II

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"Érase una vez un demonio que vivía como rey, un día fue herido en batalla y fue salvado por un ángel "

¿si hablamos de demonios como los imaginas? ¿de color rojo? ¿pequeños? ¿malhumorados? ¿maliciosos? ¿panzones? ¿con cola y cuernos? Pues bien, es mejor que dejes de pensar así, déjame decirte algo: No, los deeonios no son color de rojo y tienen un trinche y una larga cola.

A veces los demonios son pequeños, a veces, llegan a medir más de dos metros, otras tamtas veces tienen cuernos o colas y a veces son morenos o güeros.

El demonio del que voy a hablarles era un demonio de piel como muchos suelen decir "bronceada" , era alto, ojos profundos y unos pequeños cuernos que se asomaban de su cabeza.

Éste demonio vivía como un rey, el era como el hijo primogénito del que muchos conocen como "Satanás" (aunque no lo e era realmente ) y además era una pieza fundamental del ejército de los demonios... espera ¿estas pensando que el es igual que Taiga? Pufff ¿de que va? ellos sólo tenían cierta semejanza en sus habilidades, pero, no había más, jamás se habían enfrentado, pero por coincidencia del destino  Taiga le salvó la vida.

¿Como imaginas el inframundo? Déjame adivinar, seguramente con ríos de lava hirviendo, color rojo carmesí, con gente sufriendo por doquier y además muy caliente, de nuevo, No.

Imagina el mundo en el que vivimos ¿listo? Muy bien ahora  imagina ese mundo a uno muchos kilómetros de profundidad, pues bien, he ahí el inframundo. 

En un colosal edificio de arquitecturas neoclásicas se encontraba descansando el demonio Daiki.

—maldición — era lo único que llevaba diciendo varias horas a su "amigo" un pelirrojo de ojos bicolor el cual correspondía al nombre de "Seijuuro"

—Cállate de una buena vez, no haces más que quejarte— le reprochaba el pelirrojo al moreno.

—¿Quieres que me calme cuando los ángeles acaban de recuperar el territorio que les quitamos? No me jodas Sei. — recriminó Daiki.

—Pues entonces recuperemos eso de nuevo, embosquemoslos—dijo el plirrojo con una sonrisa siniestra y una mirada fría y calculadora.

Pero Daiki ni se imutó, su mente se había perdido en el recuerdo de aquellos dos tontos ángeles que le habían salvado la vida.

Se preguntaba ¿por qué simplemente no lo habían matado y ya? Realmente no lo sabía.

—lo haremos— dijo Daiki firmemente —pero trataremos de tomar su ciudad principal de un buena vez por todas.—

El Llanto Del Cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora