El chico de al lado

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Mierda, mierda...¡Mierda!-grité de desesperación, pateando la puerta. Me senté en el portal, mientras sacaba el teléfono para llamar al cerrajero.

-Cerrajero Futaba, diga.

-Perdone, necesito un cerrajero en el edificio Eiji, puerta 113.

-De acuerdo, pero tengo que avisarle de que no podremos estar allí hasta mañana a primera hora. Tendrá que buscarse un lugar en dónde dormir.

-Está bien, gracias.-Dije mientras colgaba.-¡Joder!

-¿Ocurre algo por ahí?-preguntó un chico, asomándose por una de las puertas.

-¡Tú!-me sobresalté al verle-Tú eres uno de los chicos de la cafetería.

-Sí...-asintió aquel chico, rascándose la nuca.-¿Y bien?

-Me he olvidado las llaves dentro de casa-admití con vergüenza-y el cerrajero no viene hasta mañana por la mañana.

-Entiendo...-dijo el chico, intentando disimular una risa.

-¡Oye! ¡No te rías!

-Perdón-se disculpó

-Bah, ¿ya qué más da?-me resigné-Es patético...

-Oye, si quieres... puedes pasar la noche en mi casa.-Propuso un tanto cortado.-Puedes dormir en mi cama y yo puedo quedarme en el sofá.

Aquello me pilló por sorpresa.

-No se yo... No quiero estorbar...

-Si estorbases no te lo habría propuesto-dijo con cierto tono de burla.

Solo esa simple frase me sacó una pequeña sonrisa.

-¿Y bien?

-Vale,vale...-asentí mientras me levantaba. Al pasar dejé los pasteles en la mesa.

-Que bien se está aquí...-murmuré mientras me quitaba los guantes.

-Gracias-contestó con una risa-¿Y esto?-preguntó mientras abría el lazo dorado que cerraba la bandeja con los dulces.-¡Oh, pasteles!-dijo emocionado.

-¡Ey, los he comprado para mí!

-Está bien...-repuso decepcionado.-Solo recuerda quién te está acogiendo ahora...-dijo poniendo pucheros, intentando darme pena.

-Va, va-me rendí.

El chico sonrió feliz mientras se dirigía a la cocina a por cubiertos. Mientras tanto me senté en el sofá.

-Todavía no se como te llamas-comenté con curiosidad.

-Lo mismo podría decir de ti, señorita olvidallaves.

-Dame ese pastel. Ahora mismo.-dije con mosqueo mientras le quitaba el pastel que sostenía en la mano.

-¿Uh?¿No me habías dado permiso?

-Pues ahora ya no.

-Tienes demasiado mal carácter.

-Dime algo que no sepa...

-Que dentro de poco tus pasteles desaparecerán si no te das prisa.

-¡Eh!¡Deja algo para mí!-exclamé-He sido yo quién los ha comprado.

-Puef tienef fuen gufto-sonreía al mismo tiempo que engullía. Aquello me sacó más de un resoplido.

Me di prisa en alcanzar algún dulce antes de que se acabasen y me senté junto a aquel chico desconocido.

-¿Y qué te trae a Japón, tsundere?

-¿A qué viene lo de tsundere?-pregunté extrañada.

Él solo se limitó a encogerse de hombros.

-Solo me parecía que tienes pinta de ser de las que se hace la dura pero luego se van ablandando.

-Todavía no me conoces como para decir eso.-repliqué con una burla.

-Lo sé yo, creéme. Calo a las personas enseguida.-repuso con una sonrisa.

-Si tu lo dices, señor acosador...

-¡Oye!-saltó-¡No soy tan viejo! Además, no soy un acosador.

-¿Estás seguro de eso?-pregunté con cierto tono serio.-Antes en la cafetería, con tus amigos, parecías un cuarentón que solo se entretiene viendo a jovencitas y acosandolas.

-Buena descripción...-se sorprendió-Ahora responde a mi pregunta.

-Estoy aquí por estudios.-acabé diciendo.-Mi sueño era estudiar y vivir en Japón y aquí estoy.

-¿Y tus padres?

-Están en España...-respondí con cierto tono melancólico.

-¿Y ese tono? Has conseguido tu sueño. Ya estás en Japón. ¿Qué pasa?

-No es nada. Es solo que se acercan las fiestas...

-Entonces eso sí es algo.

-¿Eh?

-Olvídalo-repuso haciendo aspavientos con las manos.-¿Y por qué no vas a visitarles?

-Eso me ha propuesto mi madre, pero mi familia es un tanto demasiado cariñosa, y yo no soy así precisamente.-suspiré- Y con haber estado solo un año aquí, no me dejarán ni respirar.

-Tsundere...

-Cállate, eso no tiene nada que ver.-le dije, dándole en la cabeza con la bandeja vacía de los dulces.

-A malhumorada no te gana nadie, ¿eh?

-Podría ser peor...

-¿Cómo qué?

-Podría ser adorable, por ejemplo-respondí riendo. Pude notar que aquel chico se me quedó mirando con cierta expresión de alegría junto con cariño.

-Bueno, ahora a lo importante.-repuso serio-Quiero saber como dirigirme a ti para no tener que llamarte tsundere.

-¿Y por qué no tú primero?

-Yo lo he dicho antes.

-¿Y eso que tiene que ver?

-¡Mucho!

-Ya sé cómo decidirlo-concluí.

-¿Piedra, papel o tijera?

-Piedra, papel o tijera- afirmé.

Una Vida CambianteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora