III

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"Erase un vez dos almas condenadas a estar juntas, era el destino, pero ellos aún no lo sabían"

Era un caos, todo era sencillamente un caos, los demonios comandados por Daiki atacaron la ciudad principal de los Ángeles, las manchas carmesí estaban por todos lados, la destrucción se veía a primer instancia y el aroma...  el aroma era lo peor, olía a devastación y muerte.

Los ángeles eran un número muy reducido a comparación de los demonios, y para colmo su mejor guerrero no estaba ahí.

Taiga se había enterado de lo sucedido e intentó llegar de forma rápida para ayudar, pero cuando llegó al fin, todo parecía ir cuesta abajo.

Junto con su amigo Kuroko pusieron manos a la obra cada uno con su labor, el más pequeño sanando almas y el pelirrojo Peleando junto a los suyos.

Por ilógico que se escuche tras unas horas insesantes de lucha todo parecía igualarse, pero vamos ¿crees que los demonios iban a rendirse así de fácil?  Su líder Daiki se habría paso entre los suyos y los contrarios de forma sádica, dejando un camino carmesí tras de él.

Ambos guerreros el Ángel y el Demonio luchaban para ganar.

Entonces hubo un momento en el que se encontraron.

Se miraron fijamente, pero no de forma romántica, si no de forma salvaje, sádica y fría. 

Daiki reconocía ese rostro a medias de la misma forma que Taiga, puesto que él le había salvado la vida.

Ambos apretaron la empuñadura de sus espadas esperando a ver quien daba el primer golpe, de las miradas ajenas al dúo combatiente destacan dos, una mirada azul y otra escarlata.

Un recolector de almas que miraba desde el fondo  y un demonio guerrero que le cubría la espalda a Daiki.

El anterioente nombrado fue el que dio el primer golpe que fue rechazado con más fuerza por parte del pelirrojo que ágilmente hirió al otro, ésto hizo enfurecer a Daiki, a el no le gustaba perder, jamás perdía.

Lo atacó una y otra vez logrando darle de vez en cuando a su oponente y cuando finalmente los dos estaban demasiado heridos era momento para que uno de los dos se rindiera, y por rendirse me refiero a morir.

Dando el golpe de gracia Daiki fue quien gano ese encuentro, pero la batalla la ganaron nos Ángeles. 

Cuando todos los demonios se habían ido Kuroko salió de donde estaba, iba al rescate de su amigo.

Guardo su alma en el portador de almas que tenía y dejo el cadáver de su amigo ahí,  apresuradamente corrió al taller que le habían asignado desde siempre y minuciosamente construyó un cuerpo casi idéntico al de su amigo.

Esa fue la primer muerte de Kagami.

Déjame contarte algo antes de seguir la historia, el cuerpo de los ángeles an igual que el de los humanos envejecía, pero el alma de los ángeles jamás se perdía, los recolectores eran los encargados de construir un nuevo cuerpo para esa alma.

Los nuevos cuerpos eran marcados con símbolos que significaban que el cuerpo del ángel no era el legítimo. 

El cuerpo de Kagami no tenía ni una marca, pero ahora, ya tenía la primera.

Cuando Kagami abrió los ojos se encontraba desorientado, era normal, a todos les sucedía.

Se puso de pie y encontró un espejo, su cuerpo no era tan diferente al anterior, eso le aliviaba.

—Bien, espero te agrade, estuve a punto de darte cabello rosa— se burló su amigo.

El pelirrojo le sonrió y le revolvió los cabellos como solía hacer a veces.

—Gracias, conservaste mi bello rostro.— dijo bromeando también Taiga.

Ambos se rieron y se sentaron a hablar acerca del demonio.

Todos tenemos una mella, algo que nos hace felices pero a la vez nos destruye, la mella de Taiga, era Daiki.

El Llanto Del Cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora