Capítulo 21: El refugio

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El despertador sonó y gruñí.

Ya había pasado un día desde que descubrí el misterioso trabajo de Jade, pero no había tenido la oportunidad de decírselo. Prefiero no decírselo frente a las chicas, es mejor a solas, no quiero causarle más problemas a Jade.

Apagué la alarme y seguí durmiendo, pero como todos los días, algo tenía que despertarme por completo.

- ¡Despierta Nat! -me grito Sara al oído.

- ¿Qué no tenían resaca? -me tapé la cara con la almohada.

-Ya no, a clases.

Resoplé y me levanté para vestirme.

Salí del baño, ya cambiada. Pero solamente Jade estaba en la habitación, secándose su cabello.

De acuerdo, ahí voy.

-Jade -la llamé y ella me miró-. ¿Puedo preguntar...?

No pude terminar la pregunta ya que la puerta se abrió en ese instante.

-Se nos hace tarde -avisó Alex y volvió a cerrar la puerta.

- ¿Qué me querías preguntar?

-Oh, nada importante. Ya vámonos.

Salimos de la habitación y yo cerré la puerta con la llave, la guardé en mi bolso y camine al lado de las chicas. Mientras ellas iban hablando, escuché mi nombre provenir de algunos de los pasillos del instituto. Observé por todos lados, pero no encontré nada. Me encogí de hombros.

Quizá sea el sueño.

Bostece al recordarlo y me restregué los ojos.

- ¡Natalie!

Volví a escuchar, pero al parecer no fui la única, ya que todas se miraron entre ellas para luego observarme a mí.

- ¡Hey, por aquí!

Fruncí el ceño y volví a inspeccionar el lugar, y ya vi el problema. Daniel. Entrecerré mis ojos al encontrarlo, nada más y nada menos que corriendo hacia mí con sus libros a punto de caerse.

 Entrecerré mis ojos al encontrarlo, nada más y nada menos que corriendo hacia mí con sus libros a punto de caerse

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¿Cómo puede venir a joderme a estas horas?

-Hola Daniel -lo salude y me di la vuelta, ignorándolo.

- ¡Hey, no escapes! -me tomó del brazo y tiró de mí hacía atrás. Coloqué los ojos en blanco y me giré.

- ¿Qué sucede? -me soltó y colocó sus manos en sus bolsillos.

-Nada, sólo quería saludarte -sonrió y yo le devolví la sonrisa.

Oí una risa ahogada y miré por el hombro de Daniel, las chicas estaban toda con las cejas alzadas. Daniel se dio cuenta y volteó.

-Oh, claro, estabas con tus amigas -se rascó la nuca-. Creo que ya me voy.

Cuando estaba a punto de irse, lo tomé por el antebrazo, impidiendo que se fuera.

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