Capítulo 2.

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Verónika.
Cerré sesión y apagué rápidamente la computadora, corriendo hasta mi clóset entré allí y me encerré. Agudicé el oído sobresaltándome al escuchar cómo mi puerta era abierta de golpe. Oficialmente era él, mi padre estaba en casa.

-¡Verónika! ¡Donde demonios estás! -gritó. Estaba ebrio, como siempre- No te escondas... tan solo quiero saludar a mi princesa -bajó su tono.

"Mentiras" pensé "Esas no son más que mentiras, tú tienes un concepto muy,  muy extraño de 'saludar', padre".

Aguanté la respiración  mientras apretaba mi celular contra mi pecho sintiendo mi pulso acelerado, mi miedo era tal que llegué a pensar en un momento que él podía escucharlos. 
Escuché sus pasos muy cercanos a mi posición, si abría el clóset sería mi fin. Cerré mis ojos en espera de lo peor, los segundos pasaban lentamente, haciendo más largo mi sufrimiento; finalmente escuché cómo sus pasos se alejaban permitiéndome soltar todo el aire que había estado reteniendo. Pero cómo la suerte jamás había estado de mi lado, una notificación cayó a mi teléfono, resonando aquel sonido por la habitación.

¡Maldecía profundamente el momento en que habían inventado messenger!

Al abrir él el clóset de golpe aroveché que se formó un pequeó hueco logrando salir de ese pequeño lugar, dirigiéndome inmediatemente hacia la ventana para escapar. Estando a punto de salir por ésta, él me atrapó por la cintua impidiéndomelo. Entre rasguños y patadas logré que me soltara y corrí nuevamente encerrándome en el baño.

Con la respiración y mi pulso acelerados busqué frenéticamente una salida de aquel infierno, fijando así mi vista en la ventana del baño... era pequeña, pero lo con el espacio suficiente como para que yo pudiese salir; aunque más alta que la de mi habitación...

La abrí, guardé mi celular en mi bolsillo rezando para que no se cayera, parándome en la tasa del baño y saltando lo mejor que pude -y a una obra divina,seguramente- alcancé a llegar y con mucha dificultad salir de ahí.

Ya afuera mi única manera de sostenerme era con mis manos que se aferraban al borde de la ventana, la caída era grande, posiblemente me torciera un pie en el mejor escenario; escuché la puerta del baño romperse y sin pensarlo una segunda vez me solté cayendo rápidamente al suelo, como era de esperarse caí de mala manera lesionándome el pie... pero no era momento para llorar y correr a que "mami" me curase ahora.

Caminando como podía y sumergida en la desesperación llamé al desgraciado que por su maldito mensaje me habían encontrado, desgraciado que -si la suerte estaba de mi lado- podía salvarme la vida y mi salud mental en esos cruciales momentos.

-¿Hola?

Nicolás.
Luego de ver que Verónika ya no respondió pasé de la computadora al celular para mayor comodidad, escribí otro mensaje y esperé hasta no recibir respuesta.

"Ha de estar ocupada" pensé.

Pasado un tiempo recibí una llamada.

-¿Hola?

Habló con voz quebrada, preocupándome.

-Hola, Verónika. ¿Qué te pasa?

-¿Puedo ir a tu casa? Por favor.

Aquella petición era algo más parecido a un ruego que otra cosa, eso no hizo más que aumentar mi preocupación.

-¿Por qué, qué sucedió Verónika?

-Sólo responde -exigió- luego te explico, pero por favor, responde...

-C-claro. Te daré la dirección. ¿Tienes algo con lo que anotar?

-No, dímela poco a poco.

Tal y como ella lo había pedido fui dándole la dirección, poco a poco esperando a que ella se ubicara, cuando me dijo que ya estaba frente a mi puerta colgué la llamada y seguidamente escuché el timbre, corrí escaleras abajo acompañado de un grito de avisando que sería yo quien abriese; pero mi pequeña hermana se me había adelantado abriendo ella la puerta, ambas se sorprendieron al verse y Ally me miró esperando una respuesta.

No fui capaz de responderle, el aspecto de Verónika me tenía sorpendido, con hojas y césped en el cabello el cual estaba completamente desordenado, ropa de casa llena de tierra y polvo y sin un suéter para el frío que hacía fuera, estaba descalza y con los píes sucios.

Una vez salí de mi asombro le dí una de mis chaquetas que estaban colgadas a un lado de la puerta y la dejé entrar, cojeaba levemente, Ally cerró la puerta y yo la llevé a que se sentara en uno de los sillones de la sala junto a la calefacción; estaba a punto de preguntarle que había pasado cuando mi madre bajó.

-¿Nicolás, qué sucede? -preguntó mi madre.

-Es una... amiga, mamá.

-Si  pero, qué hace... Oh.

Al ver el estado en el que Verónika se encontraba se quedó sin palabras, Ally corrió escaleras arriba y mi madre fue hacia la cocina, al rato Ally bajó con una manta rosa y se la dio a Verónika, ella le sonrió en respuesta y se la puso sobre mi chaqueta; mi madre llegó con un té caliente de manzanilla y se sentó a su lado sonriendo. Yo rápidamente subí y bajé  nuevamente con el botiquín en la mano.

-G-gracias -logró decir- ustedes son muy amables.

-Verónika... ¿podrías decirme qué pasó? ¿Por favor? -pregunté con la preocupación delatada en mi mirada mientras vendaba su tobillo herido.

-Vámonos, Ally. Tu hermano y ella necesitan estar a solas -habló mi madre cargando a Ally y yéndose hacia la habitación-, no dudes en decirme sí necesitas algo, linda.

Verónika le dió un largo trago a su té para luego dar un suspiro y mirarme a los ojos, sus ojos estaban cristalinos y su labio inferior temblaba, claro signo que estaba a punto de llorar.

Tomé la taza con su té y la puse en la mesa frente a nosotros para sentarme junto a ella, ella me abrazó y como sus acciones previas lo delataban, se puso a llorar en mi hombro. ¿Qué cosa tan horrible habrá pasado para que esté en este estado?

-É-el -habló ente sollozos-, iba a hacerme daño, tanto d-daño -lloró abrazándome con más fuerza.

-Por favor, Verónika... explícate más.

Ellas sorbió su nariz y limpió sus lágrimas con la manga de mi chaqueta, luego de un gran suspiro y otro sorbo de té siguió hablando:

-É-el llegó e-ebrio a casa, yo aterrada me escondí en el clóset... tu mensaje hizo que me encontrase y tuve que escapar por la v-ventana del baño para que no me hiciese n-nada. Caí de muy alto y me lesioné el píe -lo movió levemente-. No dejes que me encuentre, al menos hoy no. Mañana ya todo habrá pasado y no habrá más riesgos pero... pero si regreso hoy... -no logró terminar de hablar pues las lágrimas hicieron nuevamente su aparición acompañadas de sollozos desconsolados.


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