Prólogo

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—¿Y cómo te ha ido en estos meses junto a tu nuevo marido?—Al oír aquellas palabras de parte de Milk, simplemente quise vomitar.

«Marido», esa palabra retumbaba en mi mente con agresividad, y las ganas de vomitar aumentaron. Sin embargo, sonreí.

—Muy bien, es el mejor esposo que una mujer querría tener​; amable, atento y muy cariñoso—Respondí tragando el bilis en mi garganta.

«Vamos ____, "finge y sonríe"»
Siempre era la misma rutina cuando a alguien le daba por hacerme una visita. Y ese "alguien", siempre eran Milk o Bulma... Aunque más la primera. 

—Me alegro por ti, te mereces lo mejor ____.

"Lo mejor"
Irónico ¿no? Veo que la vida no opina lo mismo.

—Me tengo que ir, hasta pronto linda.

—Adiós Milk—Respondo viéndole desaparecer.

Y bien, vuelvo a estar sola en esta maldita casa. Aunque prefiero estar así, que mal acompañada.

Ajá, indirecta para Vegeta.

Me gustaría salir con libertad como en los viejos tiempos...

Desde que Vegeta y yo somos "marido y mujer", todo ha ido de mal en peor.
No me deja salir de esta casa, ni hablar con nadie sin su jodida autorización. Prácticamente no me deja hacer nada... Parezco estar en una cárcel ¡Me corrijo! ¡Esto es peor que una cárcel!

El estruendo de la puerta siendo azotada, me hace saltar en mi lugar.

«Siempre la misma rutina...»

—Vi como salía la esposa de Kakaroto ¿qué quería?—Pregunta cruzándose de brazos, y sólo me encojo de hombros.

—Saber cómo estaba...

—¿Y qué has respondido?—Pregunta llendo al grano, a lo que sonrío con falsedad.

—Que mi vida era perfecta, junto a mi perfecto principito—Menciono con una ironía que éste ignora con facilidad.

—Me alegra.

—A mí no, odio mentir—Y bien. Dejó de ignorar mis palabras, para mirarme con reproche.

—Al menos finge felicidad frente a mí.

—No, frente a ti sólo demuestro el odio que te tengo, hijo de puta.

«Siempre la misma discusión...»

—Eres muy estúpida para provocarme si sabes lo que te espera—Gruñe el lunático entre dientes.
Ruedo los ojos.

«Siempre la misma amenaza...»

—¡¡Y tú muy estúpido para no darte cuenta que si se me presenta la oportunidad, te haré pagar con tu sangre!!—Apenas terminé de decir, más bien, gritar aquello, fui lanzada hacia la pared más cercana.

Sentí mi cabeza chocar, y un pitido molesto se hizo presente.
Dolían, claro que dolían esta clase de golpes...

Pero me logré colocar de pie. Vegeta sonrió macabro.

—Te mereces otro de tus castigos, ____.

Hijo de las re mil putas...

—Te odio—Al tan sólo pronunciar aquello, sentí sus manos rodear mi cuello. La falta de aire no duró mucho... Volví a ser azotada contra el piso.

Un leve mareo se hizo presente... Alcé mi vista, y le vi acercarse con una mano en su bragueta.

Ya sabía lo que venía, y nadie me iba a salvar de lo que ocurriría a continuación. De aquello estaba segura.

«Siempre el mismo final...»

Sed de venganza [En proceso de corrección] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora