Fresas milagrosas [Adrinette]

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Previamente:

—Nos vemos luego, chico guapo. Y de nuevo, gracias.— Ladybug le guiñó el ojo con signo complicidad mientras el de cabellos oro tomaba el chocolate; abrió la puerta con cautela, para luego lanzar su yo-yo a lo alto y perderse en el cielo.

La dama de rojo no se alejó mucho de la escuela; al encontrar un sitio sin algún espectador, deshizo su transformación volviendo a ser Marinette: una chica normal con una vida normal.

—Tikki, ¿estás bien?— su semblante preocupado se notaba en la joven.

—No te preocupes, Marinette. Solo necesito descansar un momento...— la Kwami cerró sus grandes ojos para caer dormida dentro de la bolsa que le servía de escondite. La azabache cerró dicha prenda y se dirigió a la escuela asegurándose que llevará el chocolate consigo.

Entró a la escuela con todavía un par de minutos sobrantes. Se sentó en su lugar habitual y respiró hondo; había sido una mañana muy ajetreada para la adolescente. Cerca de la entrada todavía se podían ver a las dos fans de Ladybug peleando por quien era la número 1, lo cual le causó un poco de gracia a la de mirada cielo y sin querer soltó una pequeña risa.

En ese momento, el joven modelo que se sienta enfrente de ella volteó casualmente al escuchar aquel sonido angelical que producía su chica. Hubo un momento en el cual sus miradas se cruzaron, pero Marinette sabía que era necesario controlar mejor sus emociones por el parisino y sin más, le dedicó una sonrisa.

El interior del rubio recordó (tal vez inconscientemente) a Ladybug y su bella sonrisa que hace unos pocos minutos había apreciado. Era obvio que aquel lindo gesto se pareciera en totalidad a la de su compañera de clases porque era la misma persona. Cuando Adrien volvió en sí, esperó ver a la de coletas con una expresión divertida observándolo como era de costumbre, pero en vez de eso observó que la mencionada estaba volteada hablando con Nathanaël sobre un dibujo que el pelirrojo realizaba. Ésto le resultó extraño al portador del otro Kwami; digamos que ya estaba acostumbrado a que la joven le dedicara una que otra cara graciosa llena de nerviosismo.

La profesora de Química entró al salón de clases, haciendo que los jóvenes se sentaran en sus respectivos asientos. Marinette puedo notar que su mejor amiga seguía un poco enfadada a causa de la rubia millonaria.

—De acuerdo chicos, espero que hayan traído todos los ingredientes para su postre.— sonriendo la mujer le decía a la clase entera. —Vamos a ir al laboratorio de cocina para que puedan terminar su proyecto.— ordenó la educadora. La mujer pelirroja mencionó que debían de irse con la pareja que les había tocado.

Nino y Alya iban platicando de una nueva canción que era de agrado de ambos; Chole iba a la delantera de Kim con cara de indignación; Rose iba sonriendo a la par de Nathanaël, el cual tenía unos cuantos dibujos dentro de su mochila. Y por último, se encontraban el rubio y la azabache, caminado uno junto al otro. Ninguno mencionaba palabra alguna, así que el modelo decidió romper la tensión.

—Oye, Marinette...— la llamada volteó a ver a Adrien mientras que esperaba que el muchacho continuará su parlamento. Mientras tanto, el de ojos verdes reunía el doble de valor para decirle por fin a su amada sobre su verdadera identidad; su nerviosismo se hizo presente, lo cual extrañó a la joven. De nuevo, el que hablaba hacia su característico hábito de rascarse la nuca.

—¿Qué pasa, Adrien?— aunque la parisina había decidido apartarse (más de lo que ya estaba) de su amor, no podía dejar de amarlo, por lo que su conducta hizo que en ella apareciese un tono carmín no muy resaltado.

—Verás... Yo-.— de repente, una compañera del grupo interrumpió al modelo, abrazándolo desprevenido.

—AdriHoney, si no te apuras la maestra te dejará afuera.— dijo con su tono agudo Chole quien estaba bastante cerca de la mejilla del Agreste, el cual impedía como fuese el beso. Después de decir eso, la rubia volteó a ver a la chica azabache que era compañera de su amado, a la cual sólo le propició una cara de pocos amigos.

Cuando la niña rica empezó a jalar al de cabellos oro, éste tomó a Marinette de la mano, haciendo que también entrara a la habitación. Le sorprendió mucho a la de coletas el hecho de que su todavía amado la haya tomado de la mano, por lo que no pudo evitar mostrar un leve sonrojo.

Tanto Marinette como Adrien entraron a la habitación, su lugar estaba asignado lejos de Chole y cerca de Alya y Nino, por los que ambos se alegraron. El modelo no se dió cuanta que todavía sostenía la mano de su compañera.

—A-Adrien...— la azabache señaló las manos de ambos, indicando que seguían juntas.

—Ah!— de inmediato el chico la soltó de una manera un tanto brusca. —Lo lamento...— después de darse cuanta de su acción, se rascó nuevamente la nuca del nerviosismo. ≫Tengo que dejar de hacer esto sino quiero que me sangre el cuello≪, se dijo para sus adentros el Agreste mientras separaba su mano del lugar mencionado.

Empezaron con la preparación del mencionado postre. Mientras el joven cortaba las fresas, la muchacha hacia la preparación del pan. Marinette no podía estar tranquila; la presencia de su amado que ya no quería amar y la de su amiga que le proporcionaba una que otra sonrisa pícara le levantaban los nervios.

Las manos de los héroes se rozaron entre sí varias ocaciones; a veces al querer tomar algo al mismo tiempo o cuando tenía oportunidad, el modelo lo hacia "por accidente" o por lo menos eso excusaba.

—Bien, solo falta hornearlo durante 45 minutos y quedará listo para que después lo decoremos.— mientras le brindaba una sonrisa a su contrario, decía la de coletas. Adrien quedaba hechizado con más frecuencia de ese gesto tierno de su amada.

La señorita Dunpaing-Cheng tomó el recipiente donde se encontraban las fresas que el de ojos esmeralda había cortado; se las iba a llevar a su amiga porque la de lentes le había preguntado la manera correcta de hacerlo. A dar unos cuantos pasos y quedar a la par del Agreste, un rodillo se interpuso en el siguiente paso de la azabache, haciendo que se resbalara.

La joven estudiante no supo que hacer, sus manos estaban sujetando al recipiente que contenía los frutos rojos, por lo cual no podía usarlas como método de protección. Cerró sus ojos, estaba lista para recibir el golpe de impactar contra el piso, pero notó que algo detuvo su caída.

Adrien, al escuchar el pequeño grito que sin querer emitió la de ojos azul cielo, reaccionó. Agarró a la chica de la cintura, evitando su caída. Las fresas salieron disparadas al suelo, pero eso era algo que joven no le dio importancia.

—¿Te encuentras bien, Marinette?— la preocupación en el rostro del adolescente se hizo presente.

—S-si... Muchas gracias por evitar que me cayera.— dijo apenada la salvada joven. Un leve tono carmesí apareció en sus mejillas al sentir la mano de su contrario en su cintura.

El rubio la ayudó a ponerse totalmente de pie. Una vez hecho eso, el héroe en su forma civil tomó la mano de su amada y depositó un suave y cariñoso beso en ella. Ambos sintieron que la sangre subía a sus rostros, por lo que dedujeron que éstos se encontraban rojos.

Agradecieron que nadie los hubiera visto; en cambio, la profesora se acercaba con mirada amenazante. El regaño se haría presente pronto.

—Dígame señorita Dumpaing-Cheng, ¿por qué hay fresas en el piso?

—Lo lamento mucho, profesora. Me resbalé y las tiré todas.— con su cabeza baja dijo sin ánimos la jovencita.

—Después de clases va a limpiar toda la habitación, ¿me escuchó?— la que imparte Química se dio vuelta de inmediato, así evitaba algún reclamo por la alumna.

≫No la puedo dejar sola, ¿verdad?≪ pensó Adrien mientras mostraba una pequeña sonrisa y abría un poco su prenda superior.




Por fin pude actualizar. ;u;
Lamento la demora y espero que les agrade. <3


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[ML] Siempre a tu lado [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora