- Un chico tan guapo no debería beber solo. ¿Puedo invitarte?
Volví el rostro y vi a una diminuta chica pelirroja que me observaba desde sus tacones de plataforma. Sonrió con picardía y se apoyó a mi lado en la barra.
- En realidad, preferiría seguir solo – rechacé – Estoy esperando a alguien.
- Ok – y se fue.
«¡Genial!».
Ya era la sexta esa noche que trataba de ligar conmigo. En otras circunstancias, me hubiera parecido divertido, pero no esa vez. Llevaba varias semanas sin poder acercarme a la chica número nueve y estaba llegando a mi límite. De hecho, me había pasado los días pensando en mil formas de conquistarla y destrozarla, ¡de destruirla!, pero era yo el que acababa desquiciándome.
«Ya no sé qué clase de persona soy», pensé «Pero el juego debe terminar en la meta».
Y entonces apareció. Llevaba un top ajustado y una falda negra que le sentaban como nunca antes la había visto, marcándole pronunciadas curvas que no sabía ni que tenía. El pelo ondulado le caía en oscuros tirabuzones por la espalda y, todo, en conjunto, la convertía en una presa más que deseable. El problema de las discotecas es que no sería el único interesado en abordarla.
- Kate, ahora vuelvo. Voy a pedir algo en la barra.
Vi que se acercaba y no desaproveché mi oportunidad para chocar.
- ¡Perdón! No te había... ¡Eh! Pero si es la camarera borde del otro día – empecé.
- ¡Genial! El imbécil del bar – escupió.
- Oye, que yo tampoco he pedido esto – me fingí ofendido – Ya tuve bastante las dos últimas veces.
Se dispuso a marcharse, pero la retuve del brazo. No podía dejarla ir tan fácilmente.
- ¿Puedo invitarte a una copa?
Se dio la vuelta y me miró con los ojos abiertos como platos, como si acabara de volverme azul de repente.
- Me paso la vida en un bar. ¿De verdad vas a ofrecerme una copa?
- Bueno, si quieres podemos pasar directamente a bailar, pero esperaba ir un poco más lento.
Alzó las cejas y me lanzó esa mirada desafiante que tanto me inquietaba.
- Eres idiota.
Dejé que se alejara un par de pasos. Empezaba a gustarme aquel "tira y afloja". Era de lo más... desquiciante.
- ¡Tu amiga parece ocupada! – señalé, alzando la voz.
Sandra se detuvo. La tal Kate estaba en el fondo del local liándose con un atractivo alemán de muy bien ver.
- Creo que tres son multitud – añadí, retorciéndome de risa por dentro.
Mi chica novena se dio la vuelta y me lanzó una miraba sibilina, como si se debatiera entre la aversión que sentía hacia mí y el hecho de que tenía razón respecto a su amiga.
Alzó la cabeza con gesto altanero y se cruzó de brazos, molesta.
- Tomaré vodka confanta.
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La chica número nueve [COMPLETA]
Teen FictionA veces suceden cosas en la vida que nos cambian por completo, haciéndonos más fuertes o arrastrándonos hasta el abismo más profundo. Eric, un joven de 21 años atractivo y seductor, deja que su oscuro pasado lo convierta en alguien que no es. Conqui...