VIII

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"Érase una vez un par de despistados, ajenos al mundo exterior, ajenos a todo peligro..."

Ahí donde durmieron, despertaron, ajenos a todo lo que había pasado en ese lapso temporal, lo que menos se imaginaban es que alguien los había visto, y no cualquier persona, era un conocido de uno de los dos, pero aún ignoraban ésto, ignoraban lo que posiblemente los destruiría.

Pasó poco tiempo después de que se e hubieron despertado y menos tiempo fue el que tardaron en irse cada uno por su lado ¿Qué habían dicho? ¿Qué habían hecho? ¿Qué había pasado para que ambos se quedasen dormidos?

Han escuchado hablar de las flores y plantas somníferas quiero creer yo, y aunque bien, estás tienen un efecto diferente en cada individuo de distintas maneras, a Daiki y Taiga el simple Olor de estás los había puesto a dormir.

La verdad es que es difícil de creer que el simple Olor de una flor los hubiese puesto a dormir pero a ninguno de los dos les importó demasiado, lo pasaron por alto como si fuera irrelevante, y en su momento y hasta ahora lo era.

Taiga llegó a lo que llamaba casa al igual que Daiki, ambos se sentían diferentes, en muchos aspectos, se sentían dependientes ¿De qué? No lo sabían.

Es certero decir que a pesar de sus múltiples habilidades al momento de una batalla, a ambos les hacía falta un poco de astucia y lógica en sus pensamientos, y a la vez un poco de curiosidad en ciertos asuntos.

Pasando ésto por alto y un montón de más irrelevantes cosas, cabe decir que la mente de Taiga estaba hecha más que un lío, no sabía si decirle a Daiki  acerca de la estúpida marca o no... por que a decir verdad, comenzaba a agradarle pasar tiempo con el demonio, sí, sabía que estaba mal y demasiado, es más excesivamente prohibido que tuviese encuentros con el moreno, pero comenzaba a "caerle bien" y se sentía a gusto a su lado, y su rivalidad seguía constante, eso no cambiaba en nada, sólo eran "amigos" fuera del campo de batalla, allá en el mundo humano.

Tras pensarlo mucho rato (y sin culpa alguna) Taiga decidió no contarle nada a Daiki acerca de la marca, más adelante lo haría, ese era un hecho, pero estaba seguro de que no era el momento aún.

El pelirrojo no recibía muchas visitas, era muy solitario, la mayoría de las tardes (antes de conocer a Daiki) las pasaba sólo, leyendo, escribiendo, durmiendo, o bien salía a caminar, su lista de amigos se reducía a Kuroko, el cual era bastante parecido en éste aspecto a Taiga, eran amigos incondicionales, nunca se habían fallado, pero como ya había dicho no se veían muy a menudo más que en horas de trabajo o en el campo de batalla.

Monotonamente la tarde transcurría, y a decir verdad todo era tan simple y común como en el mundo, Taiga se encontraba cocinando cuando escuchó alguien llamando a su puerta, dejo de lado los utensilios de cocina, se limpió las manos en una toalla y sin más se dirigió hacia el pórtico, abrió la puerta y se llevó una gran sorpresa al ver un sobre blanco, sin sello, ojo, quiero aclarar, que una carta sin sello de cera era tan inusual como una ... la verdad no había con que comparar lo inusual que esto era, y como era de esperarse a Taiga le pareció muy raro, levantó la carta y cerró la puerta quedando sólo de nuevo, abrió el sobre sin sello que se lo impidiera y sacó una nota escrita con tinta negra : "Dormir al lado del enemigo es una señal de traición a los tuyos." 

De inmediato el pelirrojo abrió los ojos como platos y palideció por completo ¿Cómo era posible que alguien los hubiera visto? era un lugar practicamente desierto, no había nadie a los alrededores ¿Qué estaba pasando?

El Llanto Del Cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora