Hiccup Haddock
Después de un incómodo encuentro con mi padre, subimos a la segunda planta de esta enorme casa, donde se encontraban nuestras habitaciones.
Mérida necesitaría ropa y artículos de uso personal, pero no teníamos nada que pudiera ser apto para una chica, mucho menos para una princesa. Hacía demasiado tiempo que existíamos sin una pizca de feminidad en nuestras vidas, y simplemente no pensé bien que este nuevo cambio chocaría con la cotidianidad de los Haddock. Lo único que deseaba era que esto no terminara en problemas, puesto que ya tenía suficiente con mi puesto de jefe heredero.
—Espero que este estilo de vida no te resulte molesto —comenté, caminando hacia una de las habitaciones al fondo del pasillo, donde guardábamos todo lo que no se utilizaba pero que tampoco queríamos desechar.
—¿Acaso imaginaste que vivo entre joyas y diamantes? —rió la pelirroja, rodando los ojos con diversión.
—A decir verdad, sí. Tienes aspecto de que respirabas entre lujos, sin una pizca de mugre —admití, alzando la ceja. Pensaba en posibles escenarios donde la maraña de pelos rojizos chillaba ante bandejas sucias y pequeños insectos que volaban sobre su cabeza adornada de coronas.
—Creí que habíamos dejado claro que no soy una flor delicada —protestó, haciendo hincapié en su activa participación como cazadora esta mañana.
Abrí la puerta, donde el polvo se levantó y comenzó a flotar en el aire. No afectó a mi nariz, pero a la de la chica sí, que estornudó con fuerza en repetidas ocasiones. Dándome la razón a lo que pensaba respecto a ella.
—¿Qué hacemos aquí? —preguntó, luego de limpiar su rostro avergonzado.
—La última vez que vi las cosas de mi mamá estaban aquí, así que las buscaremos para que puedas usarlas, en lo que pensamos sobre tu situación —susurré, adentrándome al interior de la habitación.
—¿Puedo preguntar algo? —escuché lo que dijo, sintiendo sus pasos detrás de mí. Gemí en un gesto afirmativo—. ¿Qué le pasó a tu madre? —musitó, cuidando de sobremanera el tono con el que hablaba.
Sin embargo, contrario a lo que ella conjeturaba, a mí no me dolía en absoluto tocar ese tema.
—Desapareció cuando yo era un bebé, no sé muchos detalles, fue un episodio difícil en la vida de mi papá por lo que no suelo insistir que me platique de ella, ¿por qué la duda? —cuando estaba por girarme, me percaté de la caja donde yacían las pertenencias de mi mamá. Las tomé con cuidado, recapitulando si contenían piezas frágiles que pudieran estropearse, lamentablemente no recordaba ninguna. De igual forma, hice lo posible por no agitar el contenido.
—No te pareces a tu padre, y yo tenía curiosidad de saber si te asemejas a tu madre, pero ahora no estoy muy segura —balbuceó. Sonreí ante su trivial comentario.
Salimos de ese pequeño hoyo de recuerdos, bajando de nuevo por las escaleras.
—¿A dónde vamos? ¿No vives aquí?
—No —respondí, atravesando el comedor y la cocina para poder avanzar a la parte trasera de la casa—. Suelo dormir en mi despacho.
Después de ello, me acompañó en silencio hasta el lugar donde solía esconderme de mis responsabilidades la mayor parte del tiempo, y cuando no hacía eso, me centraba en crear y armar herramientas para las personas que me lo pedían. Así fue como hice un pequeño y fructífero negocio personal, que me ayudaba a distraer mi mente de mi juicio destructivo.
Para mi sorpresa, Mérida se notaba genuinamente interesada en cada artículo colocado en el escritorio y en las repisas, con las manos sobre la espalda, en un acto de control para no tocar los objetos, lo que me pareció un amable gesto de respeto.
—Aquí descansarás, tendrás privacidad y un baño, así que no necesitarás salir de este lugar si no lo deseas —dejé la caja sobre la cama, la cual estaba arrinconada para proporcionar el mayor espacio posible para mis experimentos.
—Muchas gracias —dijo, al fin emitiendo sonido.
Salí del despacho, pensando en que seguramente la princesa necesitaba tiempo para sí misma.
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Hermosa Casualidad | EN EDICIÓN
FanfictionEn el reino de Dunbroch, una intensa discusión estalla en el corazón del imponente palacio. En medio de este conflicto, Mérida, una joven atormentada por las restricciones y las expectativas impuestas sobre ella, decide abandonar el palacio y aven...