Capítulo II

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"No existe la libertad, sino la búsqueda de la libertad, y esa búsqueda es la que nos hace libres" (1)

Itachi despertó con los gritos al lado de su habitación, la oscura noche lo envolvía por lo que su vista desgastaba no lo ayudaba con su búsqueda, a lo lejos escuchaba el nombre de su hermano, proviniendo de varios labios, entre ellos, estaba la voz de su madre, su cabello despeinado y su cara de pánico, lo preocuparon.

Ella corrió hasta él, su yukata de un tono azul oscuro, ondeaba lentamente con cada paso que ella daba, sus manos temblaban ligeramente y su respiración estaba entrecortada por la leve carrera que había realizado.

–Itachi, hijo, ¿Has visto a Sasuke? –

–No, la última vez que lo vi, fue cuando él me trajo hasta mi dormitorio, supuse que estaba en su entrevista de matrimonio–

–Él nunca regreso hijo– dijo ella agarrando levemente un mechón que caía suavemente por su rostro.

–¿Qué?

–Lo hemos buscado por horas, y no aparece, le hemos preguntado a todos aquí y nadie lo ha visto desde que él te trajo hasta tu habitación, tenía la esperanza que estuviera contigo–

–Lo siento madre, y no sé en donde pueda estar–

De repente, su padre Fugaku llegó a él su yukata era de un color aguamarina (2), en el borde que rodeaba su cuello era de color blanco y dentro de este color unos puntos del mismo color resaltaban su rostro serio, en su mano izquierda tenía una nota, escrita pulcramente con tinta de pulpo.

–Encontré esto en el cuarto de Sasuke– levemente la levantó y con su voz ronca dijo –He secuestrado su hijo, por lo que requiero la suma de 10.000.000 Yuan (3) para que lo entregue, además el dinero debe ser entregado por su hijo mayor Itachi en los próximos 6 meses, o él morirá.

Fugaku levantó su rostro, su expresión seguía siendo la misma, más Itachi conocía de su preocupación, aunque no la mostraba, ya que su mano izquierda temblaba ligeramente con el papel, que se balanceaba de lado a lado.

–Padre, iré– Dijo Itachi, apretando levemente el hombro de su padre –Rescatare a mi hermano, después de todo nos educaste como si fuésemos samuráis, además aprendí karate, podré rescatarlo confía en mí.

–Confió en ti hijo– dijo palmeando su hombro ligeramente –No confió en la enfermedad que portas.

–Padre– lo interrumpió tomando entre sus manos las de él –Esta enfermedad me volverá ciego con los años, no me matará, estaré bien, y para que no te preocupes podrás mandar unos guardias junto a mí–

–No es necesario hijo, sé que tarde o temprano los perderías, solo cuídate–

–Lo hare–

Las horas habían pasado lentamente, y el cofre lleno de oro estaba junto a él, las puertas, las cuales nunca habían sido abiertas, se abrieron de par en par, frente a si un paisaje lleno de colores lo aguardaba, los cerezos poseían en sus ramas las flores rosadas que los caracterizaban y en el suelo, algunas de ellas ondeaban con el viento, el sol lo cegó momentáneamente, detrás de él una pequeña carroza lo acompañaba, volteó y se despidió de su madre y padre, mientras se dirigía al barco que lo llevaría al nuevo mundo.

(1) (CARLOS FUENTES)

(2) No sé qué color es T-T

(3) La unidad monetaria de la república popular de China.


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