Capítulo 6

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—Es un poco tonto —comentó Kellin—. Pero me recuerdas a una ex novia del instituto —dijo recargándose en el respaldo.

______ sonrió levemente y se removió incómoda en su asiento. La junta había transcurrido sin problemas, habían concordado en ciertos puntos y también habían elaborado un par de propuestas que se implementarían lo más pronto posible.

—Dime, ¿de dónde eres?

—¿Por qué quiere saber eso? —cuestionó ella.

—Bueno, sólo curiosidad, supongo.

Ella asintió y clavó la vista en un portarretratos del escritorio del dueño de todo aquel imperio. Frunció el ceño, aquello no podía ser posible.

—¿Es su esposa?

—¿Esposa? —repitió él con el ceño fruncido.

______ le señaló la fotografía que se encontraba en aquel portarretratos plateado. Estaba él con una gran sonrisa, su cabello caía desordenado y algunos mechones cubrían sus ojos, pero lo inquietante era que al lado se encontraba ella. Ella reía, su larga cabellera estaba desordenada y vestía una camisa que le había quitado a Kellin para que pasara a formar parte de su guardarropa. Lucía muy feliz mientras los brazos de él la rodeaban por la cintura con tanta ternura.

Recordaba aquel día. Cumplían un mes de noviazgo y Kellin le había dado uno de los mejores días de su vida.

Su corazón se estrujó al recordar aquellos tiempos donde la felicidad estaba presente en su vida, cuando el pasado ya no dolía, cuando creía ciegamente en el amor.

—No es mi esposa —dijo él sacándola de sus tortuosos pensamientos—. Es... bueno, era una persona especial para mí —se limitó a decir con un destello de dolor en aquellos ojos grisáceos.

—¿Ella... murió?

Él negó lentamente mientras una mueca surcaba aquellos labios que alguna vez amaba besar.

—No... ella no ha muerto, o al menos eso supongo —dijo él con una voz notablemente afectada—. Ella sólo se fue...

—¿Por qué?

Sabía que no debía indagar demasiado en el tema. Pero ahí se encontraba, sentada frente a él preguntado cosas sobre un pasado que ella conocía. Se estaba arriesgando a ser descubierta o a una reprimenda por indagar en asuntos personales.

—Un malentendido. Un grave y desastroso malentendido —murmuró.

—¿No tuvo la oportunidad de aclararle las cosas?

Un intento de sonrisa fallida se dibujó en aquel rostro lleno de dolor.

—No. Llegué muy tarde para dar explicaciones.

—Ella debió haberlo escuchado.

Quería saber más sobre todo aquello. Quería saber hasta dónde era capaz de mentir para hacerse pasar por la victima.

—No. Yo tuve gran parte de la culpa en todo —confesó—. No estuve para ella cuando más me necesitó, así que era de esperarse que ella desconfiara de mí y que no me diera la oportunidad de aclarar las cosas.

—¿La ha buscado?

—Durante años —contestó con amargura—. Dejé todo por encontrarla. La escuela, mis amigos, mi familia, mi banda... llegué a esta ciudad con el único objetivo de encontrarla.

—Y terminó construyendo un imperio.

—Si —dijo con una mueca—. Daría todo esto, absolutamente todo sólo para hablar con ella por cinco minutos y decirle cuánto le amo.

¡Te Amo, Idiota! (Book 2) [Kellin Quinn y Tu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora