Capítulo 23: Separadas

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Cerré el libro de matemáticas con una fuerza impresionante y me recosté entre las mesas del refugio. Dan estaba frente a mí, observando mi tarea una y otra vez, llegó una en donde frunció el ceño, pero al observarme sonrió.

-Genial, lo has hecho -resoplé y tomé el cuaderno, lo guardé y me acosté sobre el suelo. Cerré mis ojos-. ¿Qué te sucede? Hace semanas estas de esa manera.

-Tú lo sabes perfectamente -dije con voz ronca.

-No te lastimes tu cerebro con esos pensamientos, ya se arreglarán -me levanté de golpe.

-Es que no es la razón de que estemos peleadas -tomé mi collar inconscientemente-. No me dijo la verdad.

- ¿Y no puedes olvidarlo y ya? -rodé los ojos-. No es tan grave, quizá ella quería ayudar.

-Lo que sea, no estuvo bien -me cruce de brazos y tomé mi celular junto con mis auriculares, dando así por terminada la conversación.

Ya habíamos discutido esto un millón de veces y él siempre me venía con que no era nada, y que debíamos hablar como "personas maduras" y arreglar el asunto. Llegó un momento en dónde no le hablé durante dos días por una fuerte pelea. Con Jade llevaba tres semanas desde la discusión, y las chicas ya no sabían que hacer. Habían intentado de todo con tal de que nos volvamos a unir, hasta Sara había propuesto usar los vestidos de Alex durante una semana. Pero ni Jade y ni yo queríamos arreglarlo, o aún no.

La habitación que antes era toda risa y bromas, se convirtió en un lugar sepulcral y sin vida.

Cada vez que Jade y yo nos encontrábamos en un lugar a solas, o siquiera con personas a nuestro al rededor, la tensión se sentía a kilómetros. Y claro que la mitad del instituto ya se había enterado, no sé por boca de quién, pero el tema ya había salido hasta en la página del instituto. Algo que nos molestó a las dos. Pero no podemos trabajar por separado, así que la chica dueña de la página no pudo obtener su venganza. Al menos una pequeña lección si había obtenido.

De alguna manera, las tardes de instituto se volvían frías y poco alegres, cada vez que alguna de las dos entraba a la cafetería o alzaba la mano en clase, todos se callaban y no hablaban hasta por lo menos 15 minutos.

Según Alex, todos se preocupaban por que explotáramos y hagamos un lío o alguna guerra de comida que alegre un poco el día de clases, pero al no ocurrir nada, todos se fundían en sus conversaciones. Yo comía en silencio al igual que todas, la mesa del fondo que antes tenía un humor que te hacía reír hasta quitarte los dos hígados, ya no existía. Admito, es incómodo estar en el mismo lugar que Jade, pero así debe ser.

Ya había superado, sólo un poco, nuestra discusión. Hasta ahora ya lo consideraba una tontería. Pero cada vez que iba a la habitación para dejar mi orgullo de lado y pedirle perdón a Jade, su mentira se me cruzaba por la cabeza. Me apartaba de ahí y me decía a mí misma que era una tontería, pero ella me había mentido, durante un mes.

Diablos Nat, deja de ser tan orgullosa y deja de poner la misma excusa siempre.

Los auriculares fueron quitados de mis oídos sin delicadeza, abrí mis ojos y los rodé al encontrarme con Dan.

- ¿Y ahora qué? -dije frustrada.

Levantó una ceja.

- ¿No te vas a quedar sentada ahí todo el día, verdad? ¡Es sábado! -levantó los brazos y sonrió.

Me encogí de hombros y cerré mis ojos. Segundos después sentí como me levantaba y colocaba algo sobre mis ojos que no me dejaba ver.

- ¿Qué diablos Dan...? -hizo un sonido para que me callara, por alguna razón le hice caso y me quede estática en mi lugar. Pero duro poco, ya que comencé a gritar cuando me tomo de los pies y comenzó a arrastrarme por el piso.

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