-¿Quieres pasar?-ofrecí mientras abría la puerta del apartamento.
-No... será mejor que no... Ya nos veremos en otra ocasión.
-Como quieras...-acepté poco convencida. Pasé dentro y solté suspiro de indignación.
-¿Ha pasado algo?
-No, son solo cosas mías.-respondí dando largas.-¿Habéis cenado algo?
-No. Te estábamos esperando.-respondió mi hermano mientras miraba la televisión.
-Entonces bajo a comprar algo. ¿Qué queréis?
-¿Hay pasteles de carne?
-Mamá, ya no sigues en Murcia. Esto es Japón.
-¿Entonces qué?
-Pues... hay ramen, bolas de pulpo, sushi, y demás.-dije sin ganas de explayarme demasiado-Decidios.
-Yo voto por ramen-comentó mi hermano sin dejar de mirar la tele.
-Y nosotros.-dijo el resto al unísono.
-Entonces ya está. Voy a bajar al supermercado de aquí cerca.
-¿Cómo de cerca?
-A dos manzanas.
-Entonces te acompaño.-se ofreció mi padre.
Sin opción de disuadirle, mi padre se puso el abrigo y bajó conmigo a la calle.
Caminando por una acera pude ver una silueta algo familiar. Cuando me pude fijar mejor, reconocí a Miura. Iba caminando con una chica del brazo. Aquello me dolió de alguna manera.
-Paloma, ¿pasa algo?-preguntó mi padre preocupado al verme tan abstraída.
-¿Eh? No. Aquí está la tienda, vamos.
Compramos unos cuantos botes de ramen instantáneo y volvimos a casa. Mi madre me ayudó a prepararlos y nos sentamos alrededor de la mesa mientras veíamos la televisión.
-Es como si no me hubiese movido de España.
Al día siguiente me tuve que levantar temprano para dirigirme a la universidad.
-Me voy...-avisé a mi madre mientras bostezaba.
-¿No vas a desayunar?
-Nah, paso.-respondí saliendo por la puerta.
Me puse los auriculares mientras ponía la canción "Miss Mystery", de Breakerz. Vi como Miura también salía, pero le ignoré.
Pude ver que me estaba hablando, pero de lo fuerte que tenía la música, no le escuchaba. Seguí ignorándolo hasta que llegamos a la parada de autobús, donde nuestros caminos se separaban.
Antes de que Haruma siguiese su ruta, agarró el cable donde los auriculares se juntaban y tiró.
-¡Eh!-me mosquee, intentando no levantar mucho la voz en un lugar público.
-¿Se puede saber qué te pasa ahora?
-¿Acaso te importa? ¡Preocúpate más de tu querida!
-¿Eh?
Antes de que pudiese decir nada en su defensa, salí corriendo dirección a la universidad. Sabía que iba a llegar tarde a la primera clase, así que decidí esperar hasta que empezase la segunda clase. Cuando sonó la campana para el cambio de clase me colé sigilosamente en el edificio y entré al salón de clases correspondiente. Allí me esperaba Yuki con cara de desconcierto.
-¿Dónde has estado? No han dejado de preguntar por tí en toda la mañana.
-Una historia un tanto larga.- contesté con la esperanza de que no pidiese explicaciones.
-Está bien... pero has tenido suerte de haber llegado antes que el profesor.
-Sí, por poco pensé que no llegaba...
-¿Qué horas son estas de llegar, señorita Jareño?-Dijo una voz a mis espaldas.
Al darme la vuelta me quedé de piedra.
-Ry-Ryota sensei... Buenos días...-Dije con un hilo de voz.
-Más le vale que se aplique en los estudios en vez de ir por ahí saltándose clases.
-S-Sí, señor...-repuse bajando la cabeza hasta que se alejó. Solté un suspiro de cansancio y me senté en una de las bancas.
Al sonido de la segunda campana pude salir a despejarme un poco mientras charlaba con Yuki.
-¿Sabes quién se ha preocupado sobre todo por tí?
-¿Quién?
-Tu querido kohai, Hide.
-¿Hide?¿Y eso?
-No sé-respondió encogiéndose de hombros-Estaba todo el rato preguntándome qué dónde estabas. Y hablando de él...
-¡Paloma!- Oí gritar.
Al darme la vuelta ví cómo Hide iba directo hacia mí con expresión de felicidad.
-Buenos días, Hide-saludé alegremente.
-¿Dónde has estado? He estado preocupado- dijo con cierto tono de tristeza en su voz.
-Pues no te preocupes más. Ya estoy aquí, ¿si?-sonreí al ver su rostro infantiloide.
Hide asintió enérgicamente con la cabeza y los tres volvimos a nuestras clase.
Horas de clase más tarde llegó la ansiada libertad.
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Una Vida Cambiante
RomanceUna chica española en Tokio se puede encontrar con cosas sorprendentes, y más si su vecino es un tanto enigmático.