Capítulo 2

73 3 0
                                    

Eran las 7 de la mañana, mi habitual hora de levantarme. Me puse mi conjunto deportivo y salí a correr como todas las mañanas, yo había empezado a hacer esta rutina para comenzar el día con más ánimos. Ya hacía casi 3 años, todas las mañanas antes de ir al trabajo me levantaba una hora antes e iba a correr, después del accidente y mi renuncia decidí que era mejor seguir corriendo porque ya se había transformado en parte de mi vida.

El día estaba nublado como todas las mañanas de verano, por eso esta hora era perfecta para salir a correr, luego hacía mucho calor y esto se tornaba complicado debido a que no me gustaba sentir todo el sudor sobre mi piel mientras hacia ejercicio. A veces cuando corría llevaba puestos mis auriculares para escuchar música así se hacia más entretenido el trayecto o sino me entretenía pensar como sería la vida de la persona que pasaba junto a mi.

Esta mañana cuando pasé al lado de una parejita de adolescentes escuché que el chico decía "Te quiero" lo que me pareció raro, no por lo que decía, sino porque yo tenía la música muy alta como para escuchar con tanta claridad, parecía como si me lo hubieran dicho al oído, pero él estaba a unos metros de distancia y le hablaba a la chica. Quizás fue solo mi imaginación pensé.

Una hora luego cuando volví a mi casa, me bañe y me puse a pensar en que preguntas se le podían hacer a una persona en un manicomio. No se me ocurrieron, así que me puse a ver vídeos de entrevistas mientras tomaba un café, que no me sirvieron de nada porque todas esas entrevistas trataban de personas importantes del medio o empresarios con grandes éxitos. Estuve hasta las 11 de la mañana pensando si volvería o no al manicomio y si volvería tenía que llevar la lista de preguntas porque no podía ir como ayer sin ninguna idea de que preguntar o que debía hacer, luego de otra media hora al fin me decidí a formar las preguntas, cuanto más rápido terminará esto era mejor, entregaría la entrevista a la revista y nunca más volvería a pisar ese espantoso lugar.

A las 3 de la tarde estaba parada en la puerta que dirigía al patio delantero del manicomio. Esta vez había ido con la ropa más cómoda que encontré un short- ya que estábamos en verano el calor era insoportable- y una remera mangas cortas estampada. Toqué el timbre y esta vez no me asusto cuando las puertas de hierro se abrieron y no había nadie allí. Al llegar a la puerta de entrada estaba parado el mismo chico de ayer, con un uniforme de que parecía de médico y me miraba sonriente.

-Alex.- Dijo el chico con un tono dulce en su voz al mismo tiempo que me tendía la mano, al ver que no entendía que quería decir agregó.- Mi nombre es Alexander aunque me puedes llamar Alex.

Me sorprendió, pero sin dudarlo le tendí la mano y sonreí.

-Un gusto.- Dije sorprendida del repentino cambio que habían tomado las cosas de un día al otro. 

Nos adentramos al corredor principal.

Mientras caminábamos se abrió una de las puertas que conectaba con otro lugar. Estaba por llamar a Alex y decirle, pero por ella salió un hombre que pareció alegre y se acercó a Alex. Él se paró de inmediato y me miró.

-Él es mi compañero de trabajo.

El otro chico, pasó por su costado, dándole la espalda.

-Un gusto ¿Jeniffer?- Dijo él chico con un cierto acento raro en su voz. Me pareció raro que sepa mi nombre pero enseguida recordé lo que me había dicho Alex, que le gustaba tener toda la información posible.- Mi nombre es Steven.

Steven era un chico joven de uno o dos años más que yo, su cabello era rubio platinado y sus ojos parecían negros como si tras de ellos se escondiera un inmenso túnel sin salida. Él también vestía con ropa de enfermero y parecía saber llevarla muy bien, tenía sus manos colocadas en los bolsillos delanteros de su pantalón.

Jeniffer: Los juegos de la menteWhere stories live. Discover now