Cuando me desperté al día siguiente me vino a la cabeza de golpe todo lo pasado el día anterior, lo que hizo que me llenase de ira. Cuando revisé mi teléfono pude ver incontables llamadas perdidas de mi madre, la pesadilla de todo hijo.
Me froté los ojos levemente y atiné a ver a Hide caminando vagamente por la casa.
-¿Ya estás despierta?
-Sí... Hide, siento lo de ayer. De verdad...-me disculpé cabizbaja.
-Tu no tienes la culpa de nada. La tiene ese tipo.-acusó convencido.-No me gusta Miura. Le odio.
Aquella confesión me pilló por sorpresa. Vale que por esos momentos la imagen que yo tenía de Haruma estaba de capa caída, pero no llegaba a odiarle.
-Tampoco creo que haya que llegar a ese extremo...-intenté calmar los ánimos.
-¿Es que acaso tú no piensas así?
-En absoluto.-respondí segura.
-¿No le tienes ni siquiera un poco de odio?
-Bueno... es cierto que no se ha comportado precisamente bien, pero en realidad es buena persona...
-¿Buena persona?-repitió con incredulidad.
-Sí. He dicho buena persona. Tendrías que conocerle un poco más.
-Después de eso dudo que pueda, ni me apetece.
-¡Ni siquiera le has dado una oportunidad!
-¡¿Y ese afán por protegerle?!-estalló repentinamente.-¿Es que sientes algo por él? Es eso, ¿verdad? ¡Admítelo!
Ante aquel súbito estallido mi mente entró en pánico. No sabía cómo contestar a aquello ya que ni yo sabía la respuesta.
-Me tengo que ir. Lo siento...
Intenté salir de allí pero Hide me cortó el paso.
-Lo siento mucho. Perdóname...-bajó la mirada arrepentido. Después de eso solo pude salir de allí sin mediar palabra. Apenas me salía la voz del cuerpo.
Corrí todo lo que mis flojas piernas me permitieron y cuando noté que ya no aguantaba más, me senté en un banco cercano, empezando a toser debido a mi garganta seca y mi falta de aire. Toda esa situación me superaba del todo.
Todavía seguía tosiendo cuando alguien me tendió un vaso de agua delante de mis narices.
-Bebe-me dijo con expresión serena.
Sin pensármelo dos veces acepté el vaso y bebí todo lo calmada que pude.
-Gracias- agradecí con la mirada fija en el suelo.
-No hay de qué. ¿Te encuentras mejor?- ladeó la cabeza y se agachó para poder verme la cara mientras yo seguía tosiendo, pero cada vez menos.
Asentí levemente. Pude notar como aquel chico se levantaba del banco, dispuesto a irse.
-Bueno, para lo que quieras, trabajo allí.-Señaló una pequeña cafetería pero con aspecto acogedor.-Soy Takaki Yuya. Encantado.- sonrió aquel chico con dulzura para acto seguido volver a su puesto de trabajo.
Me quedé viendo cómo se iba alejando poco a poco y para cuando me creí preparada para afrontar el día, me levanté de aquel banco y eché a andar camino a casa.
Nada más cruzar por la puerta todo fue un barullo enorme. Mi hermano de acá para allá con el teléfono intentando conseguir trabajo, mi hermana riéndose a carcajadas con vete a saber que en el ordenador, mi padre practicando italiano (no sabía japonés y se ponía a aprender italiano) y mi madre viendo la tele mientras bordaba.
Intenté pasar por el salón sin llamar la atención cuando mi madre se percató de mi presencia.
-¿Dónde has estado?-Me interrogó sin dejar de bordar.
-Me quedé sopa en casa de Hide y luego salí a dar una vuelta. Nada más.-le contesté sin mucha gana y sin apenas pararme en mi camino a mi habitación para seguir hundiendome con el ajetreo de los exámenes.
Tras un rato encerrada estudiando (o al menos intentándolo) caí rendida encima de los apuntes.
Al despertarme al día siguiente casi me daba un ataque pensando que llegaba tarde, por lo que decidí darme más prisa de la normal. Todo lo que podía hacer a doble velocidad, lo hacía y si no, lo dejaba por el camino mientras me iba acercando cada vez más a la puerta de casa. Cuando llegué, hice lo posible por huir de Hide, cosa que no hacía falta porque al parecer ese día no vino por clase, lo que hizo que me preocupase un poco, pero no le di demasiada importancia.
Todo transcurrió sin incidentes a pesar de la pequeña preocupación de no ver a Hide, pero esta se disipó cuando le vi en un banco acompañado de una chica que resultaba mona, muy de su estilo. Me acerqué curiosa, tirando a Yuki del brazo para que me acompañase.
-¡Hide!-Fui corriendo los últimos metros.-¿por qué no has venido a clase?- intenté iniciar la conversación con cualquier pregunta banal, pero nada más plantarme a su lado parecía mudo.-¿Es que no me vas a contestar?
-Simplemente no tenía ganas.- respondió con una sonrisa notablemente forzada.-Bueno, nos vamos.- Terminó la conversación cogiendo a aquella chica de la mano, alejándose con paso ligero.
-¿Son cosas mías o ha sido un diálogo de besugos?- Pregunté, todavía atónita.
-Tu kohai se te revoluciona.-suelta Yuki una pequeña risa floja mientras me agarraba de la muñeca.- Vamos, que tengo hambre...
-Ya va ya va. Quejica.- empecé a caminar a su lado a algún supermercado cualquiera a comprar algo para picar, todavía con aquella conversación tan seca con Hide en la cabeza.
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Una Vida Cambiante
RomanceUna chica española en Tokio se puede encontrar con cosas sorprendentes, y más si su vecino es un tanto enigmático.