Todo comenzó una tarde de verano del 2013. Yo estaba asomándome por la ventana de mi habitación, tenía mucha hambre. Era ramadán, el mes sagrado. Faltaban unas cuantas horas para comer y yo fantaseaba con platos deliciosos, como todas las tardes cuando faltaba poco para comer. Para quitarme él hambre de la cabeza encendí el PC y empecé a navegar en internet. Escuché que la puerta de casa se abría, había llegado mi padre. Después de unos minutos escuché a ni madre llorando, pensé que eran imaginaciones mías pero el llanto aumentó. Dejé el ordenador sobre mi cama y me dirigí al comedor donde estaba mi padre sentado en una silla en la terraza con la cabeza agachada, mi madre tenía un plato de carne picada para hacer kefta entre las manos, le miré a los ojos y estos estaban llorosos, rojos y tenía la mandíbula temblorosa. No entendía nada, mi madre apenas notó mi presencia, en silencio me senté a su lado y les miré a los dos. Aquel silencio me mataba, mi padre estaba callado, su mirada estaba perdida, mi madre seguía en el mismo estado. Quería saber que era lo que estaba pasando, me puse nerviosa. Mi madre se levantó y salió del salón dejando el plato de carne picada, cogí el plato y la seguí. Cuando entré en la cocina la vi llorando, sin que le preguntara me contó lo que estaba pasando.
-Tu padre tiene cáncer.- confesó entre llantos. Yo me congelé. Miles de imágenes pasaron por mi cabeza. Imágenes horribles. No dije nada, dejé el plato sobre la mesa de la cocina y salí de allí. Fui a mi habitación, me senté sobre mi cama y quise llorar, pero no me salían las lágrimas. Yo era una chica un poco dura, no lloraba casi nunca. Necesitaba llorar, pero no podía. Me odié por ello. Escuché que mi tio Mimoun, hermano de mi padre que vivía con nosotros, había llegado a casa y lo más seguro que estaba hablando con mi padre. Salí corriendo del cuarto para escuchar la conversación, cuando llegué al salón me paré cerca de la puerta junto a mi tío, mi padre dirigió su mirada a mi tío.
-Tengo cáncer.- dijo finalmente con una voz apagada.
-No....- mi tío estaba desconcertado, era una noticia inesperada y terrible. En aquella época yo no sabía casi nada de aquella enfermedad, solo sabía que acababa matando a la persona. Más tarde busqué información y vi que tenía cura, pero también encontré que algunos enfermos tenían el tiempo contado. Intenté mirar las cosas desde un punto de vista positivo. No quería que mi padre muriera, una de la razón era porque yo quería escapar de casa y si el moría mi madre iba a quedarse sola con mis hermanos y eso me sabía mal. Sí, era muy dura y muy imbécil por pensar de aquella manera, no tenía sentimientos. No creía en mi religión, rezaba h ayunaba porque era una obligación por parte de mis padres. Quería dedicarme al canto y baile, al mundo del escenario, iba planeando mis escapada a un lugar lejano.
A medida que pasaban los días mi padre iba empeorando, la quimioterapia había hecho que empeorará porque su organismo era muy débil y no soportaba aquel producto químico tan fuerte en su interior que aparte de matar las células cancerígenas lo mataba lentamente a él. Mi padre dejo de ayunar porque no tenía fuerzas, mi madre adelgazó muchísimo en aquellos días, se pasaba las noches despierta y el día cuidando de mi padre y de nosotros. La casa perdió el alma, la magia que residía en ella. Una noche mi padre se encontraba muy mal, mi madre me despertó a las 3 de la madrugada para llamar a una ambulancia. Llamé a la ambulancia y vino un médico.
-¿Está seguro que tiene cáncer?.- preguntó el médico.- No pone nada en el informe médico.- un átomo de esperanza se encendió en mi, aquella noticia me hizo feliz. Mi madre se le iluminó la mirada.- Habrá algún error o algo.
-No lo sé.- dijo mi padre desconcertado.
-Bueno, con este medicamento no sentirá tanto dolor, ni nauseas.- dijo el medico entregándole una pastilla que mi padre tomó enseguida. Cuando el médico se marchó mi tío y mama se quedaron hablando en el salón, pronto se haría de día, pero eso no les importaba. Querían hablar. Yo fui a mi habitación, no quería molestarles, pero hablaban tan fuerte que podía escuchar todo.
-Siento una extraña presencia a mi lado.- dijo mi padre.- la puedo ver de reojo pero cuando me giro hacia ella desaparece, es no sé...
-A mí me pasa, de vez en cuando siento que alguien me está observando.- dijo mi madre.- Subhanallah.
Lentamente escuchaba menos las voces. El sueño se apoderó de mí.