Capítulo 8: "Psicópata"

67 0 0
                                    

Caí una vez más al suelo, me levante rápidamente para esperar su próximo ataque, cuando él estaba a un centímetro de mí y su puño estaba a punto de golpearme... Esquive su golpe, luego le di una patada que lo lanzo lejos.

Acto seguido; los dos corrimos a una velocidad despampanante para continuar con nuestra batalla. El tenia más destreza que yo, sus golpes eras más fuertes y rápidos que los míos, logró derribarme...

-¡Me rindo! – Grite con la poca energía que me quedaba.

- Era lo más sabio que podías hacer.- Responde Leonardo con tono burlón y arrogante.

- No es justo, tú eres más alto que yo, y más rellenito- dije con algo de soberbia.

- ¿Me estas llamando gordo? – Pregunto Leonardo incrédulo.

- Si.

- Ok, vuelve a ponerte un guardia que esto ya se volvió personal – Dice con algo de enojo.

- Oye Leo, no te enojes, no sabía que eras tan sensible - Respondí riéndome.

- ¡Estúpido! – Grita Leonardo con rabia.

- Jajajaja oye lo siento, ¿Pero me puedes volver a explicar la razón por la cual entrenarme en combate cuerpo a cuerpo es tan importante, si peleamos contra espíritus?

- Creo que no recuerdas que los espíritus que te atacaron la vez pasada tenían una entidad física, no sé cómo lo hicieron pero era así, es mejor estar preparados – Dice Leo, tratando de parecer inteligente.

- Está bien, no niego eso, pero tampoco entiendo; ¿Cómo se supone que esto va a ayudarme a desarrollar mi nueva habilidad? Llevamos casi una semana teniendo batallas sanguinarias, pero aun así mis manitos no han vuelto a brillar – Dije cruzado de brazos.

- Pensé que si te hacia enojar o te llevaba a tu límite, tu poder iba a salir a flote, aunque por los visto no hemos tenidos resultados.

- Wow, que inteligente, me dejas deslumbrado – dije con sarcasmo.

- ¿Quieres otro puño en tu cara?

- No señor, lo siento – Dije poniendo mi mano en mi frente como lo hacen los militares para molestar a Leonardo.

- Que idiota eres Diego.

- Yo también te quiero bro – Dije soltando una fuerte risa.

Mientras ambos caminábamos de vuelta a nuestras casas sentíamos como  si alguien nos estuviera siguiendo, pero no había nadie cerca de nosotros, si era un humano hubiésemos percibido su aura, y si era un espíritu, no podría haberse ocultado de dos psíquicos. Le pregunte a Leonardo que si había observado algo fuera de lo común y él me dijo que no, de igual manera me dijo que también sintió que algo nos seguía, pero no sabía que era.

Lleguemos a mi casa, mi mamá había hecho un batido de frutas y arepas con queso, Leonardo se quedo a comer, cuando abrí la puerta para que él se fuera, una nube de humo negra y fría entró de repente a la casa, esa nube hizo que nos dieran dolores de cabeza, angustia y ansiedad, nos había debilitado, me tire al suelo, voltee y vi a mi padres y a Alán inconscientes. Leonardo se acerco a mí arrastrándose, saco un pedazo de papel de su bolsillo, en ese papel decía una especie de hechizo de protección, tomo mi mano y lo repetimos tres veces, mis manos comenzaron a brillar, y la nube negra comenzó a desvanecerse, después de todo eso, me desmaye.

Desperté en mi cuarto, Leonardo estaba cambiando un paño húmedo de mi cabeza porque tenía fiebre. Le pregunte por mi familia, respondió que ellos habían despertado y que no recordaban nada sobre la nube, que habían salido a comprar unas pastillas para mi fiebre. Leonardo no entendía porque el hechizo me había robado casi toda mi energía, tampoco sabíamos que era esa nube negra y lo peor quien la había enviado para hacernos daño.

El Aura DoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora