Capítulo III

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"Todos los momentos de placer se hallan contrapesados por un grado igual de dolor o de tristeza." (1)

El sonido del tren retumbaba en la inmensidad del desierto, un caballo resoplaba y movía de arriba hacia abajo su pata, arriba de él, un jinete de cabello rubio, este observaba como el vapor aparecía tras el horizonte, el viento movió de repente su cabello hacia atrás y una pequeña cicatriz se asomó, su traje ondeaba con el viento, observó como el tren se acercaba lentamente hacia él.

Una sonrisa ladina se formó en su rostro, con las púas que sus botas poseían golpeo dos veces a su caballo, quien inmediatamente corrió hacia donde él lo dirigía; pronto, alcanzo este tren y él se subió con gran agilidad a este, los escalones le daban acceso a los vagones, uno a uno fue saltando encima de ellos, se detuvo justo antes de su tesoro, con agilidad saltó a este vagón y lo soltó de su amarre, este vagón poco a poco se liberó, más su velocidad no disminuía.

Con la misma agilidad bajó y subió de nuevo a su caballo, una bomba que hace no mucho había puesto explotó apenas unos metros delante de él, haciendo que el vagón se detuviese por completo y las compuertas se abrieran de par en par, esa noche dormiría y comería de lo lindo, abrió las compuertas dejando ver las provisiones de comida y muchas joyas, sin duda, hasta ahora había sido su mejor trabajo.

Su cabello rubio ondeaba y su carcajada se oía en la inmensidad de aquel lugar, su cabeza tenía un alto precio, y si el sheriff no lo atrapaba, otros lo harían, por un momento confió en su suerte y se despisto. A la próxima no tendría tanta suerte, se detuvo de improviso cuando la vista frente a él se tornó un poco borrosa, chisto un poco, mientras cerraba su ojo izquierdo y azotaba nuevamente a su caballo, para que este siguiera su carrera.

Cuando vio el pueblo se alivió un poco, quizás podría tomar un rehén desprevenido, y así huir más fácil del sheriff que aún lo perseguía, observó el buque a lo lejos -genial- pensó -extranjeros- las personas se alejaban de su camino y si querer le cerraban el camino del sheriff, haciendo más fácil su fuga.

Volteó para burlarse de él, más cuando giró de nuevo, fue tarde el momento en el que chocó con un tipo extraño, que tenía puesto... ¿Un vestido?... en definitiva sería un indio de las afueras, maldijo a aquel hombre mil veces, más se quedó en silencio cuando vio que aquel muchacho lo sostenía con fuerza, quizás era una redada, El caballo que relincho de sorpresa lo despertó de su sueño, junto a él, miles de restos de comida se esparcían. Mientras que algunas joyas que había robado hace unos días adornaban su torso, con ligereza se incorporó, y vio a lo lejos como el Sherif se acercaba a él, sonrió de manera ladina, con su brazo izquierdo lanzó hacia la nada un pequeño artefacto explosivo, mientras el huía con su gran botín con prisas se levantó y se incorporó, volviendo de nuevo a su caballo, dejando atrás más de una joya.

"La vida es una tragedia a la que asistimos como espectadores un rato, y luego desempeñamos nuestro papel en ella." (2)

Cuando Itachi salió de su casa, sus pies temblaron, no sabía si de emoción o miedo, las imágenes que sus ojos le mostraban le parecían tan surrealistas, que por un momento creyó que estaba dentro de un sueño, se pellizcó levemente su brazo y cuando sintió el dolor, supo que no era así, dio unos cuantos pasos hacia las escaleras, cuando un carruaje tapó su camino, hastiado se subió a él, con la compañía de un cofre que poseía lo que sería la libertad de su pequeño hermano.

A cada paso que el caballo daba, él se maravillaba cada vez más con los paisajes que lo rodeaban, observó como las personas abrían el paso y se inclinaban hacia él, inmediatamente bufó, de repente un enorme lago se alzó frente a él, más su movimiento errático lo hacía dudar de que aquello realmente fuese un lago.

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