Freco

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-¡No eres quién para hablarme así!

Armen se dirigió hacia la puerta y posó la mano en el pomo. Volviéndose hacia Nathreb dijo:

-Claro que soy quién para hablarte así. Te he salvado la vida. Te voy a cerrar.- añadió mientras salía.

Nathreb volvió a tumbarse en la cama, harta de todo. Le decían que tenía magia y que era fantástica y luego la dejaban encerrada. No era justo. Aporreó la almohada con un puño y gritó con todas sus fuerzas. Sin embargo, nadie abrió. Nathreb volvió a gritar, se levantó de la cama como pudo y comenzó a golpear la puerta. Miró por la cerradura, pero lo único que consiguió ver fue oscuridad. Iba a volver a la cama cuando se hizo la luz en su cabeza.

-La cerradura-murmuró- ¡Si tengo magia realmente puedo abrir la cerradura! ¡Y si no la abro, es que mienten!

Miró a la cerradura fijamente. Impulsada por una fuerza, extendió los brazos e intentó transmitir toda la fuerza de su cuerpo a ellos. Comenzó:

-Ábre...

Se detuvo sin saber por qué. De algún modo intuía que no iba a abrir la puerta así. Armen había dicho algo en otra lengua, una lengua que ella no conocía. ¿Seguro? Antes de que pudiera evitarlo, una palabra se abrió paso hacia sus labios:

Ostium clauditis!

La puerta chirrió suavemente antes de abrirse. Nathreb sacó su pierna mala de la cama aguantando el dolor, y, apoyándose en la pared fue arrastrándose hacia ella. Salió al pasillo. Todo era blanco a su alrededor. No había ventanas en el pasillo, pero no le importaba. Echó a andar. Había puertas a ambos lados del corredor y a Nathreb le atraía particularmente una que estaba casi al fondo. Caminó hacia ella lentamente y posó la mano en el pomo de la puerta. Respiró hondo y se preguntó si estaba haciendo lo correcto. A fin de cuentas, la gente a la que estaba desobedeciendo le había salvado la vida.
Sin embargo, había algo detrás de la puerta, algo que no podía ignorar. Empujó hacia abajo el pomo y cuando iba a entrar oyó:

-¡Nathreb no! ¡No entres ahí!

Se giró y vio a Freco correr hacia ella. La puerta la atraía demasiado, no podía fijarse en Freco ahora. Alzó las manos y pensó "Iungendorum". Antes de que pudiera siquiera acabar de pensar en lo que tenía que decir, oyó el bramido de Freco y, supo lo que iba a pasar antes de que una fuerza sobrehumana la apartara de la puerta y la hiciera chocar contra la pared. Freco la alcanzó al cabo de unos instantes y agachándose mientras miraba muy fijamente a Nathreb dijo:

-Podrías igualar a un crío de cinco años Nathreb. Ni siquiera ganarle, igualarle. Pero a mí no. La magia puede ser peligrosa. No puedes jugar con ella.

La agarró por un brazo y la levantó como si no pesara nada. Nathreb nunca había visto a nadie tan alterado. Freco, habitualmente calmado y con su precioso pelo marrón peinado con una raya estaba ahora furioso, colorado y agitado. La llevó arrastrando hasta la habitación y la tiró sobre la cama

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