Capítulo III

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Cosmo impactó contra el casillero rojo, el cual le hizo soltar un alarido de dolor puro, el casillero se había sumido por el impacto tan fuerte. El chico que era atractivo ahora estaba hecho un asco, tenía sangre por toda la cara y camisa blanca, mostrando notoriamente las manchas rojas de la sangre, la nariz la tenía un poco desviada y sus labios rotos, sus ojos azules inyectados de sangre se encontraron con los ojos grises de su atacante, esos ojos que se deleitaban al ver sufrir a Cosmo. El chico de ojos azules hizo el mérito de levantarse, todos los espectadores abuchearon y otros soltaron gemidos de sorpresa.

Cosmo era un chico atractivo, de ojos azules y pelo rubio, un poco de barba, alto y fornido de tez blanca. Pero el chico siempre terminaba con otra apariencia, con la apariencia de un chico golpeado brutalmente, todo por ser heterosexual, cosa que en TERRA era una abominación, algo que la religión lo tachaba como pecado mortal. Nadie lo entendía, solo sus madres, las cuales lo protegían de todo, más y sin embargo no sabían lo que Cosmo había vivido desde que entró a preparatoria, él no se los contaría, su acosadora ya se lo había advertido y a Cosmo le había quedado muy claro.

—Pero si el rarito ya se levantó—dijo la chica de ojos grises—¿Qué ves?, ¿Mis pechos rarito? ¡Qué asco de persona!—la chica le deposito otro golpe en el rostro y Cosmo cayó de nuevo al suelo—Haznos un favor y muere, eres una peste.—la chica pelirroja volvió a patearlo en el estómago y después no le importo donde lo pateaba, solo lo hacía.

Cosmo soltaba quejidos de dolor e incluso algunas veces gritaba. La multitud se arremolinaba alrededor de la atacante y el atacado, unos reían, otros pedían más, otros solo miraban callados y otros ofendían a Cosmo, pero nadie acudía a su ayuda. La chica de ojos grises sonrió de oreja a oreja, podría ser el mismo diablo, el físico de la mismísima tentación, el pelo tan rojo como el fuego mismo, la piel blanca que contrastaba con sus labios rojizos, su minifalda se ladeaba cada vez que pateaba al chico y su suéter rosa tenia manchas de sangre pertenecientes al chico de ojos azules. Zafiro le pasó una cubeta a su novia la pelirroja y su sonrisa también era tan maligna como la de su novia. Apenas vertería el apestoso liquido sobre Cosmo cuando una voz le gritó la pelirroja.

—¡Ya déjalo en paz Nébula!—le gritó un chico de cabello negro y ojos verdes, Eclipse.

Nébula se volteó furiosa hacia el Eclipse y la tensión no tardó en presentarse, nunca antes se habían enfrentado Eclipse ni Nébula, las dos personas más crueles de la escuela según los alumnos de esta. Tal vez tuvieran algo de razón, ambos eran crueles, pero de distinta manera. Eclipse había visto miles de veces como Nébula golpeaba a Cosmo, pero solo lo ignoraba, "No es mi problema, ya tengo muchos como para meterme en más" se decía Eclipse y seguía su curso, pero ahora, ahora el sentía un poco de lastima por Cosmo, Eclipse lo vivía, pero con sus padres.

—¡Tú no te metas!—le espetó Nébula a Eclipse—¿O acaso te gusta este rarito?, Lastima este le gusta jugar para el otro bando.—dijo sínica

Eclipse no dijo nada, solo se abría paso entre los espectadores empujándolos. La pelirroja lo encaró y le dedicó su mirada más furiosa que la chica se permitía, pero Eclipse ya había aprendido muy bien a ocultar sus sentimientos y mostrarse frio, como sus padres.

—No te atrevas a ayudarlo—le advirtió Nébula y señaló el rostro de Eclipse

—No te atrevas a volverme a señalar—dijo Eclipse y de un golpe aparto la mano de Nébula—Tú y yo no somos iguales.—todos callaron y otros reprimieron risas, Nébula se puso roja de furia.

Eclipse hizo a un lado a la chica y se acercó a Cosmo que lloraba por dentro de furia. Cosmo no entendía a este mundo, deseaba estar en uno diferente, deseaba ser feliz, y tal vez podría serlo, pero para llegar a la felicidad siempre se tiene que cruzar por un camino de dolor. El chico de ojos verdes se agachó junto a Cosmo y lo ayudó a levantarse, poco a poco y delicadamente, el chico de ojos azules estaba muy herido. Una vez que los dos chicos estaban de pie, Nébula se dispuso a golpear en el rostro a Eclipse, quien dejó caer a Cosmo al suelo y soltara un grito. Eclipse le devolvió el golpe y Nébula empezó a sangrar de los labios, esta lo miró con odio y se marchó furiosa por los pasillos jalando a su novia Zafiro. Eclipse se volvió a agachar para levantar a Cosmo.

—Gracias—susurró Cosmo

—No somos amigos, ¿entendido?, no somos nada.

—Entiendo

Eclipse dejó en enfermería a Cosmo y se retiró a su respectivo salón de clases. Pero Cosmo se quedó en esa camilla con la enfermera regordeta que no dejaba de comer y sanaba las heridas al mismo tiempo, incluso le llegó a caer un trozo de tomate a la camisa de Cosmo.

—Bueno, ya estaba manchada de todos modos—fue lo que dijo la enfermera y Cosmo solo cerró los ojos, anhelando despertar en otro mundo, dimensión o lo que sea, quería estar lejos de este mundo tan prejuicioso.

La enfermera le empezaba a limpiar con el algodón y alcohol las heridas, provocando que el chico rubio soltara gemidos de dolor, que reprimió mordiéndose el labio, el cual le sabía a fierro. Le vendó los brazos y parte del tórax, le puso pomada en los labios partidos y trato de componer la nariz. Cosmo salió de la enfermería parchado y vendado por todas partes, una excusa más se tendría que inventar para decírselo a sus madres, "Una vez más caí de las escaleras" pensó con coraje, él no le hacía nada a Nébula, ¿por qué ella era tan cruel con él entonces?. Pasó salones, buscando el suyo, ya había perdido dos clases por estar en enfermería, seguramente aun no llegaba su profesor de Astrologia, siempre llegaba tarde.

Entró al salón, fue ignorado completamente, no era la primera vez que lo veían llegar tarde y golpeado, ya era común. Se sentó en su lugar habitual, atrás, en los últimos asientos, donde nadie lo pudiera ver o molestar. "Algún día seré feliz, tan feliz que compartiré mi felicidad con otra persona" se alentó el chico.

El profesor de Astronomía entro desgastado como siempre, con una cara que trasmitía años de frustración, Cosmo la conocía muy bien. Vieron un poco más de lo mismo, los planetas, constelaciones, entre otros temas, Cosmo lo ignoraba, el no estudiaría nada de astronomía, él quería estudiar para biólogo marino, le fascinaba esos temas, pero era raro que le tomaran mucha importancia a ese tipo de carreras.

El chico podía defenderse, defenderse de Nébula, pero no lo hacía, el porqué, era simple, sentía que lo merecía, no es como si estuviera orgulloso de ser lo que era, y cada golpe y humillación por parte de los demás lo hacían cada vez un poco más fuerte, cada golpe era un respingo de valor y aceptación, era como su zona reflexiva, donde hablaba consigo mismo y despejaba su mente, ya estaba acostumbrado a los golpes, así que no dolían tanto después de todo. El chico quería ser fuerte, lo deseaba, pero se sentía tan débil, que era lo que realmente lo cegaba de su grandeza.

El receso comenzó y Cosmo salió disparado, el comedor se llenaba rápido, y más cuando era inicio de curso, porque llegaban nuevos alumnos. A Cosmo no le atraía ninguna chica, mucho menos algún chico, ya conocía a la mayoría de las chicas de la escuela y todas eran tan estúpidas u homosexuales, nada fuera de lo común. Entró al comedor y se sirvió rápido en la bandeja comida, se sentó en una mesa al final, exiliada de las demás y se dispuso a comer cuando una cabellera rubia lo sacó de sus pensamientos, sus ojos azules se encontraron por un momento con esos ojos oliváceos que jamás olvidaría. 

Aventuras espaciales: "The Elementals" Donde viven las historias. Descúbrelo ahora