11.

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Hay tantos pensamientos contradictorios agolpados girando en mi mente ahora mismo que estoy a punto de marearme. "¿Qué le cuento? ¿La verdad? ¿Me invento algo? ¿Toda la verdad? Uff... Eso sí que no, Toni no puedes contarle toda la verdad. Pero se merece saber, aunque sea una vaga explicación, acerca de por qué su vida corre peligro." Me sujeto la sien con ambas manos y me agacho hasta que mis codos se apoyan sobre mis rodillas, necesito aclararme por el bien de Ingrid, si no lo hago me temo que no voy a ser capaz de decir nada coherente y mucho menos de informarla sobre lo que está ocurriendo. "¿Por qué ha sido todo tan rápido? No debería haber bajado mis defensas y haberme conectado a ningún ordenador..." Mientras me lamento, giro la cara para ver a Ingrid, aún pálida que me mira inexpresivamente. Se lo debo, merece que le aclare qué es lo que ha ocurrido y el motivo por el cual esos dos hombres me buscaban con tanto ahínco. "Toni recuerda, no sabes gran cosa acerca de ella, no confíes ciegamente en alguien tan a la ligera. No vuelvas a cometer ese error." me dice en el último instante una vocecilla que me ayuda a recuperar algo de cordura, y he de reconocer que tiene razón. No sé por qué pero confío plenamente en Ingrid, espero que no sea una trampa.

- Voy a contarte quien sospecho que son esos tipos y el motivo por el que nos buscan, sólo te pido paciencia y que no me interrumpas hasta que haya acabado. Después serás libre de juzgarme e irte o continuar conmigo. Tú decides - digo con un débil hilo de voz mientras lucho con la presión que noto sobre mi pecho – Todo esto ha sido por mi culpa, Ingrid. Yo no quería implicaros ni a ti ni a tu familia en mi vida ni en mis problemas y por eso estaba tan distante con vosotros, sobre todo contigo, pero al final mis problemas han dado con mi paradero con la mala suerte que tú estabas presente. Realmente ellos a ti no te necesitan pero estoy seguro que si te atrapan intentarán que les hables de mí por cualquier medio, yo lo he vivido en mis propias carnes y créeme que esos medios no son nada agradables – Tras decir ésto todo me da vueltas y necesito descansar un momento para tomar aire.

Un sinfín de imágenes de mi pasado me abordan y me atrapan en una maraña de recuerdos que tenía encerrados en algún lugar de mi mente para no volver a pasar por aquello nunca. Y de nuevo ahí estaba yo, en una habitación con paredes llenas de humedades y suelo de hormigón sucio. El habitáculo no tenía ventanas, apenas estaba iluminado por una bombilla colgada del techo, y en su interior sólo había una silla metálica anclada al suelo en la cual viví los momentos de más sufrimiento de toda mi vida. "Ahora no es momento de pensar en eso" me regaño a mí mismo obligándome a tragar saliva y a continuar la historia. Desde que comencé a contar mi historia Ingrid no me mira, está con la mirada fija en algún punto del horizonte, más por lo rígida que se ha puesto estoy seguro que me está escuchando atentamente.

- Antes de llegar aquí yo vivía en Madrid y tenía una vida bastante cómoda, hasta que un día las cosas se tornaron en mi contra y me convertí en el objetivo de unos hombres muy peligrosos. En un momento de distracción conseguí huir de ellos y tras muchas semanas de penurias y malvivir llegué hasta aquí ocultando mi rastro e identidad en todo momento – la mirada de sorpresa que me lanza Ingrid hace que me desconcentre, pero nuevamente vuelvo a retomar el hilo de la historia - Mis persecutores no sabían nada acerca de mi paradero o eso creía yo hasta hace un rato, cuando descubrimos a aquellos hombres que estaban buscándonos. No tengo ni idea de quienes son o quien les manda, pero lo único que sé es que no me voy a arriesgar a preguntárselo. Hay una cosa que no me termina de encajar de todo esto, ¿cómo sabían que estabas conmigo e íbamos en tu coche? ¿en qué momento alguien ha podido acceder al depósito de gasolina de tu 4x4? Y lo que más me escama... ¿Quién diablos era el copiloto? No sé si a ti te ha pasado, pero a mí esa voz me ha sonado muy familiar – digo mientras la miro fijamente a los ojos.

Parece que Ingrid necesita un tiempo para digerir toda esta información, y es normal. A pesar de haberle contado un brevísimo resumen de mi vida pasada, ha debido ser demasiado fuerte para ella porque pasan los minutos y continua estática sumida en sus pensamientos.

- Esto es complicado de asimilar Toni... - dice Ingrid causándome un leve sobresalto, no esperaba una voz tan firme – Primero me dices que has intentado protegerme, pero luego queda más que demostrado que nos has puesto en riesgo a todos. Y ahora que mi vida corre peligro, ¿qué se supone que tengo que hacer? ¿Vivir una vida errante huyendo de sombras por algo que no he hecho? ¿Volver a casa y poner en riesgo a mi familia? ¿Entregarte y quedar liberada de todo? – me espeta de una manera tan brusca y con una mirada cargada de sentimientos. Más bien de un solo sentimiento; odio – No te preocupes, porque a pesar de que me hayas jodido la vida, no voy a hacer lo mismo con la tuya por mucho que te lo merezcas y no voy a entregarte. Pero espero que tengas una buena alternativa para salir de aquí con vida y des con un modo que me permita ponerme en contacto con mi familia por última vez. Ah se me olvidaba, yo sí que sé de quién es la voz que hemos oído salir del lugar del copiloto, estoy segura que esa voz pertenece a Hugo. Y ahora vámonos de aquí porque no pienso quedarme a esperarles – abro la boca para contestarla pero me interrumpe, pone la palma de su mano sobre mi boca y se acerca muy despacio hasta que nuestros cuerpos están totalmente pegados y puedo sentir su cálido aliento en mi oreja – Recuerda esto Toni, me has destrozado la vida y no te debo nada. Si algún día me atrapan no dudaré en anteponer mi bienestar al tuyo – me susurra provocando que toda mi piel se erice y un escalofrío me recorra desde la punta de los pies hasta la nuca. La miro con los ojos completamente abiertos, inmóvil e incapaz de contestarla, ha sido como un jarro de agua fría.

- Vámonos – dice con una sonrisa forzada mientras toma mi mano y me arrastra hacia la profundidad del bosque – Ahora mientras caminamos de vuelta, sería un buen momento para que me contases qué plan tienes para mí y cómo podré ponerme en contacto con los míos.

Mis pies van caminando tras ella por inercia, aún sigo impactado por lo que ha dicho pero en el fondo comprendo su reacción. Ha sido mi culpa y lo asumo, soy consciente que después de estropearle la vida de esa manera no puedo pedir perdón y esperar que ella siga como si nada hubiera ocurrido. Lo que más me ha dolido ha sido sentir que me odia, y más cuando yo estoy casi seguro que mis sentimientos hacia ella son completamente opuestos. Pero ahora tengo que pensar en el giro que han tomado los acontecimientos.

Todo ha ocurrido a una velocidad vertiginosa y apenas puedo asumir con nitidez qué es lo que ha pasado y en qué situación nos deja, para después poder tomar una decisión. Voy a ir por partes, porque tengo tantas cosas en la cabeza que mezclarlas me resulta casi involuntario.

Lo primero: buscar un lugar donde pasar la noche y un destino al que dirigirnos. Tengo mis dudas sobre si mi casa sigue siendo un lugar seguro o no, pero por fortuna conozco bastante bien los alrededores y cuando nos acerquemos sé de varias cuevas donde podríamos descansar, planificar nuestro siguiente destino y prepararnos para partir en cualquier momento.

Después: buscar un modo en el que Ingrid pueda ponerse en contacto con sus padres por última vez. Seguramente su casa esté vigilada y los teléfonos pinchados, pero debería preguntar a Ingrid si conoce a alguien que pueda entregar a sus padres una carta suya con total discreción y que no pertenezca a su círculo de gente cercana. También debo buscar el modo de decirle que tiene que deshacerse de su móvil sin batería; pero ese es ahora mismo un mal menor.

Y por último: el copiloto era Hugo, por lo que ahora todas las piezas encajan. Cuando Ingrid fue a su casa a por información acerca de mí Hugo accedió a la base de datos de la policía y debió de encontrar alguna alerta acerca de que estoy buscado por la justicia, y al ponerse en contacto con algún compañero de Madrid pudo averiguar que quien consiga atraparme obtendría una suculenta recompensa. Mientras Ingrid y yo charlábamos en el porche de su casa, él estaba agujereando el depósito de la gasolina del coche de Ingrid. Hay que reconocer que estudiando la trama, el chaval es astuto aunque no se le da demasiado bien ocultar sus huellas. Aun así no debería infravalorarle sabiendo que si conoce a Ingrid también sabrá todo acerca de familiares y personas de su confianza.

Por otro lado debería de buscar un momento para pedir nuevamente disculpas a Ingrid por haber sido el causante de todo esto, pero por el momento creo que va a ser mejor que lo deje estar. Prefiero concentrarme en otras cosas como agudizar el oído al máximo, no desorientarme entre tanta oscuridad y lo más importante, seguir ignorando y disimulando el intenso y creciente dolor de mis piernas que me lleva atormentando desde que salí en busca de Ingrid.

Ocultarse no es desaparecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora