Amistad doble

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—¡Mira Itachi! —Exclamó Shisui al ver a su compañera—. ¿Dónde te habías metido? Ha pasado más de media...

—Shisui, cállate... —Le interrumpió la morena—, y acabemos ya con todo esto.

Irani dio un largo suspiro, la terquedad de su hermana menor la sacaba de sus casillas, pero eso no significaba que no se preocupara por ella.

—¿La has encontrado? —Le preguntó Itachi una vez llevaban algo de camino adelantado.

—Si y no... —Bajó la mirada.

—¿Cómo es eso? —Cuestionó Shisui.

—Cuando la encontré volví a discutir con ella y después no la conseguí volver a encontrar —explicó con un tono de preocupación elevado.

—No te preocupes, no le va a pasar nada —aseguró Shisui con una sonrisa esperanzadora.

A la mañana siguiente una mujer morena de adulta edad irrumpió en el despacho del Hokage.

—¿Qué ocurre señora Shirasu? —Le preguntó el mayor al verla tan exasperada.

—M-mi hija... —Trató de recuperar el aliento—. Megumi no regresó a casa anoche.

Al ver la cara de angustia que la mujer portaba el anciano se propuso buscar en su bola de cristal, pero justo antes de que pudiera hacerlo otro ninja irrumpió en la sala.

—¡Hokage-sama! —Lo llamó el ninja que acababa de abrir la puerta.

—Dime Genma —Hiruzen lo incitó a hablar.

—Verás... Los dos escuadrones que partieron anoche han resultado gravemente heridos, al parecer el enemigo ya estaba preparado.

—Irani... —Susurró la mujer horrorizada.

—¿Dónde están ahora? —Quiso saber el líder de la aldea.

—En el hospital —respondió el jounin.

—Puedes retirarte —el jounin obedeció saliendo de la sala, acto seguido miró a la mujer que tenía delante—. Nosotros iremos al hospital a informarnos de como están los escuadrones.

—¡Mamá! —Irani se levantó de su sitio en la sala de espera para ir a recibir a su progenitora.

—¿Qué tal estás, hija? —Empezó a revisarla.

—Tranquila mamá —la apartó levemente—, yo si estoy bien —miró hacia la puerta de una habitación—. Itachi se encargó de ello.

Tanto la mujer como Irani dieron un largo suspiro con distintos significados.

Para Shiro, la madre de Irani y Megumi, el suspiro significaba alivio y angustia a la vez, Shiro se alegraba de saber que Irani estuviera bien, sin embargo, el no tener noticias acerca de su hija menor la angustiaba mucho.

Por otro lado, Irani sentía mucha culpa ya que si no hubiera sido por su descuido en la misión, Itachi no hubiera resultado herido.

Shiro le contó acerca de la desaparición de Megumi a Irani aclarando sus dudas y preocupándose al instante.

—¿Qué vamos a hacer? —Cuestionó Irani después de un largo silencio.

—¿Podrías empezar a buscarla mientras yo me encargo de tu tía?

—Sí, será lo mejor —afirmó la menor—. Solo dame un minuto.

La progenitora asintió y se marchó del lugar, Irani caminó hacia la habitación de Itachi que recién se acababa de despertar.

Medicina para el corazón ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora