Capítulo VI

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"No trates de guiar al que pretende elegir por sí su propio camino" (1)

El sonido de las olas despertó a Sasuke de su letargo, el cambio de horario había calado hasta el fondo de su corazón, la ropa sucia y llena de polvo que llevaba desde hace días, la vestía con orgullo, no sabía cómo escapar, como volver a lo que alguna vez llamó hogar.

El nuevo mundo se abría ante él, misterioso, enorme, lleno de vida y sobre todo, libertad. El miedo lo invadió durante los primeros días, poco a poco la costumbre de su monotonía lo dejaba observar a su alrededor.

Las carrozas, los caballos, aquellas vestimentas extrañas que en aquel lugar llevaban con orgullo, el idioma que nunca pensó escuchar en su tierra natal, aquel idioma fluía a sus oídos, como si de un poema se tratase.

No sabía cómo regresar, su hogar le quedaba tan lejano, sumándole que él no quería regresar, hacia un futuro que había sido escrito antes de que el naciera, como si fuese obra del destino se encontró de nuevo con su captor, Naruto, así le había dicho él que se llamaba, el barco se movía ligeramente con el golpeteo de las olas, la bandera con una calavera blanca ondeaba con el viento, no conocía nada más que aquello, fingió una sonrisa quizás era hora de hacer una revolución a su vida o él cambiaba, o no encontraría un futuro que desde hace tiempo deseaba buscar.

Cuando se acercó a él, el incómodo ropaje le impedía su fluido movimiento, además se sentía incómodo, como si fuese obra del destino una ropa le golpeo el rostro, bajo su mirada, allí una ropa similar a la que observaba en la multitud se hallaba a sus pies, incluyendo un sombrero de cuero color negro y unas botas que hacían juego.

Con una sonrisa ladina, levantó aquel ropaje, antes de cruzar su mirada con Naruto, quién le sonreía con su mano derecha levantada ligeramente, se agacho, si tomaba aquella extraña vestimenta dejaba todo atrás, lo pensó, lo analizó, observó a su alrededor, ya no había marcha atrás, el deseaba aquella vida, no la que su padre o su hermano deseaban para él, era lo que él deseaba para sí mismo, por primera vez fue libre, y esa idea le encantó.

La levantó sin prisas, a cada paso que daba su convicción de lo que estaba a punto de realizar crecía, a cada instante, su cabello largo que crecía vertiginosamente para posteriormente ser atado con una trenza, como su cultura lo dictaba, se retiró rápidamente la ropa que le recordaba su pasado, el cual estaba enterrando profundamente, con una cuchilla tomo su cabello y lo corto, estaba iniciando una vida...Nueva.

Nunca permitas que las circunstancias te impidan ir tras lo que de corazón sabes que tienes que hacer" (2)

El sonido de los cascos, la tierra mojada, las gotas de lluvia que golpeaban ligeramente su rostro, el tacto que mantenía con aquel pequeño cofre, todo le daba una visión de lo que sus ojos estaban perdiendo, la oscuridad hace minutos había regresado a sus ojos, Itachi, temía que la oscuridad lo rodeará antes de encontrar a su hermano, el camino largo lo desesperaba, no sabía si debía confiar, o si no debía hacerlo, como siempre estaba caminando en la oscuridad con un solo propósito, salvar a su hermano, así muriera en el intento.

La carroza se detuvo de repente, él se estremeció la luz no regresaba a él, estaba indefenso, si bien sabia artes marciales, la oscuridad no era su mejor aliada, el olor a tabaco inundo sus fosas nasales, sintió como un mechón de cabello acariciaba sus pestañas, su corazón salto en su pecho cuando la luz volvió a sus ojos, cruzándose con unos ojos de color azulado, su respiración fallo por unos instantes, giró sus ojos, no quería verse indefenso, no cuando debía custodiar aquel cofre.

—¿Estás bien?—Fue como si este le hubiese leído la mente, él volteó sus ojos hacia alguna parte de la carroza, tomando con más fuerza el cofre que sus manos aun sostenían con cautela

—Si— fue lo que respondió sin ánimo de seguir aquella extraña conversación, observó hacia las afueras, la luna llena cubría el cielo nocturna, y 'pequeñas estrellas iluminaban tenuemente el cielo, dándole una vista, que quizás sería de las últimas, observó a Deidara, en su mano una bolsa de color extraño se hallaba.

—Es una bolsa de dormir— dijo de nuevo adivinando sus pensamientos, —Debemos acampar, mañana temprano retomaremos el viaje, es muy peligroso que sigamos el camino, además Katsu necesita descansar.

— ¿Katsu? — dijo él levantando una ceja como señal de sorpresa

—Sí, mi caballo, así se llama— Itachi asintió mientras se levantaba dejando atrás a un preocupado Deidara, cuando salió de la carroza aquella vista lo dejó embelesado, no eran unas cuantas estrellas, eran miles de ellas, la luna llena, le daba un color azulado a la tierra, una pequeña fogata iluminaba tenuemente un punto lejano y una pequeña carpa se hallaba al lado de esta.

En qué momento ocurrió todo aquello, no recordaba cuanto tiempo duró en sus cavilaciones, ni cuánto tiempo la luz dejó sus ojos, trago fuertemente girando sobre si, Deidara arrastraba una de las bolsas de dormir, y en su hombro izquierdo otra de la misma forma y el mismo tamaño.

En el fuego se asaban unos cuantos pedazos de carne, y una jarra de agua, pequeñas chispas amarillas golpeaban contra el suelo, y el humo huía hacia el cielo, deseaba descansar, no responder ya nada más, y seguir su camino sin impedimentos, él no estaba allí para hacer amigos, él estaba allí para proteger a su hermano y regresar a la vida, a la cual probablemente no deseaba, cerró sus ojos, los cuales le dolían como si mil cuchillos los golpearan, faltaba tan poco pero al mismo tiempo tanto tiempo para que su ceguera lo dejará en un limbo entre el dolor y la oscuridad.

(1)WILLIAM SHAKESPEARE

(2) JACKSON BRAUN

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