Miro a través de la ventana el paisaje oscuro iluminado tenuemente por la luz de la luna. Va pasando ante mis ojos, rápido; muy rápido, demasiado para mi gusto. Aun no tengo ni la más remota idea de cuál va a ser la respuesta que le daré a Ingrid, pero si por mí fuera este viaje no tendría final y nunca tendríamos que volver al albergue ni enfrentarme a ella ni a mis sentimientos. "¿Por qué todo tiene que ser tan complicado para mí? Yo solo quería vivir aislado y olvidar todo mi pasado..." Me lamento mientras suspiro empañando la ventanilla. De vez en cuando miro a Ingrid de reojo y puedo asegurar que ella también está sumida en sus propios pensamientos, me encantaría entrar en su cabeza y así descubrir qué es lo que está pensando.
Pero ahora mismo tengo que pensar fríamente qué es lo que quiero. ¿Olvidarme de mi pasado y ser feliz al lado de Ingrid, aun corriendo el riesgo de que vuelva a ocurrir una desgracia? ¿Renunciar a Ingrid para evitar posibles riesgos y vivir una vida de soledad en la que me torturaría a diario con su recuerdo? ¿Poner fin a todo y quitarme del medio, para dejar de sufrir y tener por fin algo de paz? No... Definitivamente ésa no es una opción, la vida es un regalo que aunque a veces sea algo amargo no se debe desperdiciar.
Estaba tan sumido en mi mar de dudas que no me había percatado que Ingrid había ido aminorando la velocidad, hasta que un par de trompicones me hacen espabilar y volver a la realidad. Una realidad en la cual estamos parados en la cuneta, y lo más probable es que sea porque algo no marcha bien.
- ¿Ha ocurrido algo? – le pregunto algo asustado
- Lo que ocurre es que soy medio tonta – dice con la voz quebrada mientras las lágrimas se agolpan en sus ojos a punto de desbordarse – Creía que tenía el depósito casi lleno y no he comprobado el nivel de gasolina en ningún momento del trayecto, y ahora nos hemos quedado tirados en medio de la nada. Encima tengo el teléfono apagado sin batería y no podemos llamar a nadie para que nos venga a echar una mano – Tras decir esto último Ingrid gira su cabeza hacia la ventana, y aun sin verla sé que está llorando pero no quiere que la vea hacerlo.
- Vamos Ingrid... Ven dame un abrazo y mientras te cuento lo que acabo de pensar para solucionar este pequeño problemilla – Le digo con la voz más dulce que he sido capaz de poner y una sonrisa conciliadora en mi cara.
La observo mientras se seca las lágrimas con la manga de la sudadera y mi corazón empieza a acelerarse según va acercándose a por ese abrazo que le había prometido. La abrazo casi con desesperación y noto cómo ella llora sobre mi cuello y aprieta más el abrazo. No soporto sentirla así, de hecho lo negaré las veces que haga falta si alguien me pregunta, pero si ahora mismo soltase el abrazo y me mirase a la cara vería cómo he sido incapaz de contener unas lágrimas y me van resbalando por la mejilla. Le acaricio la espalda y el cuello, y de vez en cuando dejo algún beso en su coronilla, haría lo que fuera con tal de que dejase de llorar pero ya no se me ocurre qué más hacer. Aflojo mi abrazo cuando noto que se va calmando, hasta que se hace el silencio. Ahí estamos los dos, abrazados, sin mirarnos y deseando que el abrazo no encuentre su final. Pero tarde o temprano tenía que a ocurrir, e Ingrid se va separando de mí hasta que vuelve a sentarse recta en su asiento mientras se seca las lágrimas.
- Lo siento Toni, no debería haberme puesto así, no sé qué me ha pasado pero no podía dejar de llorar – dice Ingrid con la cara enrojecida y los ojos hinchados por el llanto – Y bien, ¿cuál es tu plan? – un brillo de curiosidad le ilumina esos grandes y bonitos ojos negros.
- Como yo vine en bicicleta me iba fijando muy bien por donde pasaba para luego no perderme a la vuelta. Y si no recuerdo mal había un pueblo a unos 7 kilómetros de aquí, que eso a pie sería una hora y media más o menos. Pero le encuentro varios problemas al plan, la verdad... - digo mirándole con cara de lástima – El primer problema que le veo a mi plan es que deberíamos cargar con las cosas que consideres que tienes de valor en el coche, por si acaso alguien pasa y decide que le pertenece lo que hay dentro de un coche abandonado en la cuneta. Y el segundo problema es que tendríamos que caminar esa hora y media de noche, sin contar con el frío que hace. Teniendo en cuenta las desventajas de mi plan, yo no tengo ningún problema en llevarlo a cabo, ¿y tú?. Si no, lo único que nos quedaría por hacer es esperar a que algún coche pase por aquí y decida ayunarnos, pero creo que esta no es una carretera muy transitada y menos a estas horas de la noche.
Durante un minuto se hizo el silencio en el coche, mientras Ingrid procesaba el plan y todos los contras que conllevaba. Sin darme cuenta me he mordido tanto las uñas que me duelen los dedos, debería de dejar de hacer eso cuando estoy nervioso.
- De acuerdo - me contesta con una voz poco segura – Del coche no hace falta que me lleve nada porque no tengo nada de valor en él. Solo espero que no nos ataque ningún animal salvaje y que tú no seas un psicópata – bromea con una bonita sonrisa que iluminó su cara, recordándome de nuevo lo guapísima que es.
Nos bajamos del coche para introducirnos en el bosque y seguir el sendero paralelo a la carretera. Ni me he molestado en mirar si alguien nos seguía porque es más que obvio que en los alrededores no debe de haber ni un alma; además no quiero parecer un paranoico delante de Ingrid, bastante mala impresión tiene ya de mí. Mientras caminamos en silencio no dejo de pensar qué le diré cuando vuelva a sacar el tema sobre la respuesta que le debo.
De repente toda mi piel se pone de gallina mientras algo dentro de mí me advierte que corremos peligro. A lo lejos oigo el ruido del motor de un coche que avanza lentamente por la carretera cerca de nosotros. Sin pensármelo dos veces agarro a Ingrid del brazo y tiro de ella hasta quedar ocultos en las sombras tras el tronco de un árbol, y antes que me preguntase nada, la pego a mi pecho y le tapo la boca con las manos. Así quedamos los dos ocultos tras las sombras y me aseguro que Ingrid no es capaz de moverse sin que yo afloje mi sujeción. Debe de haber visto en mi cara que algo no marcha bien porque noto como cada músculo de su cuerpo se va poniendo en tensión y su respiración se acelera. Tras unos segundos que se me antojan eternos, aparece una camioneta con las luces apagadas que avanza a unos 10 kilómetros por hora como máximo. Tanto el conductor como el copiloto llevaban las ventanillas bajadas y van observando minuciosamente a través de ellas el horizonte buscando algo.
- No deben de andar muy lejos – dice la voz ronca del conductor – Acabamos de pasar su coche y es imposible otra persona les haya auxiliado porque desde que les estamos siguiendo no nos hemos cruzado con nadie.
- Fue todo un acierto que se te ocurriera hacer un agujero en el depósito de la gasolina. Ahora les tenemos donde queríamos. Es solo cuestión de tiempo que les encontremos – dice entre risas una voz que me resulta familiar. Por más que trato de recordar, no soy capaz de asociar a quién pertenece la voz del copiloto, pero pondría la mano en el fuego por asegurar que ya la he oído antes.
Cuando la camioneta ya se ha perdido de nuestra vista, suelto a Ingrid de mi agarre y trato de tranquilizarme mientras mi corazón está a punto de salirse del pecho y mis piernas amenazan con fallarme.
- Vamos a sentarnos en esas piedras de ahí detrás, y no nos vamos a mover hasta que me expliques que está pasando aquí – me dice entre susurros pero por el tono severo de su voz noto que está muy enfadada, y con razón.
Asiento y en silencio nos sentamos en unas piedras que hay detrás de unos arbustos, desde este lugar todavía seguimos ocultos y conservamos la ventaja de poder observar la carretera sin ser vistos. Ahora me alegro que sea de noche, ya que si hubiese ocurrido esto a plena luz del día quién sabe si habríamos podido ocultarnos. Pero mis pensamientos ahora giran en torno a un solo tema, voy a tener que contarle qué es lo que ocurre porque ahora su vida también corre peligro. Sin embargo, de una cosa estoy seguro y es que no le voy a contar todo... Al menos por el momento, porque si algo he aprendido en estos años es que nunca se puede confiar en alguien al 100%.
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Ocultarse no es desaparecer
Mystery / ThrillerEn una vida rodeada de naturaleza, soledad y sencillez se encuentra nuestro protagonista, Antonio. Todo parece correcto e incluso monótono. Pero realmente... ¿Todo es lo que parece?