19.

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Cuando estoy seguro que está durmiendo profundamente, me incorporo muy despacio y procuro salir fuera sin hacer el más mínimo ruido. Si  voy a pasar la noche en vela, al menos prefiero que sea al aire libre y no entre ramas y hojas.  Al salir, con una bocanada profunda de aire lleno mis pulmones, y lo voy soltando lentamente. Por un instante cierro los ojos y me olvido de todo. Sólo estoy yo, en una clara noche de luna llena, sentado en una roca admirando la imponente altura de las montañas de la cordillera pirenaica. A pesar de sentir el frío en cada milímetro de mi piel, es una sensación que me agrada porque al fin después de tanto tiempo puedo volver a sentir lo que es la paz y la tranquilidad. El olor a monte impregna mi ser y el sonido de las hojas de los árboles bailando al son del viento me mece hasta que entro en un estado de relajación casi perfecto.

"¿Cuánto tiempo hace que no tienes un momento para pensar otra vez en ti y olvidarte del peligro constante?" me pregunto con melancolía mientras observo el cielo plagado de estrellas tratando de imaginar qué constelaciones están pasando desapercibidas bajo mi inexperta visión en el campo de la astrología.

- Antonio... - oigo una voz melodiosa susurrar a lo lejos.

Tal es mi cansancio que debo de estar teniendo una alucinación, porque es imposible que haya una sola persona que no sea Ingrid que sepa quién soy en este bosque.

- Sé que me has escuchado, levántate y ven conmigo. Camina en línea recta hacia la luna – oigo esa voz de nuevo susurrándome lo que parecen unas instrucciones acerca de lo que debo hacer.

No estoy seguro de si me he quedado dormido o si esa voz es real, pero si es cierto que hay alguien merodeando por aquí que sabe quién soy es mejor que me levante y descubra quién es. Dicho y hecho, sin darle más vueltas me levanto y camino entre los árboles en dirección a la luna. Camino despacio y sin temor, creo que se debe a que una parte importante de mi está segura de que todo esto es un sueño y que de un momento a otro despertaré.

Rodeo un ancho tronco de un árbol y ante mis ojos aparece un pequeño claro en el bosque, en él no hay nada salvo una roca del tamaño de un asiento. "Toni, date la vuelta, has debido quedarte dormido y has soñado con una voz pero claramente aquí no hay nadie. Lo mejor será que des media vuelta y vuelvas a velar por el sueño de Ingrid" me dice la voz de la cordura y la coherencia de mi yo interior. Me giro hacia la derecha para poner rumbo a nuestro improvisado campamento cuando entre dos árboles puedo ver una silueta. Es más o menos de mi estatura, piel blanca como la leche, cabello largo y ondulado de color castaño claro que bajo la luz de la luna parece tener brillo propio, y el cuerpo tan delgado que parece indicar severos problemas de salud. Cierro los ojos y cuento hasta 10 antes de abrirlos, y cuando los abro puedo ver de nuevo a Tania vestida con un jersey viejo y unos pantalones vaqueros caminando despacio hacia mí. Con cada paso mi corazón se acelera, no puedo creer que ante mí, y después de tanto tiempo, esté el antiguo amor de mi vida caminando hacia mí con una sonrisa tímida como si nada hubiese pasado.

"Debes de estar soñando, Toni. Pero aun así quédate cinco minutitos más" me digo a mí mismo mientras me obligo a no salir corriendo y abrazar a esa que creo que es mi alucinación.

A penas está a tres pasos de mí y puedo verla con más claridad. Además de su extrema delgadez, puedo apreciar en las arrugas de expresión de su cara que ahora parece mucho mayor que yo; cuando los dos teníamos la misma edad. Antes que pueda seguir escrutándola con la mirada, da dos zancadas rápidas hacia mí y me abraza con tanta fuerza que casi me tira al suelo. Automáticamente respondo a su abrazo con ansia y cuando quiero darme cuenta estoy llorando con la cabeza enterrada en su pelo. Cuando consigo recomponerme me separo lentamente de Tania y la veo a ella también con los ojos rojos mientras una lágrima corre por su mejilla. Con una suave caricia alargo mi dedo índice y le seco la lágrima, me encantaría poder decirle algo pero ahora mismo no puedo ni siquiera pensar con claridad.

Ocultarse no es desaparecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora