Sentimientos

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La quinta Hokage le dio a la joven morena unos días de descanso que la chica optó por pasarlos en su aldea natal, recordando momentos y visitando viejos lugares.

—Gaara-sama ha cambiado mucho al parecer —opinó la morena recordando mientras caminaba a visitar al nombrado junto a Temari.

—La verdad es que sí —comentó ella más para sí misma—. Cuando tú te marchaste él se volvió alguien frío y distante con una sed de sangre insaciable, aunque después del incidente de los exámenes chunnin y su pelea contra Naruto Uzumaki cambió radicalmente y luchó mucho para alcanzar el título de Kazekage.

La rubia rió feliz de los buenos resultados de su hermano pequeño.

—Ya me imagino —se paró ante la puerta del edificio de la oficina del Kazekage.

—De veras te lo digo, Meg: Gaara estuvo muy arrepentido por como se comportó contigo aquella tarde. —Pronunció las palabras con algo de anhelo—. Pero bueno, yo he de dejarte aquí. Tengo que ir a prepararme.

—Te agradezco el paseo Temari-chan —sonrió la menor—. Hasta otra.

Sin pensárselo dos veces la chica entró al lugar decidida a ver al pelirrojo pues en casi una semana que llevaba de descanso en la villa no lo había conseguido volver a ver desde su alta en el hospital.

Tres golpes se hicieron presentes en la puerta de la oficina donde Gaara terminaba de ojear algunos documentos y una sola palabra bastó para que esta se abriera mostrando a un jonin.

—¿Qué puedo hacer por tí? —Quiso saber el Kazekage.

El ninja negó con la cabeza.

—Hay alguien que desea verlo, Kazekage-sama —explicó simplemente.

—Que pase.

Tras esas dos palabras el hombre se apartó dejando paso para que Megumi entrara a la sala y tras eso, el ninja se despidió y se marchó cerrando la puerta.

—¿Ocurre algo? —El pelirrojo prestó toda su atención en la chica ocultando la emoción que le provocaba la visita de esta.

—Simplemente me apetecía verte —sonrió con amabilidad caminando hacia la mesa—. Pero veo que estás ocupado.

—No te preocupes, no es importante —observó como la chica ojeaba todo en el lugar por encima—. ¿Quieres ayudarme?

—¿De veras? —Cuestionó emocionada.

El pelirrojo se limitó a hacerle un hueco para que se pudiera sentar a su lado y así ambos se pusieron a terminar con el papeleo.

A pesar de que el pelirrojo había insistido en que apenas era trabajo, incluso con la ayuda de Megumi, terminar con el papeleo les llevó hasta ya entrada la noche.

—Esto es agotador —suspiró la chica observando como los últimos rayos de sol se escondían.

—Siento que hayas pasado toda la tarde aquí —se disculpó el pelirrojo.

—No tienes que disculparte, Gaara —le sonrió ella estirándose—. Es agradable volver a pasar tiempo contigo y entiendo que ahora que eres la figura más importante de la aldea estés ocupado... Por eso no me importa ayudarte.

Medicina para el corazón ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora