Capitulo 8: Todo estaba cambiando.

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Uno, dos. 

Corre.

Tres, cuatro. 

No hagas ruido. 

Cinco, seis. 

Aguanta la respiración. 

Siete, ocho. 

No hay escapatoria. 

Nueve, diez. 

Te encontré. 

Once, doce. 

Nunca te iras. 

-Aquella joven de rizos rubios corría por el bosque con torpeza, su respiración estaba agitada, la única luz que alumbraba su camino era el resplandor de la luna que lentamente estaba siendo pintada por un rojo carmesí.- 

-¿Es una historia de terror, o que?.- Interrumpió la historia el mayor de los hermanos. 

-Cállate y déjame seguir.- Lo regaño la menor.- Las risas comenzaron a oírse, venían de todas unos ojos verdes  brillaron en la oscuridad, una sombra se movió con agilidad frente a ella, su cuerpo se paralizo, su piel se comenzó a endurecer, un grito ahogado salió de su boca, quiso correr, pero no pudo, quiso pedir ayuda, pero nadie respondió. Y así termino todo para ella, su cuerpo petrificado y convertido una estatua. Así fue su fin, así fue su muerte. -Nunca te iras.- Susurro aquella sombra en su oído antes de que la muerte se la llevara consigo.- 

-Que linda historia Hikari-chan.- Dijo el mayor con sarcasmo. 

-No es una historia, idiota.- Gruño la menor golpeando al pelirrojo en la cabeza con el libro.- Te dije que fue un sueño, fue raro, parecía todo tan real, sentí que tenía que escribirlo me desperté.- Comentó pensativa mientras se sentaba en el sofá frente al mayor. 

Ninguno de los dos hablaron después de eso, la habitación se encontraba en un pacifico silencio que fue interrumpido por la llegada de un castaño. 

-Ya es hora de almorzar.- Aviso el menor entrando sin tocar a la habitación de joven. 

(...) 

Como siempre, el comedor se encontraba en silenció, un silenció aburrido y para nada cómodo. 

 La única mujer de la habitación sintió una mirada sobre ella, y al percatarse que esta era de cierto pelirrojo solo sonrió y le guiño un ojo con malicia haciendo que el soltara un bufido. 

El castaño no paso esto por alto y frunció el ceño. 

Mientras que Asashi solo tenía la mirada clavada en un punto fijo pensando quien sabe que. 

-Hikari.- Alguien llamo a la menor haciendo que esta dejara de retar con la mirada a Ayato.- Después de comer, vendrás conmigo, quiero hablar contigo.- Dijo el joven de lentes. 

Asashi salió de sus pensamientos al escuchar esto y clavo su mirada en el mayor. 

Ryu observo con desconfianza al pelinegro, nadie le ordenaba a su hermana que hacer si no era el o sus padres. Eso era lo que el pensaba. 

La menor asintió con timidez y una expresión confundida. ¿Que tendría que hablar con ella Reiji? No había intercambiado muchas palabras con el mayor en su estadía en la mansión. 

Se encojio de hombros y sintió tres mirada sobre ella, la primera era de su tio mayor que la observaba con seriedad y ella solo le dedico una sonrisa. La segunda era de Ayato que todavía trataba de intimidarla con la mirada a lo que ella solo rodó los ojos. Y la tercera la hizo sonrojarse y bajar la mirada, no lo entendía bien, pero ella no podía observar a aquel alvino a los ojos sin sentirse intimidada y avergonzada. 

La maldición Sakamaki./D.L/ pausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora