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-Habla- dijo- pero si te mueves gritaré.

Armen suspiró:

-Mira Nathreb, para estar en Erindol solo puedes haber llegado de dos formas. O bien has nacido aquí o bien has llegado por magia. Sabemos que no has nacido aquí...

-¿Cómo?

-Da igual, lo sabemos. El caso es que si no has nacido aquí tienes que haber llegado por magia. Y entonces eres una bruja. Como la mayoría de gente de Erindol.

-No. Para empezar, no he llegado aquí sola. Había alguien. En un sueño. Una mujer me ayudó a entrar.

-Nathreb, puede que alguien te ayudara, pero ya te he dicho que nadie puede entrar aquí sin magia.

-Pero la dama...

-¡Da igual Nathreb! ¡Da igual! Esa misteriosa mujer que tú dices, podría haber introducido tu consciencia en Erindol, pero para que tu cuerpo entre también necesita que haya una mínima cantidad de magia en tu sangre. Aunque sea una millonésima de milésima de magia en tu sangre, tiene que haber, ¿no lo entiendes?

-Entonces, ¿dices que puedo hacer magia?

-Cuando alguien es poseedor de la magia, el resto de magos puede verlo. Se crea un aura alrededor del mago o bruja. Un aura dorada. Puedes tenerla amarilla pálida o dorada brillante. Y la tuya es la más brillante que jamás haya visto. Bueno, quizás no la más brillante... Pero muy brillante de todos modos.

-¿Y por qué yo no veo la tuya?

-Tus ojos todavía tienen que acostumbrarse a la magia.

ErindolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora