VI

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"Érase una vez un escondrijo secreto, donde un ángel y un demonio se reunían al caer la tarde"

Habían pasado exactamente 23 horas y 45 minutos desde que Taiga y Daiki habían pactado encontrarse en el mundo humano y discutir sobre lo que ya sabemos, el pelirrojo estaba visiblemente impaciente, quería saber si por mera casualidad Daiki habría encontrado algo útil.

Pasaron a penas 10 minutos y ya tenía una pequeña mochila al hombro, tomó sus llaves y salió de casa. (Sí, en el cielo hay casas con puertas)

Llegó al lugar acordado y espero un par de minutos, por el nervio comenzó a morderse las uñas, jugar con su cabello e incluso revolver un poco de tierra con su pie.

Pasaron unos minutos eternos hasta que el condenado demonio apareció, Kagami se sintió francamente aliviado, pues inclusive llegó a pensar que Daiki no se presentaría y lo dejaría plantado.

— llegué.— Daiki puso su mano en el hombro de Taiga haciéndolo sobresaltar

— No tienes que decirlo, ya te he visto— respondió con cierta ironía — vaya que eres un impuntual.

— Venga, han sido sólo unos minutos de retraso, no me reclames.

Taiga hizo un mohín de desagrado pero de nada valía discutir, de todas formas ya estaba ahí, justo frente a él.

— ¿y bien? ¿has encontrado algo? — cuestionó con gran ímpetu el pelirrojo

Daiki rodó los ojos y negó con la cabeza.

— Nada en absoluto.

— Apuesto a que ni siquiera intentaste buscar. — reclamó el pelirrojo.

— tssss— chasqueó con la lengua — ¿y tú que sabes? Claro que estuve buscando, pero no había nada referente a ésta estúpida marca.

El pelirrojo se quedó callado

—Apuesto a que tu tampoco has encontrado nada.

Taiga le dio la razón.

— por desgracia no, estuve toda la noche leyendo, pero no pude encontrar nada, estoy muy decepcionado.

Aomine volvió a chasquear la lengua a modo de molestia, evidentemente estaba molesto, pues como ya sabemos, ambos querían saber algo por mínimo que fuera acerca de esa marca.

A decir verdad, casi no había referencias acerca de éste tema, podíamos decir que en el mundo de los ángeles y los demonios era considerado como un "anatema" era tan secreto e inusual que realmente muy pocos sabían de la existencia de éste símbolo.

Los dos chicos se sentaron uno frente al otro, el odio en sus miradas aún estaba presente, que tuviera la misma marca no había hecho cambio alguno, pues para ellos aún cabía la posibilidad de que en verdad solo fuera una estúpida coincidencia.

  — ¿Realmente crees que éstas estúpidas marcas realmente significan algo? ¿Qué tal si es sólo una mera coincidencia? — Soltó de la nada el pelirrojo, el contrario alzó la mirada, sus ojos diseminaban odio y fastidio, realmente estar ahí sentado enfrente del ángel no le hacía mucha gracia, ese comentario simplemente lo había sacado más de quicio.

  — Pues, si es sólo una simple coincidencia entonces ésta tregua no vale para nada, ¿o me equivoco?

A Taiga se le hizo un nudo en la garganta ¿A qué venía ese comentario tan agresivo así de la nada? ¿A caso había dicho algo que había enfadado a Daiki? 

— Sé que no eres el que ésta más a gusto con ésta tregua, pero hasta que ninguno encuentre algo referente a las marcas, la tregua sigue en pie ¿De acuerdo?—  el tono que usó Taiga ahora era un poco más demandante, ya no estaba dispuesto a hablar de la forma tan civilizada que lo había hecho antes — Ah, y una cosa más, tu estúpido tono de demanda no me asusta en absoluto, deja de fanfarronear ¿vale? Los que son como tú no me agradan.

Éste comentario hizo merecedor a Taiga de una mirada filosa por parte de Daiki, el cual también le sonrió de forma irónica y fanfarrona.

pasaron unos minutos de silencio incómodo hasta que el moreno decidió terminar con él.

— ¿Y ahora qué? ¿vamos a quedarnos aquí?

— ¿Qué se te ocurre?

— ¿No pensaste en que quizá podríamos conseguir algo de información? Digo, los mortales tienen cientos de libros y hay una biblioteca cerca de aquí.

  Taiga arqueó la ceja 

— Al parecer conoces bien los alrededores. 

Daiki chasqueó la lengua algo fastidiado

  — ¿Entonces vamos?

— De acuerdo, aún queda un tiempo para el regreso, vayamos.

Los dos chicos caminaron juntos, atravesaron la plazuela como cualquier persona normal, si los vieras de lejos podrías decir que era buenos amigos desde hace años, no repararías en pensar en si uno era un ángel y el otro un demonio, para los humanos, tan ciegos e ignorantes esas cosas no eran más que para los creyentes, los escépticos optaban por pensar que todo eso era nada más puros inventos, sin saber que realmente existían Ángeles, Demonios y Dioses.

A Taiga le gustaba la vida de los humanos, los envidiaba, quería esa vida tan simple que llevaban, más allá de la condena de la eternidad y de la infinita guerra con sus contrarios, deseaba una vida como la de los mortales, corta pero cada día intensa.

A Daiki le fascinaban las cosas de ese mundo, de todo a todo, la comida, la sencillez de las personas, los juegos de las ferias, se sentía feliz ahí  por muchas cosas, pero la más importante: por que no sentía la carga de liderar un ejército todos los días de su condenada y maldita eternidad.

Eso era algo que tenían los dos chicos en común, un odio inmenso hacia su inmortalidad, a la constante agonía de un sufrimiento eterno de sentimientos vacíos, de emociones de odio por la guerra... de desgracia y pérdidas también, era un asco.

Cuando llegaron a la biblioteca empezaron la exhaustiva búsqueda de información, al final sin un mejor resultado que los anteriores, pasó rato y se dieron por vencidos acordando seguir su búsqueda y encontrarse en el mismo lugar a la misma hora el día siguiente, hecho el trato cada uno partió al lugar donde pertenecía.

ambos pensaban : "¿Realmente habrá una respuesta a la pregunta?" la respuesta: Sí, la había.



El Llanto Del Cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora