En plena noche, me desperté debido al estruendo y lo único que pude llegar a ver fue a Miura allí, en mi habitación.
-¡Miura!-me asusté-¡¿Qué haces aquí?!-grité empezando a pegarle con una almohada.
-¡Si ves lo que hay debajo de mí te darás cuenta de la situación, pedazo de idiota!
Cuando me fijé, me percaté de la presencia de Saotome.
-¿Pero qué...?-no podía dejar de preguntarme.
-¡Espabila!¡Saotome ha entrado en tu casa y te estaba acosando!-Explicó Haruma mientras forcejeaba.
Saotome intentaba zafarse de Haruma mientras no me quitaba el ojo de encima. No pude evitar sentir repulsión hacia él. Por desgracia, consiguió escapar, pero confiaba en no tener que volver a verle. Cuando la situación se calmó, tuve oportunidad de disculparme.
-Siento haberla tomado contigo...-me disculpé.
-No te preocupes. Un error lo tiene cualquiera.-me dijo con una pequeña sonrisa amarga.
Aquello me entristeció.
-Pensándolo bien, de veras espero llegar algún día a lo más profundo de tí, así no estarás solo.
Haruma se sorprendió al oír esas palabras de mi, pero pronto cambió la sorpresa por el afecto.
-Por lo menos inténtalo. Esperaré el tiempo que haga falta.-sonrió, posando una de sus manos en mi cabeza.-Nos vemos.
Aquella noche no pude dormir. Al día siguiente no tenía ni ganas ni fuerzas de levantarme para asistir a la universidad, por lo que opté por decirle a mi madre que estaba enferma.
Tras dar vueltas y vueltas tuve la necesidad de llamar a Yuki y contarle todo lo ocurrido.
Era más la necesidad de desahogarme que otra cosa la que me impulsó a llamarla. Por supuesto le pedí el favor de que Hide no se enterase de nada. No quería que se preocupase por mí más de lo que se solía preocupar.
También le conté aquellos extraños sentimientos que me invadían cada vez que veía a Miura o pensaba en él, y aquella personalidad solitaria y amarga que pretendía esconder.
-No llego a comprender esa personalidad suya, Yuki...
-Tal vez ha llegado a ser así por alguna experiencia del pasado-razonó-A lo mejor es por eso por lo que no confía en nadie y cree que solo se tiene a sí mismo.
Cuando terminé de hablar con ella, decidí salir a tomar el aire.
En una de las calles me encontré con aquel solitario Haruma.
-Hola Paloma-me saludó con una sonrisa.
-Buenos días-repuse cabizbaja, pensando en las palabras de Yuki. Haruma me miró con expresión extraña.
-¿Ocurre algo?-se preocupó.
-¿Eh? No, nada en especial. Solo pensaba en esto y aquello...
Miura se quedó pensativo.
-Ven.-dijo tendiéndome la mano-Demos un paseo.
Fuimos caminando tranquilamente acompañados por un sutil silencio hasta llegar a Shibuya.
-Miura, gracias de nuevo por lo de ayer...
-Ya te dije que no pasaba nada-respondió con una media sonrisa, viendo a la gente pasar.
Hablamos sobre cosas un tanto sin sentido hasta que me armé de valor para hacer una pregunta que me rondaba desde hace rato.
-Miura, ¿tu te sientes solo?
Miura me miró sorprendido, sin saber qué responder.
-¿Y esa pregunta?-intentó desviar el tema fríamente.
-Es que siento que hay algo que te atormenta desde hace tiempo-respondí con sinceridad-¡Quiero saberlo! ¡No estás solo! ¿Lo sabías? ¡Y nunca lo estarás! Así que por favor, deja de...
Antes de acabar la frase, me abrazó cogiéndome por el hombro, hundiendo mi cabeza en su pecho.
-Te voy a decir algo-empezó a decir-desde hace tiempo no confiaba en nadie. Pienso que estoy solo, sin nadie a quién acudir.-Continuó- Pero tienes algo que me da motivos para confiar en tí y para intentar confiar de nuevo en la gente.
Aquella fue la primera muestra de confianza que me presentó desde que nos conocimos. En aquel momento pensé en la razón que tenía Yuki.
-¡Oi!¿Ya te has olvidado de mí?-preguntó una chica con voz melosa.
Era la misma chica del otro día.
-Esto... hola...-saludó Miura un tanto cortado.
-Bueno, creo que yo sobro...-comenté, esbozando media sonrisa.
-Que chica tan maja, ¿no? Entiende la situación a la primera-dijo la chica con una sonrisa maliciosa.
Me alejé de allí lo más tranquilamente, caminando sin rumbo. Me detuve al llegar a un parque cercano a mi edificio, donde mis lágrimas comenzaron a brotar sin poder detenerlas siquiera.
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Una Vida Cambiante
RomanceUna chica española en Tokio se puede encontrar con cosas sorprendentes, y más si su vecino es un tanto enigmático.