Capítulo 18.

20 6 3
                                    

Verónika.

—¿P-por qué has hecho eso? –tartamudeé en pregunta una vez nos separamos, con el sonrojo a más no poder en mis mejillas.

—No lo sé... –respondió simplemente– Pero no dudaría en hacerlo otra vez –terminó de decir mientras volvía a acercarse a mí.

—Nicolás... estamos en clases –murmuré, aunque mi intención no era detenerlo; para nada.

—La clase puede irse a la –una tos inoportuna lo interrumpió a media oración.

—Señor Nicolás, Señorita Verónika, les pediré a ambos que se separen inmediatamente si no quieren ir a dar otro paseo a la oficina del director.

Acatamos su orden, cada quien sumamente sonrojado, me devolvió mi cuaderno de matemáticas y luego sacamos cada quien el nuestro de Biología para fingir que poníamos atención en la tan aburrida clase.

***

El timbre por fin sonó tras un par de clases más y nosotros fuimos capaces de ir por la comida que en ese momento tanto ansiábamos.

Ni Nicolás ni yo hablamos durante el trayecto hacia la cefetería, pero sin embargo, no se sentía como si fuese un silencio incómodo; tan solo bastaban fugaces miradas y pequeñas sonrisas para amenizar todo el ambiente. Las palabras en aquel momento sobraban.

—¿Por qué tan callados? ¿Y esas miradas? –cuestionó Chase al nomás sentarnos junto con él y Peter en la mesa.

Nicolás y yo volvimos a vernos para luego reír y apartar la mirada con una sonrisa boba.

—Creo que ya sé qué es... –mencionó con tono pícaro mientras alzaba una ceja.

—Alto, ¿qué? –preguntó Nicolás, confundido.

—¿Qué...? ¿No están saliendo ya? –preguntó esta vez Peter con una expresión aún mayor de asombro.

Ambos negamos rotundamente mientras el calor subía hacia nuestro rostro.

—¡N-no! O-o sea, no, pero... No -tartamudeé un poco hasta dar una respuesta concisa.

—¿Pero...? –cuestionaron ambos incitándome a seguir.

Le lancé una fugaz mirada a Nicolás para que me ayudase, no podía ser tan malo de dejármelo todo a mí. 

—Pero –comenzó a hablar Nicolás– si pasó algo, pero no les contaremos –sacó la lengua divertido.

Chase y Peter renegaron e intentaron convencernos por lo que quedó de receso para que les contáramos qué había pasado, cuyos esfuerzos fueron en vano pues ninguno de los dos cedió ante su insistencia.

Lanzándonos miradas de complicidad entre Nicolás y yo, fue como pasamos el receso, entre risas y reniegos; divirtiéndonos, al fin y al cabo.

Tristemente el timbre tuvo que recordarnos la existencia de las cosas horrorosas llamadas 'clases' cuando comenzó a sonar, y no nos quedó de otra más que caminar a regañadientes hacia nuestros salones.

***

—¿Si sabes que ellos no descansarán hasta descubrir qué pasó, verdad? –cuestioné con una pequeña sonrisa mientras caminábamos hacia casa.

¿Quieres una Coca-Cola? [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora