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A pesar de ser mediodía, se puede percibir un ambiente de lo más siniestro en el bosque. Todo está muy tranquilo y silencioso, como la calma que precede a la tempestad. Camino lenta y cautelosamente observando cada árbol y cada sombra que hay dentro de mi campo de visión, toda precaución es poca tratándose de un grupo de personas tan peligrosas. Cuanto más avanzo hacia el albergue más intenso noto el palpitar del corazón en mi sien y de repente me doy cuenta de que llevo un rato conteniendo mi respiración con el fin de agudizar más aun todos y cada uno de mis sentidos. "Respira Toni, y cálmate. En el caso de que el albergue estuviese vigilado lo que necesitas es tener la mente fría para poder calcular con exactitud tus próximos pasos, no sufrir un ataque de pánico y quedarte bloqueado" me digo mientras me oculto detrás de un grueso tronco desde el cual puedo ver la parte trasera de la casa.

Desde mi escondite puedo ver el que un día fue un huerto cuidado con esmero y mimo, y ahora no es más que una pequeña selva vallada. Todo parece tranquilo, quizás demasiado pero es ahora o nunca, así que concentro todo el valor que queda dentro de mí y pongo rumbo lento hacia la puerta trasera mientras observo detalladamente cada milímetro del entorno que me rodea.

Habré dado unos quince pasos pero me ha parecido que tardaba horas en recorrerlos, y al fin he logrado entrar a la casa. Recorro lentamente todas y cada una de las habitaciones y todo parece estar tal y cómo lo dejé el día que fui en busca de Ingrid. Por último entro en mi habitación para coger lo que había venido a buscar; mi caja con todo lo que me queda del antiguo Antonio que hace tanto quedó atrás. En mi pequeña caja fuerte guardo desde el dinero y la documentación, hasta fotografías y cartas que he recibido y guardado en todo este tiempo. Lentamente giro la rueda del seguro mientras marco mi combinación secreta 0 – 9 – 0 – 3 , el nueve de marzo; la fecha de mi aniversario con Tania. Quizás debí haberla cambiado hace mucho tiempo, pero siento que si olvido esa fecha estaré en parte olvidándola a ella, y ha sido demasiado importante en mi vida como para querer eliminarla. Abro la caja fuerte y sobre todas mis pertenencias hay un folio de color azul doblado por la mitad, lo desdoblo y en él puedo leer "¿Creías que habías conseguido huir de nosotros? Desde este momento, ¡comienza la cacería! Ten la certeza que esta vez no vas a lograr escaparte." Y como afirmando el comienzo de la cacería, se escucha a lo lejos el sonido de un disparo de escopeta,

Mis manos tiemblan y mi corazón comienza a galopar como un caballo salvaje, los niveles de adrenalina de mi cuerpo se disparan y dejo de ser consciente de mis actos. Me levanto de un salto, cojo mi caja y salgo corriendo del albergue. Choco con todo tipo de árboles, tropiezo con piedras y ramas pero aun así no puedo dejar de correr. Corro como alma que lleva el diablo hasta que me encuentro con Ingrid en el lugar donde habíamos quedado. Me mira con duda pero no puedo emitir ninguna palabra. Estoy agotado y muerto de miedo, en otro momento le explicaré a Ingrid lo que me ha ocurrido pero por el momento solo tengo una cosa en mente; huir todo lo lejos que podamos. Haciendo caso omiso a sus preguntas, agarro a Ingrid del brazo y tiro de ella, la arrastro durante una hora hasta llegar al pueblo más cercano, y una vez allí introduzco dinero en una cabina telefónica para contratar un servicio de taxi. No es muy inteligente por mi parte exponernos tan fácilmente al peligro, pero ahora mismo mi mente no piensa con claridad y solo necesito alejarme lo máximo posible de este lugar.

- Bueno, ¿me vas a explicar qué pasa aquí? – dice Ingrid cuando cuelgo el auricular del teléfono – He oído que has llamado un taxi, ¿dónde vamos con tanta prisa?

- Ingrid, ¿confías en mí? – le pregunto muy lentamente mientras miro profundamente sus ojos, cuando veo que asiente lentamente prosigo mi explicación– Por el momento solo puedo decirte que aquí corremos peligro y tenemos que irnos cuanto antes. El resto te lo explicaré en otro momento, lo prometo.

Ocultarse no es desaparecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora