Capítulo 1.

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Verónika.

-¿Quieres una Coca-Cola?

Le miré extrañada y me preguntaba: ¿por qué le ofrece una Coca-Cola a una extraña?
Nos miramos por varios minutos, yo con mi confusión completamente delatada gracias a mi expresión y él con su tranquila y brillante sonrisa. Esos minutos se sintieron eternos, sin mentir. Al final sólo me dediqué a  asentir con desconfianza, total, ¿quién se negaría a una Coca-Cola gratis?

-¿Cómo te llamas? -me preguntó.

Como toda niña buena que era a la que le habían enseñado que hablar con extraños estaba mal, abrí las notas de mi celular y escribí mi nombre para luego mostrárselo; técnicamente no estaba hablando con él así que no contaba.

-¿Verónika? ¿Con "k"? -dijo sorprendido.

Ahora era en su rostro en el que se pintaba una expresión de extrañeza.

Asentí y volví mi vista al celular para hacerle una pregunta: ¿Y tú, cómo te llamas?
Le mostré nuevamente y él sonrió dulcemente antes de responder

-Nicolás -dijo extendiéndome la mano.

-Mucho gusto -le respondí tomándola, al diablo con las enseñanzas de la infancia; no es como si tuviese cara de violador ni mucho menos.

-Así qué si hablas ¿eh? -se burló a  lo cual respondí con un "suave" golpe en su hombro

-Y eso que ya comenzabas a agradarme -dije tras un suspiro.

Me levanté me sacudí los restos de césped, tomé la botella de Coca-Cola  y sin despedirme empecé a caminar en dirección a mi casa; puse la música al máximo y encendí otro cigarro mientras caminaba al ritmo de mi canción favorita.
No tenía prisa alguna en llegar, aspiraba y disfrutaba de la relajante sensación que el tabaco me proporcionaba; estaba de más decir que ganas no me sobraban por regresar a mi... casa, pero gracias a mi "alarmante" escasez de amigos no tenía de otra.

Ya frente a la entrada busqué mi llave, dándome cuenta en ese instante que ante las prisas por escapar de aquela tensa situación me había olvidado de traerla conmigo. Solté un resoplido y pateé con furia una de las macetas que teníamos al lado de la entrada, respiré fuertemente un par de veces y una vez estuve calmada reuní el valor sufciente como para llamar a la puerta.

Rezaba porque mi madre no estuviese "ocupada" con sus ex-compañeros de trabajo, o porque directamente no estuviese y fuese mi padre quien abriera -y que estuvises sobrio si cabía la posibilidad-; pero desgraciadamente mis plegarias no fueron escuchadas abriéndose la puerta de golpe y saliendo unos 4 hombres por ella despidiéndose de mi madre.

"Puta" pensé.

Al ella verme jaló uno de mis mechones de cabello metiéndome así a fuerza a la casa.

"Desgraciada" pensé otra véz.

-¡¿Donde demonios estabas Veronika?! -cuestionó furiosa.

-Perdón, ¿estabas preocupada? -pregunté con ironía- Pues según esa boba sonrisa que tenías mientras tus "amigos" se iban estabas de todo menos preocupada.

Sonreí victoriosa ante su expresión de indignación, en mi defensa había sido ella quien había comenzado a actuar de tal manera conmigo, yo simplemente estaba "devolviéndole el favor".

-¡Serás insolente! -gritó ella alzando su mano. Iba a golpearme, aquello era claro desde que me había metido a fuerza a la casa.

-¡¿De quién será que lo saqué?! -Le grité en respuesta, estaba hartándome cada vez más.

Recibí un golpe en mi mejilla derecha, el dolor fue nulo. Estaba tan acostumbrada a sus maltratos y a su fuerza a la hora de golpear que ya no sentía más que un leve cosquilleo cada que me golpeaba en aquella zona.

Empujándola me alejé de su persona, corriendo lo más rápido hacia mi habitación subí las escaleras hasta encerrarme en ésta. Ella al alcanzarme golpeaba la puerta con insistencia y gritaba mil y un estupideces. No me importaba si gritaba hasta que sus cuerdas vocales se desgarran, no abriría aquella puerta ni aunque me pagasen.

-¡YA MUÉRETE! -grité una vez mi paciencia se fue a la mierda.

Se hizo el silencio, los golpes en la puerta cesaron y escuché pasos que se alejaban de mi  puerta. Habían sido solamente dos veces las que le había gritado aquello y una de ellas había sido cuando tenía 9, recordaba haberme sentido como la peor hija del mundo; pero ahora simplemente me importaba lo menos que  pudiese hacerlo. En mi mente se lo merecía y así iba a quedarse.
Me tiré a mi cómoda y hermosa cama a ver lo nuevo que había en mis redes sociales, entré en Facebook y lo primero que vi fue una solicitud de amistad nueva, el usuario llamado Nicolás Minámi  era el quien me la enviaba; no lo pensé mucho y la acepté.

Nicolás.
"¿Qué dije?" Eso fue lo que pasó por mi cabeza cuando la vi levantarse tomando la Coca-Cola que le había dado y luego marcharse.
Sólo quería ser un poco gracioso, pero algo me decía que no lo había logrado.

Me levanté de igual manera y caminé hacia mi casa pensando en diversas cosas, ella era rara, pero no en el mal sentido, sino más bien en el sentido que era... intrigante; y aquello no era malo.

Llegué a casa y toqué la puerta, quien me abrió fue mi hermanita pequeña Aracelly de apenas 8 años de edad, con una bella sonrisa y un abrazo sorpresa.

-¿Donde estabas Nick? -me preguntó ella con su dulce y tierna voz.

-En el parque, Ally.

-¿Nick, eres tú? -preguntó mi madre desde la cocina.

-Nop, es un ladrón que viene a robarse el mantel de la abuela -respondí divertido.

-Entonces adelante, si quiere se lo envuelvo para regalo -respondió ella mientras salía de la cocina con un vaso de agua.

Le sonreí y luego de dejar la Coca-Cola en el refri subí a mi habitación a conectarme en la computadora, una vez en Facebook la busqué, no me fue para nada difícil, no exitían demasiadas "Verónikas" con "k" en el mundo al fin y al cabo; una vez enviada la solicitud me tiré a mi cama a escuchar música.
Estando a punto de caer dormido me dió por revisar qué había pasado con la solicitud, al ver que la había aceptado no demoré en enviarle un mensaje:

-Hola :)

Veronika.
Escuché el sonido de la notificación que te avisa de un mensaje nuevo en Facebook, me acerqué a la computadora dispuesta a ver quien era. El chico de la solicitud de hacía rato. Así como con su solicitud, decidí no darle vueltas inecesarias al asunto y  respondí de inmediatamente.

-Hola ^^

-¿Cómo estás?

Con toda la disposición en mi cuerpo iba a contestarle para continuar con una amena conversación, pero el estruendo de una puerta siendo cerrada con furia me alarmó terriblemente. Era mi padre, aquello era seguro... ¡y yo debía esconderme de inmediato!

¿Quieres una Coca-Cola? [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora