A la mañana siguiente me levanté sobresaltada, pensando que llegaba tarde a mi encuentro con Miura, pero por suerte me fijé en que todavía quedaba una hora.
Me arreglé tranquilamente y estuve viendo la televisión hasta que fue la hora de irse.
-¿Te vas sin desayunar?-preguntó mi madre, con tono de sermoneo.
-Parece que no conozcas a tu propia hija.-Dije, rodando los ojos-Sabes que nunca he desayunado.
-Pues eso te traerá problemas algún día.-Me reprochó-Pero allá tú.
Salí de casa soltando un suspiro y vi cómo Miura hacía lo mismo.
-Buenas-saludé alegremente.
-Hola-sonrió-¿Vamos?-preguntó con una mirada brillante.
Fuimos sin prisa por lo que era la típica ruta de cita de anime shojo.
Paseamos por el centro de la ciudad, parándonos en cada escaparate que nos llamase la atención y haciendo bromas sobre aquello que nos pareciese gracioso.
Antes de ir a comer a un restaurante familiar, decidimos pasar por el acuario.
Mientras Miura iba a comprar las entradas, decidí comprar bebidas, ya que no había tomado nada en toda la mañana.
En el tiempo que estuve parada frente a la máquina, oí una voz familiar.
-Así que me has rechazado por ese...
Al darme la vuelta vi a Saotome.
-¿Tú otra vez?-pregunté con fastidio, intentando ocultar el miedo.
-Suena como si no te alegrases de verme.-sonrió mientras me abrazaba por la espalda.
En pánico, le di un codazo en el estómago e intenté correr, pero de pronto noté cómo no me funcionaban las piernas y caí al suelo rotundamente.
Aún tenía algo de consciencia cuando pude distinguir a Miura de entre toda la multitud, quién iba directo a Saotome.
-¡Que no se te ocurra por un momento volver a acercarte a la única persona que realmente me importa!
A los pocos segundos perdí la consciencia que me quedaba y lo siguiente que vi al despertarme fue una fría habitación de hospital.
-¡Paloma!-exclamó mi madre al ver que recobraba el conocimiento.
-No grites, por favor...-pedí en un murmullo.-¿Y Miura?-me interesé.
-¿Ese chico? Está fuera, sentado.
-Dile que venga-pedí.
-Pero...
-Papá-corté su objeción.
-Vale, como decidas...
Me daba la impresión de que a mi padre no le convencía del todo Miura.
Al rato mi padre volvió acompañado.
-Ya estás despierta...-murmuró por lo bajo con una pequeña sonrisa.
Yo asentí.
-Bueno, nosotros vamos a ver si tus hermanos necesitan algo.-intervino mi madre.
-Pero si ya son mayorcitos...-replicó mi padre
-Nos vamos.-Dijo mi madre con voz firme, agarrándolo del brazo.
Cuando Miura y yo nos quedamos solos, nos invadió el silencio.
-Por poco pensé que no despertarías...-admitió cabizbajo.
-No me conoces bien- dije soltando una pequeña risa.
-Pues me gustaría-confesó Miura de forma directa.
Aquello me sorprendió, sin saber cómo reaccionar. Ambos cruzamos miradas por un momento.
De repente me acordé de Saotome.
-¿Consiguieron detenerle?
-No... por desgracia escapó-dijo con la mirada inquieta y apenada.-¿Te acuerdas de algo de lo que le dije?
-¿Eh?¿Le dijiste algo?-pregunté confundida-No lo recuerdo. Mi mente se quedó en blanco y luego se volvió todo negro. Ahí fue cuando me desmayé-rememoré.-¿Qué le dijiste?
-Nada, que era un jodido psicópata y que te dejase, simplemente.¿Qué le iba a decir?-respondió con cierto alivio.
-Muchas gracias por haberme salvado, Miura.-agradecí sinceramente.
Pude notar como se sonrojaba y se levantó, dirigiéndose hacia la puerta.
-¿Quieres que te traiga algo?
-No, estoy bien-sonreí.
Justo cuando abrió la puerta, Yuki estaba a punto de entrar. Ambos se saludaron y la cara de Yuki cambió nada más se cerró la puerta.
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Una Vida Cambiante
RomanceUna chica española en Tokio se puede encontrar con cosas sorprendentes, y más si su vecino es un tanto enigmático.