Estaba nervioso. Demasiado. La chica número nueve era la última de la lista, la última de mis víctimas, y debería sentirme contento por ello. ¡Sería libre al fin! Pero no era así cómo me sentía.
A veces pensaba en Clarisse y en cómo destrocé su vida y rompí su amistad con su mejor amiga. A veces pensaba también en ella, en Irene, o en las otras. Cada corazón que partía me hacía sentir un poco mejor, pero también un poco más miserable. ¿Qué clase de persona era? ¿Un triunfador o un monstruo? Yo solía ser un chico bueno. ¿En qué momento me había perdido?
- ¿Cuánto tiempo llevas mirando ese vaso?
La vi a través del cristal. Debería haber actuado según el plan, pero no era un buen momento. Mi humor era pésimo. Y ella era una persona difícil, muy difícil.
- Esta vez lo he pagado – apunté, molesto – A tu compañera, la rubia – ¿Por qué estaba tan molesto? ¿Era conmigo mismo o con ella?
La chica número nueve echó una mirada alrededor y se sentó en una de las sillas de mi mesa.
- Oye, siento lo del otro día – se disculpó – Me llamo Sandra.
«Lo sé», pensé. E intenté calmarme. Debía ceñirme al plan si quería conquistarla.
- Yo, Eric.
El silencio duró un par de minutos. Ella no dejaba de mirarme y yo no levanté la vista del vaso. No podía mirarla.
- Okay. Lo pillo – acabó por levantarse – O, ¿sabes? No. ¡Que te den! Yo al menos he intentado disculparme.
Levanté los ojos del vaso y le atrapé la mirada. Ella se calló de golpe y aguardó. No sé cuál de los dos estaba más sorprendido.
«¡Cálmate! No lo estropees», me dije.
- Parece que he conocido a alguien incluso más borde que yo – comenté. Estaba enfadado. Mucho. Odiaba no controlar la situación. Y, más allá, la odiaba a ella.
Sandra me miró en silencio. No estaba seguro de si eso era bueno o malo. Me miraba como si nunca nadie la hubiera insultado, y eso me ponía todavía más nervioso. ¿En qué narices estaba pensando tan callada?
Separó sus sugerentes labios con lentitud y me dejó sin palabras.
- Imbécil – y se fue a otra mesa.
No sé qué me pasó ese día. No sabía de qué forma actuar o qué careta ponerme. Ella era tan diferente, tan compleja, tan... ¡horrible! Tenía mis motivos para odiarla. Y no estaba seguro de que esta vez pudiera separar el plan de mis verdaderos sentimientos.
«Te odio, chica número nueve».

ESTÁS LEYENDO
La chica número nueve [COMPLETA]
JugendliteraturA veces suceden cosas en la vida que nos cambian por completo, haciéndonos más fuertes o arrastrándonos hasta el abismo más profundo. Eric, un joven de 21 años atractivo y seductor, deja que su oscuro pasado lo convierta en alguien que no es. Conqui...