A la mañana siguiente me desperté temprano sin necesidad de despertador -de todas formas no me solían funcionar-.
Al llegar al salón, cogí mi abrigo y el bolso. En ese momento se despertó.
-¿Ya me piensas abandonar?-preguntó con cara de cachorro abandonado-Bueno, no te has dado tanta prisa como otras chicas-Comentó riendo.
-En serio que eres idiota...-murmuré-Voy a esperar al cerrajero, que estará a punto de llegar.
-Como quieras. Te acompaño.
-No hace fal...
-No lo estoy diciendo por compromiso-me cortó serio-Te acompaño por propia voluntad.
-Está bien...
Me calcé las botas y salimos del apartamento y nos sentamos juntos en el portal del mío mientras esperábamos.
-¿Has dormido bien?-preguntó.
-¿Eh? Uh-asentí tímidamente.
-¿Y esa cara de muerta?-se carcajeó.
-Me cuesta activarme por las mañanas.-repliqué- En cuanto se me pase vas a morir.
-Me aseguraré de tener el testamento en orden-rió.
Después de un rato llegó el cerrajero y tras 5 minutos y darle el dinero, pude volver a entrar a mi casa.
-Muy bien, señorita, esto ya está. Tenga más cuidado la próxima vez.-me aconsejó con cierto tono de padre. Haruma intentaba disimular una carcajada, por lo que le pegué un pisotón. Este se quejó mientras el cerrajero se limitó a reír.
-Amor de juventud, ¿eh?-dijo mientras guiñaba un ojo a Haruma. Yo me quedé de piedra, pero al intentar aclararlo, él intervino.
-Así, es. Es lo que tiene, pero la quiero igual.-sonrió mientras me abrazaba con un brazo. Me entraron ganas de gritarle de todo, pero estando allí aquel hombre, preferí callar.
-Bueno, una vez hecho mi trabajo, yo me voy.-dijo alegremente.
-Adiós, y gracias.-me despedí con amabilidad.
Al entrar en casa y quitarme los zapatos, oí aquella, en ese momento, odiada voz.
-¿No vas a invitarme a pasar?-preguntó con una burla. Sin mediar palabra, le dí con la puerta en las narices, literalmente.
Entré en mi habitación y me tiré en plancha a la cama. Kira entró maullando.
-¿Me has echado de menos?-pregunté mientras la acariciaba. Esta maulló y se tumbó a mi lado, quedándose dormida.
Después de despertar perezosamente, puse un rato la televisión para distraerme un poco.
Lo primero que aparecieron fueron las noticias y, por pereza, lo dejé.
Todo hablaba de lo mismo de siempre: economia, artistas, etc, pero hubo una noticia en la sección internacional que me llamó la atención en especial, acerca de una catástrofe natural.
Para mi sorpresa y horror, tuvo lugar en Murcia, mi ciudad.
Rápidamente cogí el teléfono y llamé a mi casa. No importaba cuán cara fuera la llamada.
Me desesperé al ver que no
contestaban y me temía lo peor.
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Una Vida Cambiante
RomantizmUna chica española en Tokio se puede encontrar con cosas sorprendentes, y más si su vecino es un tanto enigmático.