Capítulo 2: El seductor

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Clarisse siempre había sido muy atractiva. Alta, delgada, seductora. Llevaba semanas rondándola hasta que, por fin, había accedido a quedar conmigo a solas. De nuevo.

— Tienes suerte de que te haya buscado un hueco — sonrió con altanería — Las modelos no solemos quedar con casi-desconocidos.

«Conque desconocidos, ¿eh?», pensé, retorciéndome de risa por dentro, pero preferí poner mi tono de voz más varonil y sonreí con picardía.

— Me considero afortunado, entonces — ronroneé.

Ella sonrió y desvió la mirada. Por mucho que se negara a admitirlo, estaba más que satisfecha de que hubiera dejado a su mejor amiga por ella. Sí, la chica número siete había sido como su hermana, pero ninguna de las dos tenía el corazón menos negro que la otra, y eso había facilitado las cosas. Fue sencillo enamorar y partir el corazón de la chica número siete, e igual de fácil fue con las seis anteriores.

— ¿Cuándo volveremos a vernos? — pregunté, sin dejar de taladrarla con mis ojos verdes.

— No lo sé. Suelo estar muy ocupada.

Sonreí. Se creía difícil, la pobre ilusa. Estaba acostumbrada a que le rogaran, y estuve a punto de hacerlo, pero yo quería algo más que una cita, quería volverla loca. Así que me levanté y dejé el dinero de los cafés sobre la cuenta, invitándola.

— Está bien — accedí, como si no me importara en absoluto no volver a verla — Si tienes tiempo, llámame. Si no... – le di un beso en la mejilla — encantado de haberte disfrutado un ratito más.

Y me marché. Sabía que se había sorprendido. Podía notar su mirada desesperada y su corazón desbocado. No le había suplicado. Ni siquiera le había dado la oportunidad de añadir algo más. Salí de la cafetería sin mirar atrás y sonreí. Clarisse me llamaría. Estaba seguro.

«Hasta pronto, chica número ocho».

La chica número nueve [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora