Epílogo

17 3 1
                                    

Pasaron unas semanas de esa tarde en la sala de los ángeles y mis padres decidieron que ya era hora de volverse a Londres, le dije a Alex que venga unas semanas conmigo, que nos quedaríamos en la casa de mi hermana. Él al principio pareció dudarlo pero luego acepto. Me había dicho que Steven se quedaría ahí en el manicomio a cargo de todo el tiempo que él estuviera en Londres.

Ademas ahora Alex había hecho una promesa con los ángeles, él tenía que estar a cargo del manicomio y a cambio por su valentía al descubrir a Atis le dejarían quedarse con las alas pero las mantendría oculta de los mundanos.

Ahora todo parecía marchar bien, me asombraba lo rápido que pasaba el tiempo y los cambio que traía con él. Yo estaba segura que dos años antes me hubieran preguntado si creía en la magia o en otros seres hubiera respondido rotundamente que no, sin embargo ahora estaba rodeada por todo aquello y me sentaba bien.  

Estaba convencida que nada que pasara de ahora en más podría de algún modo separarme de Alex y eso me daba todas las fuerzas que necesitaba para ir de a poco aprendiendo cada vez más acerca de mi nueva raza, en realidad estaba aprendiendo a controlar todos los poderes con la ayuda de Alex, ya que Lia nunca me había querido ayudar. Cada vez que me acordaba de ella sentía un dolor en el pecho. 

Alex me había asegurado que ella nunca más intervendría en nuestras vidas, que se había marchado pero no sabía donde.

-Jenny.- Me llamó mi mamá con voz cautelosa, sacándome de mis pensamientos.

-¿Qué  pasa?- Pregunte aún desde la recamara que me había prestado Anni para el tiempo que nos quedáramos en su casa.

-¿Alex viene a comer?

-¿Qué? Alex esta ahí con papá.- Contesté ya levantándome de mi cama.

La última vez que lo había visto estaba con mi papá viendo un partido de baseball y como a mi no me llamaba mucho la atención me había ido a recostar.

-No, Jenny. Por eso te pregunto si después vuelve.

Fui a paso rápido hasta la cocina y me di cuenta de que mi mamá  tenía razón. Alex se había ido. Volví hacia la habitación y en ella no había nada de él. No estaba su ropa, ni siquiera su valijita.

Di grandes zancadas hasta que llegué a la cocina devuelta donde estaba mi mamá.

-¿A donde fue?- Dije exaltada.- ¿Se volvió a Brooklyn?

-No sé, pensé que te había dicho algo.- Mi mamá se encogió de hombros.- Lo vi irse con una maleta y dijo que se iba al aeropuerto.

Tomé mi teléfono y marqué su número. Nadie respondió me mando al buzón. ¿Se habría enojado conmigo? ¿Pero por qué?

-Me llevo tu auto.- Le dije a mi mamá que estaba parada delante mio. Ella no llegó a contestar que yo ya estaba subiéndome.

De repente sentí que la oscuridad se hacía parte de mi y no pude ver nada.

Grite y una mano tapo mi boca. Intente moverme y tampoco pude. Yo lo había visto a Atis morir pero qué pasaba si en realidad él estaba vivo y ahora intentaba matarme. El temor me invadía.

Me obligó a salir del vehículo y de repente solo sentí que me despegaba del piso. Mi miedo aumentaba. Acaso quería tirarme de las alturas para matarme.

Luego de un ratito volví a sentir el piso firme debajo de mis pies y pude respirar un poco más, aunque aún sabía que debía hacer algo para librarme. Cuando de repente pude abrir los ojos y la primer imagen que vi fue que estaba parada en el borde de una cornisa. Me tiré para atrás y choqué contra alguien. Al darme vuelta era él. Nadie más que él con una sonrisa picara en su cara. 

Jeniffer: Los juegos de la menteWhere stories live. Discover now