Academia ninja

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La morena condujo a Sasuke hacia una casa que este desconocía.

—¿Qué hacemos aquí? —Preguntó el Uchiha desconfiado.

—Voy a por un amigo, ahora vuelvo —aclaró la chica subiendo las escaleras que conducían al apartamento de este.

—¡Voy! —Aseguró una voz desde dentro de la casa, al abrir la puerta el rubio se sorprendió por la visita.

—Hola Naruto, ¿vienes a jugar? —Sonrió Megumi.

Naruto sonrió ampliamente asintiendo y salió de la casa cerrando con llave.

—Tardaste mucho Megumi —reprochó Sasuke cuando la vio llegar.

—Vamos, no seas quejica —rió.

El trío fue al bosque que había cerca del lago y allí se pusieron a jugar, al rato fueron observados por Irani, Itachi y Shisui que habían llegado al lugar; Sasuke y Naruto reían a carcajadas y Megumi los miraba con una amplia sonrisa.

—Creo que nunca te había visto reír así, Sasuke-kun —Shisui se sentó recargándose en un árbol y sentando al nombrado en su regazo.

—Nee-san... —Susurró Megumi mirando a su hermana.

—Oye Megumi-chan, ¿te apetece venir con nosotros a comer ramen? Ya casi es la hora de cenar —cuestionó Naruto.

—Eh... —La morena se giró a mirarlo—. No gracias, ahora voy a ver a un familiar.

La pequeña metió sus manos en los bolsillos de su pantalón y comenzó a caminar pasando por el lado de su hermana. Pasándola de largo, Megumi, llegó hasta una parte apartada del lago y se sentó en la orilla poniéndose a pensar, sin darse cuenta de que ella se sentó a su lado.

—¿Qué es lo que te preocupa? —Le preguntó sorprendiéndola.

—¿Por qué debería de preocuparme algo? —Disimuló su sorpresa hablando seria.

—Te conozco Meg... —Suspiró—. ¿Cómo eres capaz de fingir que todo está bien dentro de ti?

Megumi se puso de pie.

—De la misma manera de la que tú finges preocuparte por mí —volvió a caminar alejándose de su hermana mayor.

Irani suspiró y fue junto con los demás.

—¿Qué pasó? —Le preguntó Itachi a la morena cuando esta regresó.

—Ya se hablará de eso en otro momento —dio como respuesta un tanto afligida.

—Como quieras...

—Si, mejor vamos a comer —cambió de tema Shisui.

Después de cenar el grupo se disipó; Naruto volvió a su casa, algo pensativo por la anterior actuación de Megumi, Shisui se despidió de sus compañeros y se marchó, Itachi y Sasuke caminaron hablando de cosas triviales hasta su hogar e Irani se puso a buscar a su hermana menor. Se pasó la medianoche y esta aún seguía sin aparecer, preocupada se dirigió hasta su casa, reportó a su madre y después volvió a salir a buscar a la pequeña.

Megumi no estaba en otro sitio que encima de la cabeza del primer Hokage tumbada mirando las estrellas, se preguntaba cómo estaría Gaara y por qué había actuado de esa forma la última vez que se vieron, eso era algo que no se podía sacar de la cabeza.

—Gaara... —Susurró con un nudo en la garganta, pero sus palabras se las llevó el viento, esta vez nadie aparecería para escucharlas.

No le apetecía irse a su casa así que pensó que quizás su amigo Naruto le acogería en la suya al menos por aquella noche, y a la mañana siguiente pensaba ir a la oficina del Hokage para pedir apuntarse a la academia ninja; aunque, pensó, que su madre se opondría, ella esperaba de ella que no aspirase a más que una simple panadera, sin embargo, eso ni le importó ni la detuvo en su decisión.

Tocaron a la puerta y con mucha pereza, Naruto caminó hasta ella arrastrando los pies, se sorprendió de ver a su amiga allí, pero tan rápido como se recompuso la dejó entrar y escuchó su historia, él le comunicó que podía quedarse tanto tiempo como ella quisiera, que siempre venía bien tener buena compañía.

Tras la corta conversación los dos menores se fueron a dormir y a la mañana siguiente ambos se despertaron a la misma hora, a Megumi se le hizo muy temprano pues había dormido muy poco para lo que estaba acostumbrada y su amigo vio las ojeras que se le marcaban, sin embargo, el cansancio no la detuvo, desayunó junto a su amigo y después ambos se dirigieron a hacer sus respectivos quehaceres.

—Hokage-sama —un jounin irrumpió en la sala, el mayor elevó la mirada hacia él mostrándole atención y este procedió—, hay una chica que quiere verle.

—¿De quién se trata? —Quiso saber el anciano.

—Dice que se llama Megumi Shirasu —comunicó, Hiruzen meditó brevemente.

—Dile que pase —decidió, al fin—. ¿Quieres algo, joven? —Le preguntó a la niña cuando esta entró en la sala.

—Me gustaría convertirme en la mejor ninja —confesó.

—Ya veo, entonces deberías matricularte en la academia ninja —le aclaró.

—Ya lo sé, pero... —Miró hacia el suelo deteniéndose brevemente— Necesito su ayuda.

—¿Qué quieres decir? —Entrecerró los ojos escuchando atentamente.

—Que solo tengo seis años y no sé como rellenar el formulario y todo ese rollo —sonrió levemente tratando de causar buena impresión.

—¿Y tu madre y tu padre? ¿Ninguno de ellos te puede ayudar a elaborar el papeleo? —Quiso saber Hiruzen.

—Mi padre está en una misión y mi madre se negaría si se lo pido, ella no quiere que yo me convierta en kunoichi dice que con una hija arriesgando la vida le es suficiente —declaró.

—Si tus padres se niegan...

—¡No! Yo quiero apuntarme a la academia —no le dejó continuar—. Por favor...

Tras ver la cara de cordero degollado de la pequeña, el anciano no pudo negarle la petición y accedió, poco después ambos estaban de camino a la academia; Hiruzen habló con los profesores y les comunicó que próximamente se rellenaría su ficha de inscripción y que de momento se quedaría estudiando allí.

Megumi tuvo la suerte de asistir al mismo grupo que sus dos amigos y se sintió afortunada de comenzar con su formación para ser útil, aunque tendría que inventar una excusa para decirle a su madre sobre el porqué no había dormido en casa de nuevo y después el porqué se había apuntado a la academia ninja sin consultarle, pero de momento tenía que prestarle atención al maestro.

Medicina para el corazón ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora