, se pronunció con fuerza. Ahora tenía dos Penitentes corriendo tras de mi.

   Un grupo de Habitantes logró llegar en mi ayuda. Le habían prendido fuego con sus antorchas a uno de ellos quemándolo casi por completo.

—¡El campo de maíz!— susurró Jack. Corrimos hasta el campo esperando no ser encontrados por los Penitentes, pero antes de lograr entrar en él, un habitante salió volando hasta el otro lado. Luego otro y otro.

—No, no— dije. Más allá, Gally corría junto a un pequeño grupo que estaba por esconderse en la Caja —¡Vayan con ellos! ¡Y tengan cuidado!

Observé a todos lados, y entonces vi a Thomas corriendo en dirección a la Finca. No dudé en seguirlo, corrí rápidamente alcanzándolos. La puerta se cerró tras nosotros dejando en el encierro unas miradas aterradas y respiraciones constantemente agitadas. Me apoyé contra la muralla, junto a Newt. Observábamos hacia el techo. Podíamos escuchar ruido sobre nosotros, gritos inquietantes en el exterior y nuestro miedo aflorando cada vez más.

Nos sobresaltamos de un segundo a otro. Los gritos de Teresa a mi costado eran irritantes, sin embargo entendía su miedo. Un penitente había entrado y tomado a algunos habitantes quitándoles la vida.

—¡Thomas!— gritó Chuck. Lo habían agarrado de la cintura. Thomas logró reaccionar y agarrar su mano, colgandose de ella para evitar entregarlo al Penitente. Minho se colgó junto a Thomas ayudando con su fuerza. Sentí miedo en ese momento. No podían arrebatarnos a Chuck.

—¡Chuck!— gritábamos. Alby tomó un objeto cortante y golpeó el brazo. Una, dos, tres veces. Hasta qué lo hizo, y Chuck cayó a un costado de Teresa. Nos agrupamos apuntando con nuestras armas, yo dispuesta a atacar con furia.

She's My Runner | Minho | TMRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora