Épilogo parte dos

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-¡GRACIAS MADISON SQUARE GARDEN!-Grité por el micrófono mientras sonreía con cansancio y satisfacción, mirando al público.

La gran multitud frente a nosotros rugió fuertemente, y mi sonrisa se ensanchó.

Escuché a los chicos despedirse también, pero no presté mucha atención ya mi mente estaba ocupada pensando en el momento de bajar y ver a mi familia después de tantos meses de tour.

Este era nuestro último concierto en un tiempo, ya que decidimos que tendríamos un descanso para dedicarnos a nuestras familias.

Después de todo, ya éramos adultos y teníamos prioridades. En mi caso son mi esposa, y mis dos hijos.

-Gracias por todos estos años, les prometo que esto no es lo último de 5 Seconds of Summer, volveremos por ustedes-Dije en el micrófono, escuchando mi voz resonar por las bocinas y a el público gritando en respuesta.

-¡Los amamos, nunca cambien!-Exclamó Ashton desde su batería.
-¡Sigan jodiendo a todos con nuestra mala música!-Dijo Michael, el público río y silvó.
-¡La peor banda del mundo se retira, adiós New York!-Calum se despidió.

La multitud rugió por última vez, y las luces se apagaron, indicándonos que por fin, era tiempo de bajar.

Dejé mi amada guitarra guibson en su lugar y corrí al backstage, quería verlos ya.

Llegué y empuje la puerta, encontrándome con esa inconfundible maraña de rizos rojos que no ha cambiado ni un poquito a pesar de todos estos años.

Ella vestía un lindo negro con estampado de flores y vuelo, junto con sus características viejas botas cafés, las cuales sorprendentemente siguen quedándole. Estaba de espaldas platicando con Tanya, cuyo embarazo se notaba desde lejos ya.

-¡Allumete!-Exclamé.

Ella giró al escucharme y sonrío emocionada.

-¡Blondy!-Chilló, corriendo a mis brazos abiertos.
-Te extrañé tanto-Murmuró apretándome.
-No más que yo-Respondí.

Nos alejamos del abrazo y nos unimos en un beso, un beso digno de bienvenida.

Amo estar en casa.

-¡Papá!-Escuché a dos vocecitas llamarme, me aparte de Madeleine y besé sus labios cortamente dedicándole una sonrisa para después girarme hacia mis hijos.

-¡Lucille!, ¡Robert!-Exclamé, tomando a mis dos pequeños en brazos.

-¿Qué nos trajiste?-Preguntó Lucille, tan directa como siempre.

Lucille, nombrada así en honor a Lucy, era la imagen viva de Madeleine física y mentalmente, pero no tenía aquella timidez de su madre, si no mi actitud y mi facilidad para tratar con la gente. Era astuta y terca, pero con una nobleza interminable. La dulzura solo la sacaba cuando quería algo, si no, no.

Robert era un mini yo, (nombrado así en honor a mi segundo nombre y en contra de mi voluntad) pero con la inteligencia de su madre, gracias a Dios, y también tenía el cabello pelirrojo y los ojos verdosos, pero en lo demás era idéntico a mi. Era un pequeño Dios del rock.

Pobre de Madeleine cuando se queda sola con estos dos diablillos. Aunque sabe perfectamente cómo controlarlos.

-¿Trajiste la guitarra que me prometiste?-Preguntó Robert con emoción.
-¿Trajiste la mía?-Secundó Lucille en un chillido-¿Y mi libro también?-Continuó.
-Tal vez un, 'Hola papá, estamos tan felices de verte, ¿Cómo te fue', no estaría mal para empezar-Me quejé divertido mientras rodaba los ojos.
-Estamos yendo al grano papá, primero las prioridades-Argumentó Lucille rodando los ojos, igual que yo hace unos segundos.
-¡Lucille!-Regañó Madeleine cruzándose de brazos y alzando una ceja.
-Perdón mamá-Murmuró.

That Something. (EN EDICIÓN).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora